|             Medicina Tibetana la sanación holistica  Champa Yeshe  Para nuestra mentalidad occidental acostumbrados a  buscar paliativos farmacológicos en lugar de hallar respuestas clínicas,  resulta muy difícil de entender que el sufrimiento sea un instrumento  de liberación, pero hace miles de años Buda Sakyamuni estableció esto  como base fundamental de la medicina tibetana, y desde entonces se  continua practicando en este sentido. Los sabio budistas con el fin de aportar una ayuda en  la aceptación una prueba tan dura como lo es la aceptación de la  enfermedad, confeccionaron unos lienzos con imágenes de vibraciones  especificas destinadas a la ayuda del enfermo en el proceso de la  enfermedad, incluso se dice, que su sola contemplación puede modificar  el estado del cuerpo y del espíritu. A estas pinturas las llamaron  Tantras médicos. La medicina tibetana se diferencia del resto de otras  ciencias médicas en el claro compromiso no solo de sanar el cuerpo de  males y enfermedades, sino también de mostrar un camino a través del  cual el ser humano pueda ser liberado de los sufrimientos de una  existencia condicionada. Según la tradición tibetana, el Buda, al emanar  como el “Señor de los remedios”, estableció las bases de la medicina  tibetana en la forma de los Cuatro Tantras Médicos. Mas tarde Sangye  Gyamiso, regente del Quinto Dalai Lama, en el siglo XVII, escribió un  comentario a los Gyushi e ilustró con una serie de extraordinarias  pinturas que permitían comprender el enfoque tibetano budista de la  salud, la sanación y la espiritualidad. Gyamtso afirmó que “fueron  establecidas para que el contenido de los Tantras médicos resultase  perceptible para cualquier persona, desde el estudioso hasta el niño,  con tanta claridad como se puede ver una planta de mirobálano en la  palma de mano”. Los lamas tibetanos dedicaron años al estudio de estas  pinturas, que hoy en día lo conocemos bajo el nombre de Berilo Azul.  El gran sueño de la salud y la liberación  Las escrituras budistas antiguas describen el  sufrimiento como algo que surge de nuestros intentos habituales de  afianzarnos en un universo en perpetuo cambio. El Buda enseñaba que un  excesivo apego, sobre todo al propio cuerpo, da lugar al sufrimiento,  pues la impermanencia y el cambio son algo esencial a toda vida. A  través la meditación, se atenúa gradualmente la identificación con el  ego y se desarrolla la intuición de la naturaleza evanescente de toda  existencia. La correcta comprensión lleva al nirvana, al cese de todo  sufrimiento. Pero el budismo no aspira a asegurar la salvación personal,  sino en poner todo su esfuerzo para beneficiar a los seres sensibles.  Han transcurrido 2500 años desde que el Buda Sakyamuni, afligido ante la  perspectiva del envejecimiento, el dolor y la muerte, descubrió un  camino mediante el cual el sufrimiento se podía eliminar. La compasión  es la energía esencial que anima la existencia y el voto solemne del  hombre iluminado (bodhisattva) de trabajar en beneficio de todos los  seres convirtió la actividad compasiva y el alivio del sufrimiento  humano en los ideales budistas fundamentales. Posteriormente, en el  siglo II a. C. se inició una renovación en el pensamiento y prácticas  budistas inspiradas por los escritos conocidos como movimiento Mahayana o  Gran Vehículo y durante ese período la sanación de los enfermos se  convirtió en un método práctico de vivir conforme a la virtud del  servicio altruista. En realidad, fue la revelación de los textos y  prácticas secretas que aseguraba la liberación, junto con los Tantras  Médicos, lo que encaminó a la ciencia budista de la sanación hacia su  plenitud. Mediante estas prácticas se aprendía que el cuerpo no era el  principal obstáculo hacia la iluminación, sino que por el contrario era  el principal vehículo para acceder a ella. Según dicen los Tantras, el  cuerpo es una morada o vehículo de energías dormidas que, cultivadas de  un modo adecuado, se manifiestan en cuerpo de luz siendo “este el cuerpo  mismo de los Budas, más precioso que la más preciada de las joyas”. A  partir del siglo VII, esta vía tántrica esotérica llegó al Tibet  procedente de la India gracias a las enseñanzas del sabio Padmasambhava.  Bajo el reinado del monarca Songtsen Gampo, apareció en el Tibet un  sistema sofisticado de conocimientos médicos en el que quedó plasmada la  búsqueda de la sanación y la totalidad, el sueño eterno de la especie  humana. El kalackackra. Médicos tibetanos de ayer y de hoy   El medico tibetano se prepara para su labor durante  el largo periodo de 12 años de educación, preparación que abarca todos  los aspectos de la sanación, desde la identificación y el procesamiento  de las plantas medicinales hasta la empatía meditativa, importantísima a  la hora de emitir un diagnostico correcto. El desarrollo de prácticas  de diagnostico por el pulso, la farmacología, la acupuntura, la  moxibustión y los métodos para potenciar y modificar las sustancias  medicinales, forman parte de los estudios de la medicina tibetana sin  olvidar que las cualidades internas de un médico tiene tanta importancia  como sus conocimientos académicos. “El saber y la habilidad por sí  solos no bastan para ser un buen médico –escribió el doctor Dhondrup-.  El amor, la bondad y la compasión hacia los pacientes, así como un  sincero esfuerzo por compartir su tensión y aflicción son cualidades de  importancia igual, si no mayor”. Hoy en día aun conservan los médicos  tibetanos la tradición de iniciar el día visualizándose en forma de Buda  de la Medicina y recitando los textos que invocan su presencia: “…que  pueda alcanzar pronto las facultades del Buda de la Medicina y llevar a  todos los seres a su iluminado reino”. En la actualidad, la practica de  la medicina tibetana se extiende por todo el Tibet y las regiones  himalayas de Ladakh, Nepal, Sikkin y Bután, se transmite de generación  en generación entre las familias o también, de un modo más sistemático, a  través de la Escuela de Medicina Tibetana en Lhassa, o del Instituto de  Medicina Tibetana, en Dharamsala, en el norte de la India, sede del  gobierno tibetano en el exilio. Tras la ocupación del Tibet por la China  maoísta, la medicina tibetana, ha experimentado un proceso de  desarrollo continuado, que incluye la formulación de nuevos remedios  para el tratamiento del cáncer y las enfermedades del sistema  inmunológico. El mismo Dalai Lama ha declarado: “La medicina tibetana es  un sistema integrado de salud que ha servido con eficacia a su pueblo  durante siglos y creo que puede ser aún muy beneficiosa para el conjunto  de la humanidad”. Las visitas realizadas por médicos tibetanos a Europa  y Estados Unidos han conducido al desarrollo de nuevas investigaciones  en los campos de la interacción mente/cuerpo, así como a un fructífero  tratamiento de una variedad de enfermedades resistentes a la terapia  convencional.  Entender la enfermedad  Siguiendo las enseñanzas del Buda, la contemplación  de la enfermedad, sobre todo la propia, nos incita a la compasión y a  la inesperada posibilidad de totalidad e integración de nuestros  diferentes cuerpos en la Unidad; ese es el estado previo para iniciar el  camino de la sanación... Si bien la medicina tibetana reconoce la  influencia de los agentes patógenos en la generación de la enfermedad,  este sistema terapéutico sostiene que, mientras la ignorancia y la  codicia no sean eliminadas del fluir de la mente, por muy sanos que  creamos estar, seguimos enfermos. Asimismo, considera que el estado de  salud depende de un balance en la dieta, la conducta, las condiciones  ambientales y psicológicas, y los factores sociales, siendo todos ellos  tomados en cuenta para la elaboración del diagnóstico de las  enfermedades y del tratamiento correspondiente. La enfermedad tiene el  efecto de perturbar el conjunto de nuestras rutinas y actos cotidianos  normales como un incentivo para que volvamos a evaluar nuestras vidas.  El hecho de reconocer estos “tres venenos de la mente” ofrece la  posibilidad de percibir los orígenes de toda enfermedad y el primer paso  en el desarrollo de la sabiduría. Los médicos del Tibet sostienen que  la enfermedad permite comprender mucho mejor, el funcionamiento de la  mente. Cuentan que el propio Buda afirmó, “toda vida es sufrimiento.  Cuando uno así lo percibe con claridad, el sufrimiento deja de existir”.  Una de las meditaciones más profundas del budismo tibetano es la del  tonglen o del “dar y recibir”. Esta es una práctica basada en la  respiración de modo que cuando aspiramos, absorbemos el sufrimiento de  toda la humanidad, y al espirar exhalamos el propio bienestar. Esto se  hace no sólo cuando uno se siente fuerte, sino cuando también cuando se  halla afectado por la enfermedad. Para nosotros occidentales, esto es  difícil de aceptar, ya que no se trata de imaginar que desaparece el  propio dolor, sino que aun se carga con más dolor, con el sufrimiento de  todos los seres sensibles: Sin embargo si lo hacemos en este sentido,  el cuerpo se relaja y curiosamente el propio dolor comienza a disminuir.  Para Sogyal Rimpoche lo importante es mantener la unidad, y recomendaba  lo siguiente: “hagas lo que hagas, no aísles ni separes tu propio  dolor. Por muy desesperado que estés, acepta tu dolor tal como es,  porque de hecho, tu dolor intenta entregarte un don inestimable, la  oportunidad de descubrir qué se hace manifiesto más allá de tu  sufrimiento”. La muerte y las enfermedades terrenales hacen que nos  adecuemos al carácter efímero de nuestros cuerpos físicos y a la fugaz  naturaleza de toda existencia. Si es aceptada podremos liberarnos de  temores a la perdida y del apego a insostenible de permanecía, mientras  que en la vertiente contraria de negación de evidencias puede  sumergirnos aun mas en un dolor insufrible e incluso a la locura.  Mientras no admitamos estas imágenes en nuestra conciencia, nuestra vida  será un sin fin de evasiones, de tapujos y autoengaños sin lograr la  claridad y espontaneidad del estado de despertar consciente donde el  sufrimiento no tiene acceso posible. “Cuando finalmente tus fuerzas  vitales se desintegren –afirmó el VII Dalai Lama-, contempla como los  elementos del cuerpo se disuelven. Entonces, como si recobraras a un  viejo amigo, recibe con ilusión la clara luz de la muerte”. A lo que  Sogval Rimpoche añadió: “La vida y la muerte están en la mente y en  ningún otro lugar. La mente es la creadora de la enfermedad y del  sufrimiento, el hacedor de lo que denominamos vida y de lo que llamamos  muerte”. La verdadera sanación, al igual que la iluminación, depende de  una fe inquebrantable en la sabiduría y luminosidad de nuestra  naturaleza más íntima. Los Tantras Médicos tibetanos nos atraen al  mágico reino de la compasión y la creatividad ayudándonos en el duro  proceso del autoconocimiento. Si nos permitimos el fluir con sus ondas  de sanación, finalmente las aflicciones y emociones erróneas serán  liberadas en la Luz integradora.  Prácticas para rejuvenecer  Muchas de las prácticas tibetanas de rejuvenecimiento  se dice que conducían a espectaculares cambios físicos, como el cabello  canoso recuperar su color natural. Este tipo de prácticas siguen  llevándose a cabo en retiro solitario y en conjunción con la meditación,  y no solo sirven para restablecer las cualidades juveniles, sino que  eliminan la opacidad de la conciencia que oscurece nuestra naturaleza de  Buda. La tradición tibetana ha desarrollado fórmulas tanto para  rejuvenecer las células como para purificar las esencias sutiles del  cuerpo humano. Algunas de las sustancias alquímicas utilizan como  materia primordial en mercurio; otras los metales preciosos (oro y  diamantes), o los extractos de flores. Es conocido a través de la  historia del Tibet que existieron grandes meditadores que se dedicaron a  estas practicas durante años y no consumieron otra cosa que esencias de  flores y agua. Investigaciones llevadas a cabo en los últimos años  sugieren que en la antigüedad se utilizaba la seta Amanita muscaria y  otras sustancias psicotrópicas para la preparación de las fórmulas  alquimistas. Pero también existen elixires internos que transforman la  fuerza vital sin depender de sustancias externas, como los denominados  betacarbolinos, que son liberados por la glándula pineal durante la  práctica avanzada del tantra-yoga y otras formas de meditación. Los  fenómenos animados e inanimados existen en dependencia con los agregados  de las cinco energías cósmicas o movimientos que son : la tierra, el  fuego, el agua, el aire y el espacio o éter. Fisiológicamente, el cuerpo  humano está constituido por 3 humores, 7 energías físicas y 3 tipos de  excreciones. Las 7 esencias o energías físicas son las nutricias, la  sangre, la carne, el tejido adiposo, la médula ósea y el óvulo o la  esperma, dependiendo del sexo del individuo. Los 3 humores son las  manifestaciones biológicas de las 5 energías cósmicas y se consideran  como el surgimiento de las 3 aflicciones básicas: el deseo, el enojo y  la confusión; éstas se conocen como el viento, la bilis y la flema. En  medicina Tibetana se considera que eso conforma el temperamento de las  personas aunque rara vez se encuentra temperamentos puros. El viento  (Lung) está constituido por los elementos viento y el espacio,  representan la fusión nerviosa y recibe la influencia de las 3 causas de  sufrimiento evidenciadas por el Buda. "Es un tacto vacío que puede  sentirse, pero no tiene una forma visible. No es un objeto de la  conciencia sensorial visual, sino de la táctil. Son personas inquietas,  que siempre tienen prisa, nerviosas con un carácter propicio al enfado.  Suelen ser delgadas y tener una complexión azul pálida. La bilis  (Khrispa) se encuentra conformada por los elementos fuego y el agua, es  responsable del metabolismo y del calor corporal (tumo), de la digestión  y de la excreción; el enojo actúa sobre su equilibrio  desestabilizándola. Todos los fluidos de las personas con esta tendencia  son biliosos. Son personas inteligentes, orgullosas, delgadas y con una  complexión amarilla. La flema (Badkan) asegura la regeneración y la  producción de líquidos, y es perturbada por el veneno de la confusión.  La flema está compuesta por los elementos tierra y agua. Los tipos  flemáticos suelen ser de complexión fuerte, con huesos pesados y son  propensas a almacenar células adiposas. Son personas lentas, tardan en  iniciar una actividad, afables y a veces mas tímidas de lo habitual.  Suelen ser personas de cuerpo ancho y de piel blanca. La salud es el  estado de balance de estos 3 humores, mientras que la enfermedad surge  si algunos de ellos quedan fuera de balance. La condición por la cual se  manifiesta la enfermedad tiene que ver con una dieta inapropiada, una  conducta impropia, infecciones derivadas de agentes patógenos, factores  ambientales y los espíritus. La alimentación, el clima, el ambiente o  las personas cercanas pueden afectar a cada tipo de una manera  particular. "Por ejemplo -señala un experto-, una persona en la que  predomina el factor viento se va a encontrar menos confortable en un  clima frió, y húmedo, así como tomando nutrientes fríos. Una  personalidad biliosa va a estar a disgusto en un ambiente caluroso y  seco, así como tomando alimentos grasos. Y los flemáticos no estarán  bien en climas fríos y húmedos compactos, y no les va bien los alimentos  con características frías, las grasas saturadas ni los dulces, ya que  reducen la temperatura de su energía, lo que incrementaría su lentitud,  haciendo incluso que se vuelvan mas tímidos".  Los desórdenes también se clasifican como fríos o  calientes o como una combinación de ambos. Los desórdenes calientes  están asociados con la sangre y la bilis; los fríos con desequilibrios  en la flema o el viento, en tanto que las infecciones o desórdenes  linfáticos pueden ser originados por desórdenes calientes o fríos. Los  médicos tibetanos pueden diagnosticar las enfermedades a través de 3  métodos. El método más importante es la formulación de preguntas  directas al paciente y, de acuerdo con los 3 humores, el médico debe  llevar a cabo una revisión fisiológica del paciente para dar un  diagnóstico del desorden. Los otros 2 métodos incluyen un análisis  táctil y visual. En el táctil se utiliza la lectura del pulso, mientras  que el visual consiste en el examen visual de la orina, así como en la  observación de la lengua y de la complexión física del paciente. Cabe  señalar que una fuente complementaria de diagnosis es el análisis de los  sueños. La Técnica de lectura del pulso provee información invaluable  para el médico experimentado. El medico posiciona los dedos en puntos  muy determinados de la muñeca del paciente y sintoniza o afina su propia  conciencia con las pulsaciones de la sangre, la linfa y las energías  neurales que le transmiten mensajes relativos al estado de salud y  vitalidad del paciente. Todas las enfermedades conocidas, salvo un 5%,  son claramente identificables utilizando la técnica de la diagnosis por  el pulso. El especialista examina cada uno de los doce pulsos que  tenemos en las muñecas, a distintos niveles de presión: superficial,  medio y profundo, presionando el hueso. Tomando el pulso en la mano  derecha, el medico percibe el tono del corazón y del intestino delgado.  Con el dedo medio capta el bazo y el estomago, y con el anular, el riñón  izquierdo y los órganos sexuales. En los casos en que se suscitan  dudas, el examen de la orina revelará cuál de entre las diversas  enfermedades posibles afecta realmente al paciente. El examen de la  orina de un paciente se hace en función de su color, sedimentación,  olor, formación de burbujas o ausencia de ellas, y secreciones visibles.  Cuando la orina se remueve en una taza de cerámica blanca, se crean  formas e imágenes en sus paredes a partir de los cuales el médico  calificado puede llegar a un análisis detallado del estado de salud del  paciente. La lengua es otro de los métodos de diagnostico muy eficaz y  proporciona valiosa información acerca de la constitución física del  paciente y sobre la naturaleza del trastorno, según el humor que  prevalece. En el caso de una anomalía de viento (Lung), la lengua  aparece seca, áspera, rosada y rodeada de burbujas. Cuando el problema  es bilis se presenta recubierta de una pátina amarillenta y amarga. En  un desequilibrio de la flema, se manifiesta una consistencia blanda y  húmeda velada por una pátina blanco-verdosa. La diagnosis como hemos  visto, se basa siempre en técnicas naturales que no precisan de análisis  clínicos ni de molestias para el paciente, y por ultimo el cuestionario  al paciente en el que incluyen preguntas sobre tipo de dieta, hábitos  de vida, estado familiares y cualquier otra pregunta de índole personal  que el medico considere de utilidad para completar el cuadro clínico y  determinar el diagnostico correcto. En ocasiones se completa con un  análisis de sangre natural, sin químicos en el diagnostico. Las  radiografías, en cambio, se descartan. "No detectan nada hasta que la  enfermedad no se declara o se encuentra en un estado avanzado"  Tratamientos   Una  vez examinado todos los detalles antes expuestos y teniendo en cuenta  factores tales como la gravedad de la enfermedad, la edad del paciente,  la estación del año, la localización de la enfermedad, la capacidad  digestiva del paciente y la presencia de complicaciones, pueden servir  para determinar el tipo de tratamiento adecuado. En la rutina clínica  habitual, el tratamiento normal consiste en una medicación reforzada con  una dieta y recomendaciones sobre el comportamiento; en algunos casos  también se usan la acupuntura y la moxibustión. El primer nivel de  tratamiento es la terapia de comportamiento y de la nutrición, la cual  normalmente sirve de base a la segunda línea de tratamiento, es decir, a  la medicación. Hay dos tipos de medicamentos orales que están graduados  y son usados con base en información clínica definida. La medicación  oral se refuerza mediante terapias tales como la aleación, friegas,  eméticos, purgantes, enemas suaves, supositorios, inhalantes nasales y  baños. Cuando todo esto no acaba con la enfermedad, o cuando la  enfermedad es grave y crónica, es recomendable la tercera línea de  tratamiento: la terapia externa. La terapia externa tiene como base el  cuadro patológico y se divide en dos categorías: menor y mayor. La  terapia externa menor consiste en el masaje, la hidroterapia y los  fomentos. La mayor en la acupuntura, la moxibustión y la sangría  reforzada con cirugía. Un elemento importante a considerar es la  farmacología tibetana, la cual se ha establecido de acuerdo con las 5  energías; se usan 8 tipos diferentes de ingredientes como medicamentos:  metales preciosos, tierras, rocas, árboles, resinas, hierbas, animales,  sopas y jugos. Estos ingredientes son los antagónico de los agregados  que originan el desequilibrio del humor ya que para la ciencia medica  tibetana la prescripción del fármaco se realiza en base a  características opuestas al desorden ese desorden. También lo sabores  juegan un importante papel dentro de la terapéutica médica tibetana.  Existen 6 sabores fundamentales (dulce, amargo, salado, ácido, caliente y  astringente), los cuales se correlacionan con las 5 energías. El sabor  dulce está constituido por agua y tierra, el amargo por fuego y tierra,  el salado por viento y tierra, el ácido por viento y fuego, el caliente o  picante por fuego y agua, y el astringente por agua y viento. La  potencia de un fármaco se determina considerando los siguientes  parámetros: pesado, oleoso, frío, romo, ligero, áspero, caliente y  afilado. Los fármacos que poseen las primeras cuatro potencias se  prescriben para tratar desórdenes de viento y bilis, en tanto que los  últimos cuatro son prescritos en el tratamiento de desórdenes de flema.  En el sistema tibetano los remedios están compuestos por hierbas, las  cuales se combinan con minerales, gemas y piedras preciosas, así como  sustancias de origen animal. La presentación de estos remedios puede ser  en forma de píldoras, incienso o aceites médicos, y por regla general  contienen cincuenta o más ingredientes diferentes. Todo ello se acompaña  de la recitación de plegarias y mantras, lo que confiere una potencia  adicional. Los padecimientos causados por espíritus se pueden curar con  elaborados rituales llevados a cabo por lamas, yoguis o sanadores  chamacos.  Vademécum tibetano  De todo lo explicado aquí se comprenderá que el  método de sanación tibetano esta auténticamente “personalizado” e  individualizado, por lo que facilitar modelos “pre establecidos” de  tratamientos es inadecuado, pero hemos querido dar unas pautas sumamente  generales a fin de que nos demos una idea de las consideraciones que la  medicina tibetana tiene sobre determinadas enfermedades mas comunes y  que Facilitamos a continuación a modo de curiosidad, no de terapia.  Artritis y artrosis: Según la medicina tibetana, se  deben a varias causas, entre las que se encuentran el vivir en sitios  húmedos, las sobrecargas de pesos o malas posturas que debilitan los  ligamentos y los tendones y una dieta inadecuada (alimentos fuertes,  ácidos calientes y agrios como el vinagre, la cerveza, el vino, o  alimentos dulces que intoxican los fluidos de las articulaciones a  través del torrente sanguíneo). "Esto se refleja en la musculatura y el  sistema locomotor"  Problemas de la piel: El experto los clasifica según  las estaciones: los que salen en primavera se relacionan con el hígado,  en verano tienen que ver con el sistema sanguíneo. Los sarpullidos que  salen en otoño, con el sistema pulmonar, y en invierno, con el renal.  "El remedio es efectivo cuando se refuerza el sistema sanguíneo y el  órgano correspondiente a la estación. Se complementa con una dieta que  no altere el sistema circulatorio ni los órganos mencionados".  Alergias: Las alergias al sol se deben a que la  sangre ha perdido resistencia por químicos, bebidas alcohólicas,  alimentos curados y otros contaminantes. Hay que fortalecer y depurar el  hígado y los riñones y, a la vez, reforzar el sistema sanguíneo general  y la energía vital y térmica.  Taquicardias: Aparecen por fármacos químicos o por  disgustos o emociones fuertes. El remedio debe estabilizar el sistema  sanguíneo, Hay que evitar los alimentos fríos: "desequilibran el sistema  cardiaco y su interconexión con arterias y venas".  Problemas oculares: Se relacionan con la función del  hígado y el sistema sanguíneo de defensa ocular, aunque a veces la vista  se daña por agentes externos (luces potentes). Los alimentos influyen  de una manera indirecta, los nutrientes pasan por el estomago e hígado;  si no trabajan correctamente, el aporte es deficiente.  Traumas, ansiedad y otros "males del espíritu "  Los traumas psíquicos y anímicos se averiguan a  través de la pulsología. Y es que estos golpes dejan una huella que se  refleja en el ritmo del pulso y en la orina. Las patologías debidas a  traumas se desarrollan por la pérdida de fuerza de vitalidad psíquica:  miedos, disgusto o contratiempos fuertes absorben o restan fuerza a la  resistencia psíquica y emocional. También puede tratarse de la baja autoestima , que  surge por el debilitamiento del sistema combativo. La autoestima depende  del estado del hígado y del corazón, por lo que hay que tratarlos para  reequilibrarlos, en lo que influye la alimentación, se recomienda evitar  alimentos fritos, en conserva, curados, grasientos, industrializados o  precocinados. La ansiedad es otro mal del espíritu que repercute en el  estado físico. Se debe a querer hacer más de lo que se puede, o no tener  suficiente descanso mental y físico, o a repetidas discusiones fuertes.  "Se quema la energía tranquilizante, sobrecalentando la presión  energética".  Los remedios deben restaurar la velocidad del mecanismo  energético mediante relajación física y psíquica.    Esto es todo cuanto podemos aportar. Por ultimo decir  que la medicina tibetan a realizado un gran aporte a la sanación en  Occidente por lo cual le estamos agradecidos, no solo por los  conocimientos de la salud fisica sino por la forma de aunar el  tratamiento de los diferentes cuerpos sutiles que constituyen el ser  humano. El concepto tibetano de sanación es una antorcha más iluminando  el campo de la medicina integral que ya practicaban nuestros ancestros y  que el estrés las prisas y la tecnologia habian enterrado. El enfoque  holístico de la sanación, consiste en comprender que no se trata de  dividir o separar la medicina en sectores, cuerpo, alma, ambiente y asi  sucesivamente, sino de unirlos en un Todo coherente. El cuerpo sin el  espiritu no es mas que una masa de energia densa e inanimada; por su  parte el espiritu require un vehiculo para manifestarse, asi pues es  necesario aplicar una terapia conjunta y valida para ambos o de lo  contrario no habra sanación. Estudiar, observar, analizar las  herramientas que tenemos a nuestro alcance y elegir aquellas mas  adecuadas para enfocar las soluciones a nuestro problema, compartir con  otros, identificarnos con la naturaleza, ser Uno con nosotros mismos, o  lo que es lo mismo ser UNO con el Universo, esa es la autentica sanacion  holistica. Eso es lo que nos dara una mejor calidad de vida no solo  para nosotros , sino para todo lo que nos rodea incluido el planeta.  Al escribir estas lineas queremos dejar constancia  que no somos medicos tibetanos, pero conocemos la terapia. Nuestro unico  interés es informar sobre las tecnicas de sanación que a nuestro  juicio, engloban el diagnostico y tratamiento de una forma integral,  para que a la hora de tomar decisiones sobre la medicina mas adecuada,  tengamos una guia lo mas clara posible del “que es y como se hace ” y  podamos discernir con exactitud la terapia que consideremos mas  conveniente para nosotros.  En el deseo de que sea beneficioso para todos los seres, OM BISHUA SANTHI HUM .   |        
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