Las fuerzas de seguridad chinas han detenido a dos monjes budistas de etnia tibetana en un monasterio del suroeste de China, en una zona de mayoría tibetana, según informaron varios miembros de este pueblo en el exilio, que citaron fuentes presentes en la zona.
Los clérigos Gyamtso y Losang Gendun fueron detenidos en el monasterio de Kirti en la prefectura de Aba, una zona de mayoría tibetana en la provincia de Sichuán. En estas instalaciones conviven unos 2.500 monjes de origen tibetano. En esta zona, se han producido once inmolaciones de tibetanos desde marzo reclamando libertad para el Tíbet, bajo administración de Pekín. Gyamtso fue detenido el pasado 21 de noviembre y Losang en octubre, según dos monjes exiliados en un monasterio de Dharamsala, en India, donde se encuentra el Gobierno exiliado de Tíbet. Kanyag Tsering, uno de los clérigos de Dharamsala, explicó a Reuters que el Gobierno de Aba no dio ninguna razón cuando les detuvo y que desconoce el paradero de los clérigos.
"Esos dos monjes no estaban implicados en ninguna actividad política o en inmolaciones", explicó Kanyag, quien habló con tres diferentes fuentes en la región de Aba. "Eran monjes de alto rango dentro del monasterio de Kirti", señaló.
Jedroob Thondup, nieto del Dalai Lama, explicó que Gyamtso era profesor en la escuela de las instalaciones religiosas antes de que se cerrara y muchos de sus artículos fueron publicados en los prensa de la región. Lobsang fue tutor en un instituto en Kirti.
Según Kanyag, las autoridades chinas han enviado a más de 200 funcionarios al monasterio de Kirti desde agosto para una campaña de "reeducación patriótica". "Los monjes no saben quiénes son estos funcionarios o a qué departamento pertenecen", comentó. "Están controlando los movimientos de los monjes, han colocado por todas partes pequeñas cámaras", denunció.
Los monjes del monasterio de Kirti jugaron un papel crucial en las protestas que se produjeron en Tíbet en marzo de 2008 antes la celebración de los Juegos Olímpicos de Pekín. Las autoridades chinas reprimieron con violencia estas manifestaciones.
El Gobierno de China rechaza las acusaciones de maltrato o explotación hacia los tibetanos, asegurando que desde que controlan el territorio se han conseguido grandes beneficios para toda la sociedad, modernizando un sistema que todavía tenía rasgos feudales.
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