Una introducción a la meditación mahamudra |
Thrangu Rinpoche
Transcrito por Annelie Speidelsbach
Una producción de Namo Buddha Publications y
Baolin.org. Para libre distribución, queda prohibida su
venta.
Copyright © 2001 de Thrangu Rinpoche
Título original en inglés: An Introduction to Mahamudra Meditation
Tr. inglesa desde el tibetano de Yeshe Gyamtso
Tr. española desde la versión inglesa de Benito Carral Diez / Baolin.org
(http://www.baolin.org)
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro, ya se
trate de textos o de gráficos, puede reproducirse de ninguna
forma, electrónica o cualquier otra, sin el permiso escrito de
Thrangu Rinpoche o Namo Buddha Publications.
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Sito web de Thrangu Rinpoche: www.rinpoche.com
Estas enseñanzas fueron dadas en
Edmonton, Canadá
del 25 al 27 de junio de 1999
Nota
En su primera aparición, hemos puesto en cursiva las palabras
técnicas para avisar al lector de que puede encontrar su
definición en el glosario.
Para ayudar al practicante las palabras tibetanas se dan como se
pronuncian, no como se escriben.
Agradecimientos
Nos gustaría dar las gracias a Yeshe Gyamtso por traducir estas
enseñanzas al inglés, a Benito Carral Diez por traducirlas al
español y a Annelie Speidelsbach por transcribirlas.
Capítulo 1
La meditación mahamudra
Habitualmente, cuando viajo doy muchas enseñanzas sobre
meditación. Trato de hablar sobre todo de la práctica de la
meditación mahamudra. Mi esperanza al hacerlo es dar a las
personas algo que realmente les ayude a trabajar con sus propias
mentes.
La razón por la que enseño mahamudra es que cuando el
decimosexto karmapa vino a Occidente y se le preguntó qué práctica
sería adecuada para la cultura occidental, respondió que sentía que la
práctica de meditación que debía seguirse es el mahamudra.
LOS 84 MAHASIDDHAS
Como los practicantes del Dharma manifiestan una variedad
innumerable de estilos de vida, la práctica tiene que ser capaz de
adaptarse a cualquiera de estos estilos. Si miramos la historia de la
práctica del mahamudra en la India, resulta evidente la idoneidad de
la meditación mahamudra.
Durante el florecimiento de las enseñanzas mahamudra en la
India (siglos VIII-XII), innumerables personas practicaron el
mahamudra y lograron la realización a través de esta práctica. Entre
estas personas 84 de ellas se hicieron muy famosas y fueron llamadas
los 84 mahasiddhas. Si estudiamos sus vidas, vemos que tuvieron
una gran variedad de estilos de vida, trabajos y posiciones sociales.
Algunos fueron extremadamente ricos e influyentes y llevaron vidas
muy ocupadas. Pero incluso en medio de ese estilo de vida pudieron
seguir practicando el mahamudra y beneficiarse a sí mismos y a los
demás.
Un ejemplo de esto fue el rey Indrabodhi, que era muy rico y
estaba muy ocupado gobernando su reino. Sin embargo, mientras
continuó cumpliendo sus responsabilidades como monarca, pudo
practicar el mahamudra y lograr el despertar o iluminación.
Otro ejemplo de los 84 mahasiddhas fue el gran erudito y
profesor Nagarjuna. Nagarjuna fue profesor y compuso un gran
número de tratados eruditos en un tiempo en el que la India estaba
llena de diferentes tradiciones religiosas o espirituales. Escribió
muchos libros para aclarar la posición del budismo respecto a todas
esas tradiciones. Estos libros siguen estudiándose hoy en día y gozan
de la mayor confianza. Son tan poderosos en su exposición del
Dharma que su lectura puede cambiar realmente nuestra forma de
pensar. Él también estaba muy ocupado enseñando y escribiendo,
pero a pesar de ello encontró tiempo para practicar el mahamudra y
lograr el despertar.
Un ejemplo muy diferente de los 84 mahasiddhas fue el siddha
Tilopa, una persona corriente. No fue ni un gran rey ni un gran
erudito. Se ganaba la vida moliendo semillas de sésamo para hacer
aceite. Sin embargo, mientras realizaba esta humilde tarea, pudo
practicar la meditación mahamudra y lograr la realización.
Si miramos las vidas de los 84 mahasiddhas de la India,
encontramos que algunos fueron comerciantes, algunos, jornaleros y
otros, simples vagabundos. Lo que todos ellos compartieron es que
lograron el siddhi supremo o realización mediante la práctica del
mahamudra. El asunto es que sin importar cuáles puedan ser nuestras
responsabilidades y trabajos particulares en esta vida, la práctica del
mahamudra resulta efectiva para lograr la realización. Es por ello que
el decimosexto karmapa recomendó esta forma de meditación.
Entre todas las prácticas de meditación que se encuentran en el
budismo, el mahamudra es la más conveniente. Hay muchas otras
instrucciones, y, por supuesto, muchas de ellas son extremadamente
profundas, pero su aplicación requiere una gran austeridad o una
estricta situación de retiro. En resumen, muchas de estas
meditaciones sencillamente no encajan en nuestras vidas. Sin
embargo, el mahamudra consiste básicamente en la cultivación de la
atención vigilante y del estado de alerta de nuestra mente, y no
requiere una fuerte austeridad ni un retiro particularmente estricto.
Simplemente encaja en nuestra vida tal como es. Lo más importante
en nuestras vidas es que nuestra mente se encuentre bien. Así que
trabajamos nuestra mente para volverla calma y pacífica, y nuestra
vida y nosotros mismos comenzamos a llenarnos de gozo. Esto
reduce el estrés y la ansiedad que de otra forma provocarían
perturbaciones mentales y enfermedades físicas. Una mente gozosa
también hace posible que tengamos éxito en cualquier empresa que
emprendamos.
LA MENTE COMO UNA JOYA QUE CONCEDE LOS DESEOS
Básicamente estamos compuestos por dos partes: nuestro cuerpo y
nuestra mente. Como podemos ver y sentir nuestro cuerpo, tendemos
a pensar que es el más importante. Pero en realidad, si miramos de
cerca nuestra experiencia, vemos que nuestra mente, al final, es la
más importante. Se ha dicho que nuestro cuerpo es como un sirviente
empleado por la mente y que la mente es como un monarca. Cuando
nuestra mente está feliz, experimentamos un bienestar que se
extiende a nuestro cuerpo físico. Además, cuando nuestra mente se
encuentra en un estado positivo, nuestras acciones físicas y verbales
también son positivas de forma automática. Y cuando nuestra mente
está consciente, clara y lúcida, nuestras acciones son más efectivas.
Por eso, el trabajar nuestra mente para hacerla feliz, positiva y
lúcida es extremadamente importante. Básicamente no hay otra
forma de hacer esto que trabajar con los hábitos que se acumulan en
nuestra mente. Constantemente desarrollamos hábitos de hacer cosas
que pueden ser positivas o negativas. El modo de trabajar con la
mente es cultivar hábitos positivos y constructivos, y abandonar
aquellos que resultan negativos y destructivos.
El resultado final de la práctica de la meditación se describe en
nuestra tradición como budeidad o despertar. Cuando hablamos de la
budeidad o logro de un buda, parece que habláramos de alguna clase
de dios. Pero esto no es para nada lo que significa.
La palabra buda significa simplemente «despertar». Por ejemplo,
la traducción tibetana de la palabra sánscrita buddha es la palabra
bisílaba sangje. La primera sílaba, sang, significa purificar o
eliminar. Es decir, trascender o dejar ir todos los problemas que, de
lo contrario, afligen nuestra mente: tristeza, remordimiento,
agresividad, celos, arrogancia, ignorancia, apatía y demás. En
tibetano, la segunda sílaba es je, que significa expandir o florecer.
Así, sangje significa que cuando podemos dejar ir todos los
problemas que afligen nuestra mente, todas nuestras cualidades
innatas que se encontraban atadas o restringidas pueden florecer con
libertad. Estas cualidades innatas que han sido reprimidas son la
sabiduría, la consciencia, la compasión, la bondad, el amor y demás.
La fuente de estos dos aspectos del despertar —la eliminación de
las aflicciones y el florecimiento natural de las buenas cualidades—
es la práctica de la meditación.
Cuando comenzamos la práctica de la meditación, dudamos a
menudo de la posibilidad de trascender todos los problemas y
defectos que experimentamos. También dudamos de la posibilidad
de lograr lo que parecen buenas cualidades sin límite. Pero estas
cosas pueden lograrse realmente, y la razón de que sea posible se
explica en una línea de una canción espiritual compuesta por el gran
mahasiddha Saraha.
La primera línea de esta canción dice: «Rindo homenaje a la
mente, que es como una joya que concede todos nuestros deseos».
Normalmente esperaríamos que Saraha empezase su canción
rindiendo homenaje al Buda, al Dharma o a la sangha, pero en esta
ocasión no lo hace y sencillamente rinde homenaje a la mente.
Con frecuencia nuestra mente está llena de cosas que
consideramos desagradables: un montón de sufrimiento, desdicha,
miedo, ansiedad, ira y demás. Pero estas cosas, tan desagradables
como son, no forman parte integral o intrínseca de nuestra mente. No
somos estas negatividades. Al mismo tiempo, a menudo dudamos de
nuestra propia valía y capacidades. Pensamos: «Tengo poca
sabiduría», «No tengo inteligencia», «No soy muy compasivo» y
otras cosas así. Sin embargo, a pesar de que podamos creer que no
disponemos de estas cualidades positivas, nunca sucede que no se
encuentren en nosotros de forma intrínseca; se encuentran dentro de
nosotros, pero están escondidas.
Por esta razón, en la tradición budista se la llama naturaleza
búdica a la naturaleza básica de todo el mundo. Todos poseemos
dentro de nosotros el potencial para desarrollar todas las cualidades
posibles. Y es por ello que en su canción espiritual Saraha se refiere
a nuestra mente como una joya que concede los deseos.
Si tenemos una joya que cuesta mucho dinero, pero no sabemos
lo que es, no nos ocuparemos de ella, la tiraremos a la basura y no le
sacaremos provecho. Pero si la reconocemos por lo que es, la
limpiamos y la utilizamos adecuadamente, nos puede proporcionar
un gran beneficio. Del mismo modo, si tomáis el control de vuestra
mente, podéis lograr realmente cualidades tremendas. Si no tomáis el
control y dejáis que permanezca en un estado de miseria, las
cualidades que se encuentran en vosotros nunca se manifestarán.
LA TRANQUILIDAD Y LA VISIÓN
La meditación tiene dos aspectos principales: la tranquilidad (o
shamatha) y la visión (o vipashyana). Estos términos se emplean en
varias tradiciones espirituales, pero en cada una de ellas su
significado es diferente. De hecho, podemos decir que todas las
tradiciones espirituales que han nacido en la India se han valido de
estos términos para describir su práctica de meditación en algún
momento. Por ejemplo, en la tradición hindú se emplean los términos
shamatha y vipashyana, pero difieren de las técnicas de meditación
que se describen en la tradición mahamudra. La razón por la que
estos mismos términos son empleados por diferentes tradiciones es
simplemente que tanto el hinduismo como el vajrayana budista
nacieron en la India, y ambas tradiciones emplean palabras sánscritas
para describir la meditación.
Se emplean también términos similares en las tradiciones
budistas theravada y zen. Pero, de nuevo, estos se refieren a técnicas
o instrucciones ligeramente diferentes. En la tradición theravada los
términos sánscritos «shamatha» y «vipashyana» significan
tranquilidad y visión. Por ello podemos pensar que las
aproximaciones theravada, zen y mahamudra son idénticas. No
obstante, las instrucciones y métodos de cada una de estas
tradiciones son algo diferentes.
El valor particular de la aproximación mahamudra hacia
shamatha y vipashyana es que se trata de una aproximación fácil de
comprender, y que por lo tanto resulta adecuada para la práctica en la
vida cotidiana.
En esencia, el principio fundamental de todas las prácticas del
Dharma del Buda es tomar el control de la mente y limpiar así los
problemas que la afligen, permitiendo que se desarrollen todas las
buenas cualidades.
LA RESPONSABILIDAD DE LOS SERES HUMANOS
responsabilidad básica con todos los seres: tomar cuidado de sí
mismas. La mejor forma de tomar cuidado de nosotros mismos es
controlar nuestra mente y eliminar los problemas que nos inhiben y
nos afligen, permitiendo que florezcan nuestra sabiduría y nuestras
cualidades innatas. Esto resulta más efectivo para mejorar la calidad
de nuestras vidas que cualquier otra cosa.
Ya seáis budistas o no, hombres o mujeres, ricos o pobres,
educados o incultos, tenéis la misma responsabilidad básica que
subyace a todas las distinciones o particularidades de vuestra vida:
tomar cuidado de vosotros mismos. Esto incluye tomar cuidado de
vuestra mente y controlarla, y para ello la práctica mahamudra
resulta muy útil.
Podéis pensar que la meditación es muy buena pero muy difícil
de practicar. Pero no es así en absoluto, pues la meditación consiste
en trabajar con vuestra propia mente, y, por definición, vuestra mente
es vosotros. Está justo aquí. Os pertenece. Está justo en el centro de
vuestra experiencia y de vuestro mund
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