miércoles, 20 de octubre de 2010

controlar el miedo


CLAVES SAGRADAS PARA APRENDER SOBRE TU MIEDO Y CONTROLARLO

Según el Budismo hay dos tipos de miedos, el propio y el impropio. Aprende a trabajarlos y a erradicar los que no te sirven.

La crisis económica ha enfrentado a la cesantía a millones de personas y eso ha creado climas laborales aún más estresantes. Todos hoy hablan de perder el trabajo. Una angustia que se comenta en los pasillos y que llega muchas veces a niveles de psicosis.
El miedo, uno de los sentimientos más antiguos, permitía protegernos de los peligros y evitaba exposiciones innecesarias. Pero con la evolución y la conciencia de futuro, el miedo se regó por otros lados.
El miedo puede ser hoy positivo o negativo. Por ejemplo, cuando tenemos miedo a algo que puede perjudicarnos o que no podemos evitar, como el envejecimiento, las enfermedades, la pérdida del trabajo o tener un accidente, nuestro miedo es impropio, puesto que sólo sirve para deprimirnos y paralizarnos.
Por el contrario, cuando alguien abandona el tabaco porque tiene miedo de contraer cáncer de pulmón, este miedo es apropiado porque está basado en un peligro real y se pueden tomar medidas para evitarlo.
Por lo general, tenemos innumerables miedos: miedo al terrorismo, a la muerte, a separarnos de nuestros seres queridos, al compromiso, al fracaso, al rechazo, a perder nuestro trabajo, etcétera. La lista sería interminable.
La mayoría de nuestros miedos tienen su raíz en lo que Buda llama engaños, es decir, maneras distorsionadas de percibirnos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. Si aprendemos a controlar nuestra mente y a reducir y finalmente eliminar estos engaños, acabaremos con el origen de todos nuestros miedos, tanto impropios como apropiados.
CLAVES SAGRADAS PARA APRENDER SOBRE TU MIEDO Y CONTROLARLO

Sin embargo, de momento necesitamos el miedo apropiado que surge de tomar consciencia de nuestra situación para poder cambiarla. Por ejemplo, no tiene sentido asustar a un fumador con que va a morir de cáncer de pulmón a menos que haya algo que pueda hacer al respecto, en este caso, dejar de fumar.
Si un fumador tiene suficiente miedo a morir de cáncer de pulmón, tomará las medidas necesarias para abandonar el tabaco. Sin embargo, si prefiere ignorar este riesgo, continuará creando las causas para sufrir en el futuro, negará el problema y no tendrá control.
Al igual que un fumador está expuesto a contraer un cáncer de pulmón debido al tabaco, nosotros también estamos expuestos al dolor, al envejecimiento, a las enfermedades y a la muerte debido a que estamos atrapados en el samsara, que no es más que el reflejo de nuestra propia mente incontrolada.
Estamos expuestos al dolor físico y mental que surge de una mente perturbada por los engaños del odio, el apego y la ignorancia. Podemos elegir negarlo y, por lo tanto, carecer de control, o podemos reconocer el peligro y buscar una manera de evitarlo eliminando las verdaderas causas del miedo (el equivalente al tabaco): los engaños y las acciones perjudiciales motivadas por ellos. De este modo, tendremos control y no habrá motivos para tener miedo.
Por lo tanto, un miedo moderado a nuestros engaños y al sufrimiento que producen es apropiado porque sirve para animarnos a realizar acciones virtuosas y evitar el verdadero peligro. En realidad, sólo necesitamos el miedo como impulso hasta que hayamos eliminado las causas de nuestra vulnerabilidad encontrando un refugio espiritual y adiestrando nuestra mente de manera gradual.
Después, dejaremos de tener miedo porque ya no habrá nada que pueda perjudicarnos, como le ocurre a un Destructor del Enemigo (aquel que ha alcanzado la liberación y ha derrotado al enemigo de los engaños) o a un Buda (un ser completamente iluminado).
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