sábado, 5 de septiembre de 2009

sobre China


China167 entre 173 en la última clasificación mundial
Superficie: 9.596.960 km2
Población: 1.360.445.010 habitantes
Idioma: mandarín
Jefe del Estado: Hu Jintao, desde marzo de 2003
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Muchos medios de comunicación intentan emanciparse del control del Departamento de Propaganda y las autoridades locales, pero el Partido Comunista no abandona este sector "estratégico". Enfrentado a una blogosfera cada vez más dinámica, el poder prefiere jugar la carta de la propaganda. En cambio, en Tibet y Xinjiang la situación de la libertad de expresión es netamente mucho más crítica

CHINA EL BAROMETRO DE LA LIBERTAD DE PRENSA 2009.0
periodistas muertos 0
colaboradores muertos 30
periodistas encarcelados 0
colaboradores encarcelados 58
ciberdisidentes encarcelados .China es la mayor cárcel del mundo para los periodistas, bloggers y ciberdisidentes. La mayor parte del centenar de detenidos fueron condenados a graves penas de cárcel por "subversión" o "difusión de secretos de Estado", y están internados en condiciones muy difíciles. Con frecuencia, los periodistas tienen que realizar trabajos forzados. Las autoridades locales, muy sensibles a la mala publicidad que pueden crearles reportajes sobre la corrupción o el nepotismo, continúan deteniendo a periodistas. A finales de 2008 las autoridades de Shanxi (Centro) detuvieron a dos reporteros. Por su parte, la policía política concentra sus esfuerzos en los militantes de la libertad de expresión. Tras el disidente Hu Jia, fue al profesor universitario Liu Xiaobo a quien encarcelaron, por participar en la puesta en marcha de la Carta 08, un texto firmado por miles de demócratas. En las cuatro esquinas del país la policía política ha detenido, amenazado y citado a más de cien firmantes.

El Partido Comunista dispone de colosales medios económicos y humanos para mantener el control de la información. La mayoría de los programas de las radios internacionales en chino, tibetano y uigur, están interferidos con la ayuda de los cientos de antenas que hay instaladas por todo el país. Están bloqueadas miles de páginas de Internet y decenas de miles de ciberpolicías y cibercensores escrutan permanentemente la Red, para depurarla de los contenidos « inmorales y subversivos ». Mientras, para alimentar su propaganda, el gobierno financia, a fondo perdido, unos pletóricos medios de comunicación oficiales, y entre ellos la agencia Xinhua y el grupo audiovisual CCTV.

Los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 estuvieron marcados por una política de control informativo sin precedente. Fue una auténtica "censura criminal" que, entre otras cosas logró ahogar, durante las pruebas olímpicas, el escándalo de la leche contaminada con melanina. Sin ninguna duda se habrían podido salvar vidas de niños si a la prensa le hubieran autorizado a alertar al público sobre ese asunto de salud pública.

Un vez acabados los JJOO, la prensa liberal ha podido reanudar su trabajo de denuncia de algunas derivas del poder, y de empresas. Así, Las Noticias de Pekín investigó los internamientos forzosos en psiquiátricos de algunos firmantes de peticiones. Pero sigue siendo peligroso cuestionar a los poderosos, sobre todo a los protagonistas económicos como el Banco Agrícola de China que, a finales de 2008, consiguió la suspensión de la licencia del semanario económico China Business Post. En efecto, todos los medios de comunicación tienen que disponer de la correspondiente licencia, conseguida en una institución estatal.

Y en la víspera del 20 aniversario del movimiento democrático de junio de 1989 a todos los medios se les ha impuesto guardar silencio sobre la represión que siguió a ese acontecimiento. Igualmente, los periodistas solo pueden hacerse eco de la propaganda contraria al movimiento espiritual Falungong, a cuyo canal de televisión NTDTV, así como a sus sitios informativos, no se puede acceder en el país.

Las autoridades siguen apostando por la censura pero también invierten en propaganda, con voluntad de modernizar los medios de comunicación aunque siempre en beneficio de la línea del Partido Comunista. En este sentido, las autoridades movilizan a millares de "pequeños propagandistas", a los que pagan para que encuentren los contenidos subversivos en Internet. Y China quiere rivalizar con los canales internacionales creando una "CNN a la china" porque, según el director del Departamento de Propaganda Liu Yunshan, "es urgente que China actue de forma que (sus) capacidades de comunicación sean acordes con (su) prestigio a escala internacional". Sin embargo, la credibilidad de esos medios se tambaleó duramente cuando censuraron el discurso de investidura de Barack Obama, en el momento en que el Presidente se refería a su "apoyo a los disidentes".

Desde marzo de 2008 la represión en Tibet se abate sobre quienes intentan hacer circular testimonios, sobre todo imágenes, que dan fe de la violencia cometida por las fuerzas de seguridad. Una decena de monjes o militantes de la cultura tibetana se encuentran detenidos, algunos de ellos condenados a cadena perpetua. La prensa local, sobre todo El Diario del Tibet, reproduce una propaganda virulenta que no duda en afirmar que China está comprometida en una "lucha de clases a vida o muerte" contra la "pandilla del Dalai Lama y las fuerzas occidentales hostiles".

A pesar de las leyes estrictas, y del sistema de censura impuesto a las empresas del sector, Internet es un espacio más libre que la prensa. Los bloggers, y más ampliamente los internautas, distribuyen información barrida de los medios de comunicación. Contribuyen a la formación de la opinión pública. Los medios oficiales, ridiculizados a menudo por silenciar acontecimientos importantes, como el incendio del complejo de CCTV a comienzos de 2009, ahora se ven obligados a tratar temas sensibles.

Se supone que la prensa extranjera disfruta de libertad de movimiento y para entrevistar –uno de los escasos logros del período olímpico-, pero cuando los corresponsales internacionales se interesan por asuntos delicados, sobre todo el Tibet, la disidencia o la epidemia de sida, se encuentran con obstáculos e incluso con la violencia. En 2008, el Club de Corresponsales de la Prensa Extranjera en China (FCCC) contabilizó 178 casos de interferencias a medios extranjeros, 63 de ellos durante el período olímpicos.

Para limitar la aparición de reportajes desfavorables en la prensa extranjera, las autoridades presionan a los ayudantes chinos de los corresponsales, obligándoles a registrarse en un organismo semioficial, o intimidan a las fuentes informativas. Varios chinos se encuentran encarcelados simplemente por responder a preguntas de medios extranjeros.

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