martes, 4 de enero de 2011

Su Santidad el Gyalwa Karmapa

Karmapa: Tulkus y reencarnación



Textos y fotos: Lama Tsondru

Casi todo el mundo conoce al Dalai Lama, pero tal vez no son tantos los que han oído hablar de uno de los lamas más importantes del Tíbet desde el siglo XII: Su Santidad el Gyalwa Karmapa.

Actualmente, Su Santidad, Orgyen Trinle Dorje ostenta el título de XVII Karmapa. No ha sido elegido por consenso, como un presidente, sino como la reencarnación del Karmapa número XVI, cabeza de la tradición Karma Kagyu. Seguramente habrán oído hablar de este curioso, por decir algo, sistema de sucesión. En el Tíbet existe la tradición de que cuando un lama muy apreciado y con muchos seguidores muere, se busca su reencarnación y se le lleva de nuevo a su monasterio, donde sus anteriores discípulos le educan hasta que puede desempeñar el papel que asumía en su vida anterior. A esta persona especial se le da el nombre de tulku. Hay diferentes formas de encontrar a estos tulku. Sus seguidores pueden consultar a un lama eminente dentro de su misma tradición para que con su clarividencia les dé alguna indicación del lugar y del momento del nacimiento, así como de cualquier detalle que pueda ayudarles a identificarle, como el nombre de sus padres actuales y el área donde viven. El lama consultado entrará en meditación profunda hasta que consiga localizar al pequeño tulku. Otras veces sucede que un niño especial y superdotado llame la atención de alguien competente que se dé cuenta de que es la reencarnación de algún lama. En algunas tradiciones se somete al niño encontrado a una serie de pruebas tales como escoger un objeto que le perteneció en su vida anterior entre otros muchos objetos parecidos. Este tema ha sido argumento de algunas películas, como por ejemplo El Pequeño Buda o El Niño de Oro.

Sin embargo, el caso del Karmapa es todavía más especial. Él es el único que antes de morir deja una carta sellada a sus principales monjes, en la que da claras indicaciones de dónde renacerá y de cómo encontrarle y de qué momento será el apropiado para abrir esta carta y empezar a buscarle. Las indicaciones de estas cartas pueden resultar curiosas (como por ejemplo en qué dirección está orientada la puerta de la casa) si no entendemos que en el Tíbet, con su población rural y nómada, no existían nombres de calles y números. No solamente esto, sino que fue el Karmapa el primer lama en utilizar este sistema de tulku o reencarnación reconocida. No hay ningún otro tulku que ostente un número tan alto como el diecisiete. Recordemos que el actual Dalai Lama es el catorceavo. El XVII Karmapa fue descubierto de esta manera, con los datos que él había escrito en enero de 1981, unos meses antes de su fallecimiento, en una carta que escondió dentro de un relicario que le regaló al XII Tai Situpa, estando en Calcuta, diciéndole que le protegería y que en el futuro le sería muy útil.

Según el budismo, todos los seres después de la muerte y tras pasar por un periodo intermedio, nacemos de nuevo con un cuerpo y unas circunstancias dictadas por nuestro karma, es decir por nuestras tendencias, y no tenemos poder para 'escoger', como algunas personas creen, nuestra próxima familia ni nuestro país. Sin embargo el viento del karma no mueve a los seres con una gran realización espiritual, que no necesitan renacer en mundos como el nuestro. Y lo hacen, pero voluntariamente por su gran compasión, y por tanto eligen el momento y las circunstancias más apropiadas para su actividad en beneficio de los seres.

Buda predijo la venida del Karmapa en el Samadhiraja Sutra y en el Mahakarunapun-darika Sutra, donde dice que en el futuro aparecerá un importante bodhisattva llamado 'el de la actividad iluminada', (Karma es actividad y pa es 'aquel') que con gran compasión trabajará para el bien de los seres. También se dice que Karmapa será el sexto buda de nuestra época. Sakyamuni fue el cuarto, Maitreya será el quinto. Actualmente se le considera pues como un bodhisattva del décimo nivel, o sea un nivel anterior a la plena iluminación de un Buda. El primer Karmapa fue discípulo del gran maestro Gampopa que lo fue a su vez del famoso yogui Milarepa. Heredero espiritual de su maestro y por tanto cabeza del linaje Karma Kagyu, se conoció al primer Karmapa con el nombre de Dusum Kyenpa, el conocedor de los tres tiempos por su gran realización espiritual que le dotaba de una insuperable clarividencia. Desde entonces, este ser extraordinario, ha seguido naciendo en nuestro mundo durante siete siglos, para el bien de todos los seres.

Localización y reconocimiento del Karmapa El anterior Karmapa murió en el año 1981, en un hospital de Chicago, donde dejó pasmados a los médicos. Estaba en la etapa final de un cáncer de estómago muy avanzado y unos días mostraba esta terrible enfermedad mientras que otros días estaba totalmente sano, andando, hablando y riendo con sus visitantes. Pero lo más extraordinario para el personal del hospital fue ver que después de su muerte se mantenía sentado en su cama, erguido sin mostrar rigor mortis, y con el pecho caliente. Su conciencia, todavía dentro de su cuerpo estaba en estado de meditación, reposando en la clara luz, la esencia de su ser. Cuando terminó el tercer día, su cuerpo dejó de estar erguido y el calor desapareció, señal de que ya había salido.

Durante los años siguientes los principales lamas del linaje Karma Kagyu buscaron su carta de predicción sin ningún resultado. Trataron de recordar sus palabras en busca de una clave que les llevara al sagrado documento, pero no fue hasta el año 1991, cuando estando Situ rimpoché en retiro, le vino a la mente el relicario de oro que su maestro, el Karmapa, le había entregado en Calcuta en 1981 como protección. Normalmente este tipo de protecciones nunca se abren, pero Tai Situpa tuvo la inspiración de abrirla. La carta estaba dentro con instrucciones de no abrirla hasta el año 1991. La inspiración del discípulo había venido según los deseos del conocedor de los tres tiempos. Tai Situpa informó a los otros tres tulkus principales y juntos leyeron la carta, que de una manera muy poética anunciaba que la reencarnación tendría lugar en el Tíbet, en un área llamada Lhatog y en una familia nómada. En el momento de su nacimiento se oiría el sonido de una concha sin que nadie la tocara y esto sucedería en el año 1985, y especificaba el nombre del padre y el de la madre. Los tulkus acordaron enviar al Tíbet a Akong Rimpoché junto con otro lama para investigar discretamente. Finalmente, estos lamas con la ayuda de los lamas del monasterio de Tsurpu, sede principal de todos los Karmapas, cerca de Lhasa, encontraron a un niño considerado muy especial, nacido en el año 1985 entre signos milagrosos, que cumplía todos los requisitos. A este niño ya lo estaban educando en un monasterio porque el maestro de la localidad le había reconocido como un tulku muy importante, pero no se sabía cuál. En aquella época el niño ya estaba preparándose y varias veces puso sus cosas sobre una cabrita diciendo que iba al encuentro de sus monjes que le estaban buscando.

Aún sabiendo de la clarividencia del Karmapa quedaron todos sorprendidos de lo extremadamente precisa que habían sido su carta de predicción. Una delegación lo llevó a su monasterio para la ceremonia de entronización.

Algunos lamas, principalmente Shamar Rimpoché, el sobrino del anterior Karmapa, y sus seguidores, no aceptaron al nuevo Karmapa como tal, albergando dudas sobre la autenticidad de la carta. Sin embargo, el Dalai Lama, muy feliz por la noticia, reconoció oficialmente a Orgyen Trinle Dorje como la reencarnación del Karmapa. Explicó que poco antes él mismo había tenido un sueño en el que se veían montañas cubiertas de hierba entre las que había un valle. Dos arroyos cruzaban el valle, uno por cada lado, y se oía una palabra resonar: Karmapa. El Dalai Lama quedó convencido después del sueño de que el descubrimiento del nuevo Karmapa era inminente. La descripción del paisaje de su sueño corresponde claramente al lugar de su nacimiento, al que vino en el mes de junio, en una tienda de nómadas, mientras su familia se dedicaba al pastoreo en aquel valle.

Su escapada del Tíbet Con gran felicidad por parte del pueblo tibetano que había estado esperando durante años a uno de sus principales lamas, el XVII Karmapa fue entronizado en Tsurpu. Poco después el gobierno de China Popular le reconocía oficialmente como tal. El Karmapa se había convertido curiosamente en el primer y único tulku reconocido por el gobierno del Dalai Lama a la vez que por el chino. Este último le protegió estrechamente y durante los años posteriores intentó 'reeducarle' y a pesar de todas sus iniciales promesas puso muchos obstáculos para que el joven Karmapa viajara a la India para encontrarse con su maestro Tai Situpa que debía pasarle la transmisión, y también para que este último pudiera visitarle en Tíbet. La situación llegó a tal extremo que un día el Karmapa tuvo que tomar una dolorosa y difícil decisión. Si aceptaba su situación de casi prisionero, no podría de ninguna manera realizar la actividad para la que había vuelto al mundo: Beneficiar a los seres con su sabiduría, su compasión y su poder. Y a los catorce años de edad planeó, con la ayuda de muy pocos de sus colaboradores, la huida del Tíbet y su encuentro con el Dalai Lama.

En diciembre de 1999 el Karmapa informó a las autoridades del monasterio que el día 27 deseaba empezar un retiro de tres semanas en su habitación, lo cual era normal y no despertó sospechas. Su cocinero se quedó en su habitación ocupando su puesto, comiendo la comida que se le pasaba al Karmapa y nadie se imaginó que el verdadero ocupante de la habitación había saltado por la ventana en una fría noche y subido a un jeep con tres de sus monjes, vestido de paisano, con un sombrero de piel bien encasquetado y unas gafas. Dejaba atrás una carta explicando al gobierno que la razón por la que se marchaba era para poder recibir el Dharma, ya que había sido rehusada repetidamente su petición de poder encontrarse con sus maestros. Atravesaron los Himalayas por Mustang, y tras muchas peripecias y penalidades el día 5 de enero del 2000 llegaron por fin a Dharamsala, al norte de la India. Un mensajero fue a ver al Dalai Lama y le dijo que había un joven lama recién llegado del Tíbet que quería saludarle. El Dalai Lama con gozosa sorpresa dio la bienvenida al joven y agotado Karmapa.

En la actualidad Desde entonces el Karmapa ha vivido en el monasterio de Gyuto, cerca de Dharamsala. Durante estos últimos años su presencia ha sido reclamada en todos los países, pero el gobierno indio, a pesar de haberle aceptado como refugiado, no le ha concedido el pasaporte, por lo cual no le ha sido posible viajar y conocer a todos sus seguidores que están en todos los continentes y que van de peregrinaje a la India para poder verle. Tampoco le está permitido ir al monasterio de Rumtek, sede del XVI Karmapa en la India, donde están todas sus pertenencias y reliquias de sus antepasados, ni tampoco ir al monasterio de Tai Situpa, que está muy cerca de Gyuto. Dicen que todos estos inconvenientes los produce el gobierno chino, que ha pedido repetidas veces al Karmapa que vuelva al Tíbet. También se dice que es Shamar Rimpoché con sus influencias en el gobierno indio quién le causa obstáculos. Pero por fín este año 2007 podría ser el año de su libertad ya que le han prometido que le concederán el pasaporte. Esperamos que esto sea así y que podamos tenerle pronto entre nosotros.

Se rumorea que el día que falte el Dalai Lama, sólo una fuerte figura religiosa, aceptada y querida por todos, como el Karmapa, podría tener el respeto y la fuerza para ser el líder del pueblo tibetano y de su causa. El Karmapa es muy carismático, joven e inteligente y ha sido aceptado por todos. Algunos dicen que el Dalai Lama lo mantiene cerca de él para asegurarse un sucesor político. Pero los Karmapas a lo largo de la historia nunca han querido involucrarse en la política del Tíbet. Han sido maestros espirituales y nunca han querido poder. Tal vez las circunstancias actuales son distintas. El tiempo dirá.

El Kagyu Monlam El Kagyu Monlam es una gran celebración en la que se congregan monjes y monjas de los monasterios de la tradición Kagyu en India, Tíbet, Nepal, Bután y Sikim, al que asisten también peregrinos de todas las demás tradiciones y monjes occidentales. Se celebra cada año en la Gran Stupa de Bodhgaya, en la India, el lugar más sagrado para los budistas, bajo el árbol Bodhi, el lugar donde Buda alcanzó la Iluminación. Allí todos juntos recitan durante una semana muchas plegarias para la paz y la armonía en el mundo. La palabra tibetana 'monlam' significa aspiración. Este encuentro es una tradición que data de varios siglos atrás y reúne unos cinco mil monjes y monjas ordenados y otros tantos peregrinos laicos.

El Karmapa ha presidido este encuentro internacional desde el 2001. Muchos otros grandes maestros han asistido también al Monlam, entre ellos el Dalai Lama en el año 1999 y en el 2000. Además de las plegarias, Su Santidad da enseñanzas, y por la tarde da charlas especialmente para los peregrinos occidentales.

De entre ellas cabe destacar una charla en la que habló de la importancia de ser vegetariano. Pidió a todos los asistentes que consumieran menos productos cárnicos o mejor que siguieran una dieta vegetariana. Explicó que comer animales es incongruente con el estilo de vida del bodhisatva, que es el que se sigue en el budismo tibetano. Además, si muchos budistas se vuelven vegetarianos, esto quiere decir que se salvan muchas vidas de animales, y esto por la ley de la interdependencia ayudará a apartar obstáculos para la salud y la vida del Dalai Lama y la del Karmapa, y prolongará asimismo las vidas de otros grandes maestros.

La Charla de Fin de Año Con su poderosa e impresionante presencia, a pesar de sus jóvenes veintiún años, el Karmapa entraba cada noche en el enorme templo donde daba una enseñanza a los afortunados occidentales que asistíamos al Kagyu Monlam. Esperábamos su llegada cantando su mantra, Karmapa Chenno (Karmapa conóceme) con una hermosa tonada. Sus charlas nos impresionaron mucho, ya que nos hacía sentir como si fuéramos amigos de toda la vida. Si pensamos que cuando estaba en el Tíbet bendecía a las miles de personas que pasaban bajo su trono de varios metros de altura tocándoles con la punta de una cinta, encontramos más impresionante la cercanía de espacio y de contenido con la que nos obsequiaba y que evidentemente él también disfrutaba.

A continuación les ofrezco un extracto de lo que nos dijo el último día del año S.S. Karmapa, Urgyen Trinle Dorje.

"Cuando era pequeño y vivía en el monasterio, en nochevieja estaba ansioso esperando la llegada del año nuevo. Casi no podía ni dormir, quizá a causa de la posibilidad de nuevas esperanzas y aspiraciones. Y para este año nuevo también tengo una esperanza: recorrer vuestro continente. Caminar por los mismos paisajes y abrir la puerta a la intimidad. Ésa es mi esperanza para el año nuevo.

>>Cuando miramos hacia atrás el año que ya termina, podemos recordar experiencias dolorosas y difíciles, así como experiencias alegres y felices. Todas ellas son como paisajes, tapices en nuestras vidas. Es importante recordar estas alegrías y tristezas que han marcado este último año. La cuestión es que las dificultades y experiencias dolorosas que hemos afrontado no deberían arrinconarse o ser ignoradas por ser demasiado duras. Las dificultades y los desafíos deben ser los atributos que moldeen nuestra vida futura.

>>A nivel personal he afrontado una serie de dificultades, especialmente en 1999 y 2000 (su escapada del Tíbet), como muchos de vosotros ya sabéis. Las dificultades que he afrontado se han convertido en los adornos de mi vida. De no haber sucedido así, tal vez permanecería en el anonimato, así que parte del reconocimiento que recibo puede ser otorgado a dichos sucesos. Todas las dificultades pueden tomarse como bendiciones disfrazadas. Pueden ser los ornamentos de nuestra vida. Debemos utilizar los problemas para desarrollarnos y crecer. Así es como se convierten en atributos, en dignidad humana, en riqueza, en plenitud. Ornamentos surgidos del hecho de ser capaces de aprender. Si uno no es capaz de hacer esto, al menos debería aprender a soltar los problemas. No llevéis con vosotros toda una carga de pesares para este año que empieza. Empezad el año nuevo con vida nueva.

>>En 2006 he tenido que afrontar numerosos desafíos, particularmente tomando la responsabilidad de dirigir el "Kagyu Monlam". Es mucha responsabilidad, muchas dificultades y cosas a tener en cuenta. Pero en esta víspera todas esas dificultades, por muy duras que fueren, han valido la pena porque han sido afrontadas por vosotros. Así pues, las he dejado atrás. Esta noche vengo a vosotros totalmente fresco y nuevo. Espero que vosotros también podáis estar frescos y renovados. Adornad y dignificad vuestra existencia humana y, por lo menos, no acarreéis una carga del pasado. Decid adiós al año anterior.

>>Hemos de tener en cuenta que el tiempo y las costumbres no nos controlan. El tiempo no dictamina nuestro cambio personal, ni tampoco las costumbres. Es nuestra voluntad la que manda. Utilizamos la nochevieja como vehículo para el cambio, pero podemos cambiar siempre que queramos.

>>El propósito principal del budismo es darnos cuenta de nuestra visión condicionada de la realidad a la que nos aferramos fanáticamente. Las enseñanzas budistas nos ayudan a comprender y a deshacernos de estas fijaciones. No se trata de desarrollar un punto de vista nuevo, sino más bien de ir más allá de todos los puntos de vista. Cuando aplicamos el Dharma adecuadamente a nuestra vida cotidiana, nuestra actitud se libera de fijaciones exageradas, de modo que cuando afrontamos desafíos y dificultades tenemos suficiente espacio para dar cabida a las cosas. No tenemos por qué quedarnos encallados, hemos de saber encontrar espacio para la esperanza, para nuevas posibilidades, para la confianza.

>>Lo que realmente necesitamos es una experiencia genuina de paz y de estabilidad mental, y un desarrollo de nuestro amor, compasión y sabiduría, examinando continuamente nuestra vida cotidiana para que este cambio se produzca día a día.

>>Hemos de ser capaces de ayudarnos a nosotros mismos sin depender de los demás. Nos alimentamos tres veces al día porque tenemos la noción de cuidar el cuerpo. Tenemos la noción de un 'yo' que es el dueño del cuerpo. Es una experiencia persistente, a pesar de no ser una entidad con una base concreta, como pueda ser el cuerpo. Tal vez se refiere a la conciencia, a nuestra experiencia de la mente. Si es así, deberíamos cuidar de ella, alimentar la mente tres veces al día -con vitaminas mentales-, para ser fuertes, sentir confianza, y tener madurez. Pillar un resfriado es desagradable, pero un resfriado mental es peor. Quizás deberíamos cuidar nuestra mente más que nuestro cuerpo.

>>Como conclusión quisiera decir que, según parece, sois unos mil, venidos de lejos. Para mí sois como mil Budas, mil Bodhisattvas. De hecho, no sé como es un Buda, pero actualmente para mí los Budas tienen diferentes tipos de cabello: rubio, negro, castaño, pelo largo, corto. ¡Me sorprende la variedad con la que se manifiestan los Budas!

>>El hecho de que hayáis venido y participado con sinceridad en el 'Kagyu Monlam' me renueva las fuerzas. Me siento vigorizado, me hace sentir que debo hacer más. De modo que os agradezco a todos esta fuerza. Muchas gracias. En el pasado mis actividades han dependido de los demás, de las conexiones, de la fuerza colectiva. Así será también en el futuro: dependerá de la fuerza acumulada entre todos, de los vínculos mutuos. Sois muy importantes para mí, una fuente de beneficio, y tal vez yo lo sea también un poco para vosotros.

>>Esta noche expreso mis buenos deseos de todo corazón de bienestar para todos los seres, así como el deseo genuino de que permanezcamos conectados durante los próximos años. Si hay felicidad, la experimentaremos juntos; si hay sufrimiento, lo experimentaremos juntos.

Con esto os deseo todo lo mejor. Feliz Año Nuevo".

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