La felicidad viene incorporada de serie: el 50% depende de nuestros genes
La perseguimos sin tregua y nos quejamos de no alcanzarla. La felicidad es un bien intangible por el que suspiramos los seres humanos, pero que no está del todo en nuestra mano.
“La herencia genética determina en un 50% el grado de felicidad que puede alcanzar una persona”, según Sonja Lyubormirsky, profesora de Psicología de la Universidad de California. Ésta es una de las expertas que han aportado su experiencia en los dos últimos días para destapar las claves de la dicha en un primer Congreso Mundial, organizado por el Instituto Coca-Cola de la Felicidad.
Para Lyubormirsky, que ayer participó en la última jornada de este original congreso, la propensión a la felicidad vendría incorporada de serie. Nuestras circunstancias personales, aquellas que podemos elegir, como el matrimonio o la vocación profesional, sólo aportan, según esta experta, un 10% a la tarta de la felicidad, mientras que el 40% restante dependería de los comportamientos y pensamientos internos.
“La felicidad no es fácil, como dicen los libros: conlleva trabajo y un compromiso personal y continuo de búsqueda de este estado. Debemos esforzarnos y emplear nuestra energía para lograr ser felices, ya que cuando lo logramos nos sentirnos reconfortados y conectamos mejor con los que nos rodean”, afirmó Lyubormirsky.
Las circunstancias personales que podemos elegir sólo contribuyen en un 10% a la dicha
Ser feliz también es un trabajo. Para el psicólogo y experto en educación Javier Urra, la clave para lograr ser dichosos “es proponérselo”. Una vez superada esta fase, hay que apostar y creer en nosotros mismos, en nuestras capacidades, aceptar las cosas tal y como nos vienen e intentar observar los problemas desde la distancia para tener perspectiva y poder solucionarlos. “No hay que olvidarse de anteponer los pensamientos a los sentimientos, y aprender a desear lo que tenemos”, afirmó.
El PIB alternativo
Y para demostrar que la felicidad no está en el aire, la clausura del Congreso corrió a cargo del primer ministro de Bután, Jigme Thinley, un país con una población cada vez más feliz. Thinley desveló las claves de un nuevo sistema socio-económico, cuyo progreso se mediría en función de la Felicidad Interior Bruta y no del Producto Interior Bruto. El político reivindicó la importacia de la felicidad en la vida, porque “es la única f´órmula que existe para conseguir la estabilidad mundial”.
La principal responsabilidad de un gobernante es, según Thinley, atender no sólo a las necesidades materiales de los ciudadanos, sino a las espirituales.
Esto nos evitaría más de un disgusto: en cuanto llega la crisis todo desaparece, recordó el político. “Las posesiones, todo lo material, son un puro espejismo que no aporta ni seguridad ni felicidad”, concluyó.
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