De Kagyu Samye Dzong Barcelona
Carta de Yongey Mingyur Rinpoché, entregada a Lama Tashi, amigo y asistente, con quien se encontró inesperadamente en junio de 2013 en el Nepal. Esta carta se escribió en septiembre de 2013, durante su encuentro:
Queridos madre, familia, comunidad monástica, alumnos y todas las personas con las que tengo conexión:
Gracias a las bendiciones de los maestros, gozo de buena salud y no estoy teniendo ningún obstáculo. Actualmente deambulo sin rumbo fijo de un sitio a otro. Ahora mismo estoy con lama Tashi, a quien me encontré de forma inesperada. Lama Tashi me pidió encarecidamente acompañarme, a lo que accedí. Me dio algo de comida, ropa y otras cosas que necesitaba. También me transmitió buenas y malas noticias, que me dejaron con una mezcla de felicidad y tristeza.
Lama Tashi ha practicado con diligencia hace poco las prácticas básicas (ngondro) y las prácticas principales de Mahamudra y Dzogchen. Por mi parte, deambulo sin rumbo fijo, quedándome en ermitas aisladas de montaña y lugares parecidos. He tenido sentimientos de felicidad y sufrimiento, que se alzaban y caían como olas en la superficie del océano. A veces la comida y la ropa han llegado con dificultad y he sentido frío, hambre y sed. Incluso cuando he pedido limosna, no he recibido más que insultos y palabras duras. Otras veces, he recibido comida y ropa sin esfuerzo, sin siquiera pedirlo, y en mi mente fue como disfrutar de los placeres de los dioses. Aunque he experimentado tanto felicidad como sufrimiento, lo más importante es que de lo más hondo de mi ser ha surgido una sensación profunda y sincera de certeza, de que no importa lo que ocurra, sé que la verdadera naturaleza de estas experiencias, su mismísima esencia, es la de la consciencia atemporal y una enorme compasión.
Esta claridad natural de la consciencia está con nosotros desde el mismísimo principio. Es la propia esencia y la verdadera naturaleza de nuestra mente. Día y noche, está siempre presente. Por tanto, hay que mantener el fluir de la consciencia pura como mejor podamos, sin meditar, pero sin perdernos en la distracción. El gran amor y compasión son también cualidades innatas de nuestro ser. Todos los pensamientos, las emociones destructivas y el sufrimiento que encontramos están, en esencia, totalmente impregnados de una enorme compasión. Como señal de esto, deseamos de forma natural disfrutar de felicidad y estar libres del sufrimiento. Aunque todos los seres tienen una gran sabiduría y compasión, esto no es siempre evidente. Ello se debe sencillamente a que no han reconocido lo que ya tienen. Así, además de limitarnos a reconocer nuestra propia naturaleza, no existe ni lo más mínimo en lo que meditar. Reconociendo la importancia de esto, he pasado mis días con alegría y satisfacción, deambulando por valles y montañas y quedándome aquí y allá. Os animo sinceramente a todos, de corazón, a que también practiquéis así con diligencia.
Lama Tashi ya ha vuelto a la ciudad con esta carta, junto con algunas fotos de mi retiro que me pidió. Espero que las disfrutéis. Rezo para que nos reencontremos dentro de no mucho y que nos reunamos con alegría y felicidad para gozar de la riqueza del Dharma.
Mingyur Tulku
2 de enero de 2014
Queridos madre, familia, comunidad monástica, alumnos y todas las personas con las que tengo conexión:
Gracias a las bendiciones de los maestros, gozo de buena salud y no estoy teniendo ningún obstáculo. Actualmente deambulo sin rumbo fijo de un sitio a otro. Ahora mismo estoy con lama Tashi, a quien me encontré de forma inesperada. Lama Tashi me pidió encarecidamente acompañarme, a lo que accedí. Me dio algo de comida, ropa y otras cosas que necesitaba. También me transmitió buenas y malas noticias, que me dejaron con una mezcla de felicidad y tristeza.
Lama Tashi ha practicado con diligencia hace poco las prácticas básicas (ngondro) y las prácticas principales de Mahamudra y Dzogchen. Por mi parte, deambulo sin rumbo fijo, quedándome en ermitas aisladas de montaña y lugares parecidos. He tenido sentimientos de felicidad y sufrimiento, que se alzaban y caían como olas en la superficie del océano. A veces la comida y la ropa han llegado con dificultad y he sentido frío, hambre y sed. Incluso cuando he pedido limosna, no he recibido más que insultos y palabras duras. Otras veces, he recibido comida y ropa sin esfuerzo, sin siquiera pedirlo, y en mi mente fue como disfrutar de los placeres de los dioses. Aunque he experimentado tanto felicidad como sufrimiento, lo más importante es que de lo más hondo de mi ser ha surgido una sensación profunda y sincera de certeza, de que no importa lo que ocurra, sé que la verdadera naturaleza de estas experiencias, su mismísima esencia, es la de la consciencia atemporal y una enorme compasión.
Esta claridad natural de la consciencia está con nosotros desde el mismísimo principio. Es la propia esencia y la verdadera naturaleza de nuestra mente. Día y noche, está siempre presente. Por tanto, hay que mantener el fluir de la consciencia pura como mejor podamos, sin meditar, pero sin perdernos en la distracción. El gran amor y compasión son también cualidades innatas de nuestro ser. Todos los pensamientos, las emociones destructivas y el sufrimiento que encontramos están, en esencia, totalmente impregnados de una enorme compasión. Como señal de esto, deseamos de forma natural disfrutar de felicidad y estar libres del sufrimiento. Aunque todos los seres tienen una gran sabiduría y compasión, esto no es siempre evidente. Ello se debe sencillamente a que no han reconocido lo que ya tienen. Así, además de limitarnos a reconocer nuestra propia naturaleza, no existe ni lo más mínimo en lo que meditar. Reconociendo la importancia de esto, he pasado mis días con alegría y satisfacción, deambulando por valles y montañas y quedándome aquí y allá. Os animo sinceramente a todos, de corazón, a que también practiquéis así con diligencia.
Lama Tashi ya ha vuelto a la ciudad con esta carta, junto con algunas fotos de mi retiro que me pidió. Espero que las disfrutéis. Rezo para que nos reencontremos dentro de no mucho y que nos reunamos con alegría y felicidad para gozar de la riqueza del Dharma.
Mingyur Tulku
2 de enero de 2014