Una cámara en cada intersección, en cada plaza, casi en cada esquina y en cada árbol. Por ahora se limita a una ciudad. O sea, que si tiene éxito, el Gobierno chino irá adelante y lo extenderá a otros megacentros urbanos
Esto es seguridad: una cámara en cada intersección, en cada plaza, casi en cada esquina y en cada árbol. Dicen que es un proyecto que por ahora se limita a una ciudad, Chongqing. O sea, que si tiene éxito, el Gobierno chino irá adelante y lo extenderá a otros megacentros urbanos. El llamado plan 'Chongqing pacífico' trata oficialmente de garantizar la vigilancia contra la delincuencia y de extremar la seguridad de los ciudadanos en la ciudad que está considerada como la de más rápido crecimiento del mundo. Chongqing tiene una población urbana estimada en unos doce millones de habitantes pero sus tentáculos metropolitanos alcanzan a otros 19 municipios con más de 35 millones. Y hasta medio millón más se suman anualmente a esta megalópolis, que en realidad es una provincia entera del tamaño de Andalucía. Con estas magnitudes ¿qué menos que medio milloncete de cámaras para que todo vaya sobre ruedas?
The Wall Street Journal publica este martes un reportaje en el que llama la atención y muestra su preocupación ante un proyecto tan absorbente y agobiante que incluye además lo último en material informático y de redes de comunicaciones, proceso de datos y almacenamiento. Tan escamado está el diario neoyorquino que lo encuadra en una sección dedicada al seguimiento de países autoritarios. La sección se titula gráficamente 'Censura, S.A.'. En el proyecto 'Chongqing pacífico', con una inversión de no menos de 2.400 millones de dólares, han puesto sus ojos empresas de alta tecnología de EU, como Cisco Systems Inc. En realidad, han sido los chinos los que han puesto los ojos en Cisco, líder mundial en montaje y soluciones de redes para transferencia de datos entre múltiples puntos y ordenadores centrales vía internet. En concreto, la contratista principal de 'Chongqing pacífico' es la compañía china Hikvision Digital Technology Co., que a su vez cuenta con la pericia de otras empresas extranjeras para culminar el proyecto al más alto nivel.
Y aquí está el problema, que es doble. Por un lado, la cantinela oficial china de que se trata de establecer un sistema de seguridad fiable y efiaz en uno de las mayores concentraciones humanas del mundo choca con el historial del Gobierno de Pekín en cuanto a tolerancia con la oposición. De oposición, nada. Ni de protestas, ni de manifestaciones, ni de reivindicaciones. Así que en cuanto a derechos humanos respecta, China los incumple todos. Por eso el WSJ y la propia Cisco están con la mosca detrás de la oreja: no se vería bien colaborar en un sistema de control y de vigilancia digno de un estado policía. En segundo lugar, y aparte de la restricción de tipo moral, está la legal: desde la matanza de Tiananmen en 1989, EEUU prohibió la venta a cualquier entidad pública o privada de China de material de tortura o represión. El WSJ subraya que entre el material prohibido estarían los equipos para tomar, almacenar y contrastar las huellas dactilares. Pero hay una zona gris, la del material tecnológico que puede servir para lo bueno y para lo malo. Una cámara instalada en una intersección puede salvar vidas al alertar instantáneamente de una colisión y acelerar la llegada del SAMUR chino.
No es sólo Cisco. Otras compañías norteamericanas como Intergraph y Hewlett Packard están a la espera de una invitación para participar en ese proyecto, que se supone será el primero de una larga lista de ciudades. Por de pronto, las otras tres megalópolis que junto a Chongqing integran el cuarteto de centros administrativos especiales de China: Pekín, Shangai y Tianjin. Ante la perspectiva de negocios tan considerables, ¿no hay riesgo de que en algún punto empiece a desdibujarse lo ético y lo legal? Todd Bradley, uno de los vicepresidentes de HP, lo plantea al comentar que según los chinos cualquier pedido será destinado exclusivamente con fines de seguridad, no de represión: 'Les tomamos la palabra tal cual en lo relativo al uso que le van a dar al equipo. Realmente no es mi trabajo meterme en qué o cómo lo van a utilizar. Nuestro trabajo es entrar en la licitación que han convocado'.
Por su parte, el presidente de Hikvision, Hu Yangzhong, asegura con énfasis en una entrevista con el WSJ que el proyecto 'Chongqing pacífico' tiene exclusivamente la finalidad de ley y orden para luchar contra la delincuencia, no la de orden público para vigilar a los ciudadanos. Pero a modo de comparación, una ciudad como Chicago tiene instaladas 10.000 cámaras, y 8.000 Nueva York. ¿Para qué hacen falta 500.000 cámaras en Chongqing, para evitar que le roben la cartera a cualquiera de sus doce millones de habitantes urbanos? Tocan a una cámara por cada 24 vecinos, porque el proyecto se va a ejecutar en la zona central de la ciudad. Y aunque fuera destinado a toda la población, todavía sería una cámara por cada 70 chongqingueses.
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