HYANGJA, Nepal — En un rincón de la guardería del campo de refugiados de Tashi Palkhel Tibetan, las tarjetas con las letras del abecedario acumulan polvo al lado de la pizarra. Arriba de la nevera descansa un camión amarillo de juguete. Los rompecabezas, los juegos y los muñecos de superhéroes –gastados de tantos años de uso- no resultan interesantes para los pocos alumnos de esta pequeña escuela con sólo tres aulas.
Pero no es que la guardería esté a reventar de juguetes o que los niños simplemente no quieran jugar con ellos. Por el contrario, la inactividad de esta escuela –a 120 millas al oeste de Katmandú- refleja una tendencia creciente en los asentamientos tibetanos: menores tasas de natalidad, menos matrimonios y, sobre todo, la huida de todo el mundo.
“En los próximos dos años quizás tengamos que cerrar la clase de kindergarten porque no habrá suficientes alumnos”, afirma Pema Chodon, de 39 años, y responsable de la guardería. “Debido a que hay menos gente casada, hay menos niños. Si no hay futuro, no hay niños. Y si no hay niños, no hay futuro”, afirma.
Hace 50 años, cientos de miles de refugiados tibetanos huyeron de la zona –controlada por China- siguiendo a su líder espiritual, el decimocuarto Dalai Lama, y optaron por el exilio. Muchos fueron a la India donde les ofrecieron refugio y tierras. Algunos se quedaron aquí en lo que entonces era el reino Himalaya de Nepal.
Pero a medida que pasan los años, los exiliados y los observadores internacionales dicen que la inestabilidad política de Nepal, además de la incertidumbre económica y la fuerte presión política de China, repercuten en una de las comunidades más vulnerables del mundo.
Es difícil dar cifras oficiales, pero las decenas de personas entrevistadas explican la misma historia: los tibetanos se van del refugio que ha sido su hogar desde 1959.
La drástica caída de alumnos en campamentos como Tashi Palkhel — que alberga a unos 800 refugiados tibetanos — dan cuenta de la situación. Desde 1997, el número de niños menores de 5 años ha caído un 65 por ciento, según las estadísticas del campamento. Hoy en día, sólo quedan 30. En el campamento cercano de Tashi Ling Tibetan, que acoge a unos 500 refugiados, la cifra de niños en edad escolar ha caído casi un 10 por ciento en los dos últimos años.
Yeshi Choedon, secretaria de Tashi Ling, destaca que la mayor reducción de la población es la de hombres y mujeres en edad de casarse. Durante los tres últimos años, el 14 por ciento de los tibetanos, con edades entre 18 y 32 años, han abandonado el campamento. Algunos se han ido a la India, pero la mayoría ha optado por occidente, hacia EEUU o Canadá.
El hecho que los tibetanos abandonen Nepal no es un fenómeno exclusivo de este grupo. Pero los expertos advierten que la gran atención que presta China a la comunidad tibetana en el exilio hace que los tibetanos estén cada vez más vulnerables. El mes pasado, mientras la población tibetana de Nepal se preparaba para celebrar el 51 aniversario del levantamiento –fallido- contra China, decenas de tibetanos sin papeles fueron arrestados, entre ellos 13 ciudadanos que comían en una zona turística de la ciudad.
Los observadores occidentales, ninguno de los cuales desea hablar sobre los tibetanos en Nepal por deferencia a China, dicen que los tibetanos exiliados están realmente solos. Las celebraciones sensibles como la conmemoración [del levantamiento] del 10 de marzo hacen aumentar los contingentes policiales, afirman.
Sudip Pathak, presidente de la Organización de Derechos Humanos de Nepal (ODHN) y ex comisario de derechos humanos del gobierno nepalí, señala que el tema de los refugiados tibetanos hacen que Katmandú esté atrapado entre dos gigantes: “El gobierno siempre cree que si soy contrario a China, entonces no puedo gobernar en Nepal. Si soy contrario a la India, entonces no puedo gobernar en Nepal. Es un problema de psicología nepalí”.
El 28 de febrero pasado, una delegación china recorrió el distrito Dolakha, en la parte oriental de Nepal, para protestar por el aumento de tibetanos que atraviesan la frontera (acababan de pasar 17). Sólo durante el mes de febrero, la policía detuvo a más de 90 tibetanos, según ODHN. Algunos habían atravesado desde el Tíbet, otros habían entrado desde la India (después de haber ido de peregrinaje), y otros eran residentes de larga data sin documentos.
La gran mayoría de tibetanos de Nepal –un 75 por ciento de los 30.000 que viven allí, según algunos cálculos- no tiene papeles y son básicamente ilegales. Muchos han recibido buena educación, pero la mayoría de los nacidos en las dos últimas décadas no tienen derecho a trabajar ni viajar.
Los expertos reconocen que Nepal cede a sólo una parte de las exigencias de China. Y aunque es muy fácil arrestar a los tibetanos, también es verdad que son liberados rápidamente. A pesar de la prohibición de manifestaciones políticas, los tibetanos están normalmente bien considerados entre los nepalíes, con quienes comparten una historia y religión similares. Aún así, muchos tibetanos que residen en Nepal ven dos opciones para su futuro: aguantar o huir.
jueves, 15 de abril de 2010
Los tibetanos abandonan Nepal por la presión china
ueves, 15 de abril de 2010 - 21:51 h
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