"Son prácticas dañinas de raíz cultural, que valoran más a los niños sobre las niñas", explicó en un reciente encuentro en Ginebra Isha Dyfan, responsable de Género y Derechos de las Mujeres de la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, una de las agencias signatarias del documento. Las otras cuatro son: la Organización Mundial de la Salud (OMS), Unicef (dedicada a la infancia), el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), y ONU-Mujeres (pro igualdad de género).
Según el informe, hace años que China, India y Vietnam superan la ratio por sexo habitual en seres humanos, por la que nacen entre 102 y 106 varones por cada 100 niñas (véase gráfico). El peor récord se ha registrado en zonas de la región india del Punyab, con 132 bebés de sexo masculino por cada 100 del femenino (datos del 2001). Hay también descompensación en Armenia, Azerbaiyán y Georgia.
Resultado: un genocidio silencioso de magnitud similar a las grandes masacres bélicas del siglo XX. Se estima que faltan en el mundo más de 160 millones de mujeres, que no llegaron a nacer, que fueron asesinadas siendo bebés tras el parto, o que murieron en la infancia por negligencia alimentaria y médica. La estimación figura en el libro Unnatural selection. Choosing boys over girls, and the consequences of a world full of men (Selección no natural. Escoger niños sobre niñas, y las consecuencias de un mundo lleno de hombres), publicado por la periodista estadounidense Mara Hvistendahl. "Es un cálculo realizado por un demógrafo en el 2005 –explica Hvistendahl–, que analizó la ratio global por sexo de ese año en Asia, en adultos y en niños, y calculó cuántas mujeres más habría en la población si el continente tuviera una ratio por sexo normal".
La cifra actualiza la arrojada hace veinte años por el economista indio y premio Nobel Amartya Sen, que estimó en 100 millones ese ejército de niñas y mujeres inexistentes, víctimas por mera razón de sexo de mayor mortalidad que sus coetáneos varones. El informe de las agencias de la ONU no da una cifra global de difuntas (aunque en el 2000 habló de entre 100 y 200 millones de missing women), y existen otros cómputos y criterios que arrojan otras cantidades, pero los especialistas coinciden en que las mujeres que no existen –y demográfica y biológicamente deberían existir– suman decenas de millones.
Las mata una perversa combinación de circunstancias sociales muy arraigadas –que privan a la mujer de heredar y obligan a su familia a pagar una costosa dote cuando se casa–, y de avances tecnológicos que permiten averiguar el sexo del bebé de modo cada vez más precoz. "La dote es ilegal en India, pero en la práctica las familias del novio siguen exigiéndola", aclara Isha Dyfan. Aunque biológicamente el sexo es decidido por el esperma del padre, las mujeres en India sufren gran presión social y familiar para engendrar niños, y en muchos casos las familias de sus maridos las penalizan con maltrato físico y psicológico si no lo logran. En ese país se registran 500.000 abortos de niñas al año, según la oenegé internacional Plan, que lucha por los derechos de la infancia. Contra lo que podría pensarse, el aborto de niñas se da en familias urbanas de clase media.
En China, la política del hijo único se ha superpuesto a la ancestral preferencia por el varón, de manera que las ratios por sexo son inquietantes en algunas grandes ciudades. En el 2007, la ratio en Pekín era de 118 niños por cien niñas, y en Shanghai, de 120. En el campo, la tendencia prosigue. Las familias rurales chinas dependen en la vejez del hijo varón, que junto a su esposa cuidará de sus padres ancianos. La familia de la nuera quedará sin protección en la ancianidad, a menos que tenga otro hijo.
"Los Estados tienen la obligación de asegurar que se aborden esas injusticias sin exponer a las mujeres a riesgos de muerte o lesión grave por denegarles acceso a servicios, entre ellos el aborto realizado en buenas condiciones y de conformidad con la ley, y a otros servicios de atención a la salud", alertan expertos de Naciones Unidas. De hecho, el abaratamiento de las ecografías (en India pueden costar el equivalente a siete euros) influye, pero la ONU insiste en que no se debe culpar a la tecnología por añadirse a una lacra que ya existía.
En realidad, los intentos por atajarla en clave sólo tecnológica han fracasado. China, India, Nepal y Vietnam promulgaron leyes contra el uso de tecnología para saber el sexo del feto y se prohibió el aborto por ese motivo. Pero no ha funcionado: basta una propina al ecografista para que con un gesto dé a entender si el bebé es niño o niña, y se acaba recurriendo a abortos clandestinos, con grave peligro para la salud y la vida de la madre. El informe de la ONU dice que se precisan más políticas sociales de cambio. Algo se ha hecho. India aprobó en el 2004 la ley de sucesión hindú, que permite a las hijas heredar casi a la par que los hijos, y en el 2007, la de manutención de ancianos, que responsabiliza a hijos e hijas en proporción a la herencia. En China ha habido una campaña televisiva de mensajes positivos sobre las niñas, incentivos a familias con hijas, y vivienda y pensiones para parejas rurales con descendencia femenina. La ONU apoya esta línea, para que niñas y mujeres sean percibidas como seres tan valiosos como los niños y los hombres.
Hombres que no hallarán esposa y más violencia
Las consecuencias de dar muerte a las niñas antes de que nazcan, o de hacerlas víctimas de infanticidio en sus primeros años de vida, trascienden el carácter de crimen execrable de tales comportamientos para convertirse en un grave riesgo demográfico y social. "Existe la creencia infundada de que la escasez de mujeres elevará su estatus, y de que acabarán casándose con hombres que realmente quieran crear una familia –arguye Tanushree Soni, especialista regional de género para Asia de la oenegé internacional Plan, dedicada a los derechos de la infancia–. Nada más lejos de la realidad, ya que esta desproporción ocasiona un incremento de la violencia de género, y del tráfico y la explotación sexual". En India, los últimos datos del censo indican que hay entre un 12% y un 15% más de hombres que de mujeres en edad de contraer matrimonio. La Academia China de Ciencias Sociales calcula que, en torno al 2020, uno de cada cinco hombres chinos jóvenes no podrá casarse por falta de potenciales esposas. Las implicaciones de este desequilibrio pueden ser devastadoras, y se están viendo ya en algunos países. Según la declaración conjunta de cinco agencias de la ONU, "la falta de mujeres en algunas áreas lleva a su tráfico desde otras regiones para matrimonios forzados, e incluso a que una mujer sea compartida por varios hermanos".
Esas novias a la fuerza no suelen hablar el idioma del lugar, se ven aisladas de su entorno familiar, y enseguida se les exige concebir hijos varones. Muchachas vietnamitas y norcoreanas son compradas o raptadas para ser vendidas en regiones agrícolas chinas. Crece la prostitución. Muchos analistas ven escandaloso este enfoque de los riesgos demográficos de la eliminación deliberada de las niñas porque empobrece la dignidad de las mujeres y las infravalora al sugerir que sus vidas cuentan sólo si tienen alguna importancia para los hombres. Para las que dan a luz a hijas indeseadas, las consecuencias suelen ser terribles. El castigo viene de la familia del marido y de él mismo, e incluye "violencia, abandono, divorcio (o ser obligadas a vivir con una esposa adicional) e incluso muerte", recita el informe de la ONU. En India, sospechosos accidentes de cocina matan a mujeres debido a dotes que sus suegros juzgan insuficientes, o por no tener descendencia masculina. En China, se sabe de campesinas apaleadas por su familia política por ese motivo. Más violencia: se las obliga a quedar embarazadas una y otra vez, y a cuantos abortos sean necesarios, hasta que nazca un niño.
Esas novias a la fuerza no suelen hablar el idioma del lugar, se ven aisladas de su entorno familiar, y enseguida se les exige concebir hijos varones. Muchachas vietnamitas y norcoreanas son compradas o raptadas para ser vendidas en regiones agrícolas chinas. Crece la prostitución. Muchos analistas ven escandaloso este enfoque de los riesgos demográficos de la eliminación deliberada de las niñas porque empobrece la dignidad de las mujeres y las infravalora al sugerir que sus vidas cuentan sólo si tienen alguna importancia para los hombres. Para las que dan a luz a hijas indeseadas, las consecuencias suelen ser terribles. El castigo viene de la familia del marido y de él mismo, e incluye "violencia, abandono, divorcio (o ser obligadas a vivir con una esposa adicional) e incluso muerte", recita el informe de la ONU. En India, sospechosos accidentes de cocina matan a mujeres debido a dotes que sus suegros juzgan insuficientes, o por no tener descendencia masculina. En China, se sabe de campesinas apaleadas por su familia política por ese motivo. Más violencia: se las obliga a quedar embarazadas una y otra vez, y a cuantos abortos sean necesarios, hasta que nazca un niño.
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