jueves, 24 de diciembre de 2009

A los amigos y enemigos

A los amigos y enemigos

El enfado y el odio son nuestros enemigos reales.

Por: Sylvia Gereda Valenzuela
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Hace un año, escribí en esta columna un tributo a mis amigos que me han acompañado incondicionalmente en el camino de mi vida y a quienes adoro con todo mi corazón.


Hoy, cierro el 2009, dando gracias a Dios por haber concluido un año más de aprendizaje, de retos y oportunidades. El año que se va fue uno convulsionado, de momentos difíciles pero también de muchas satisfacciones y triunfos. Estuvo lleno de lecciones donde quizá, las más importante ha sido aprender a agradecer no sólo por los amigos, sino también por los enemigos, por los detractores, por los que han fallado o se han ido.


No puedo dejar pasar esta Navidad, sin compartir con mis amigos lectores uno de los textos más hermosos que he leído y que fue escrito por el Dalai Lama en su ensayo Propósito de la vida. Esta, es una lección permanente de amor y agradecimiento.
En esta Navidad, regalo a mis lectores una trascripción de sus palabras, esperando que sea un punto de reflexión en sus vidas.


Dalai Lama nos dice, “Hay una gran pregunta que subyace bajo nuestras experiencias, no importa que pensemos en ella conscientemente o no. ¿Cuál es el propósito de la vida? Y en un análisis extenso habla de la compasión, la bondad, los amigos y enemigos. Luego agrega:


“Debo enfatizar de nuevo que el hecho de pensar meramente en que la compasión, la razón y la paciencia son beneficiosas no basta para desarrollarlas. Debemos estar a la espera de las dificultades que van a surgir y entonces intentar practicar con ellas. ¿Y quién crea dichas dificultades? Nuestros amigos no desde luego, sino nuestros enemigos. Ellos son quienes nos dan los mayores problemas. Así, si realmente queremos aprender, debemos considerar al enemigo como a nuestro mejor maestro.


Para una persona que aprecia la compasión y el amor, la práctica de la tolerancia es esencial, y para ello, un enemigo es esencial. Debemos pues sentirnos agradecidos hacia nuestros enemigos, ya que son ellos los que mejor nos ayudan a desarrollar una mente tranquila. También vemos que tanto en la vida pública como en la privada, debido a un cambio en las circunstancias los enemigos se convierten en amigos. El enfado y el odio son siempre dañinos, y a no ser que entrenemos nuestras mentes y trabajemos para reducir su fuerza negativa, continuarán perturbando y entorpeciendo nuestros intentos por desarrollar una mente en calma.


El enfado y el odio son nuestros enemigos reales. Ellos son las fuerzas contra las que debemos pelear y vencer, no los enemigos “temporales” que aparecen intermitentemente a lo largo de nuestra vida. Desde luego, es natural y correcto que todos queramos tener amigos. A menudo hago bromas diciendo que si quieres ser realmente egoísta debes ser muy altruista. Debes cuidar de los demás, preocuparte por su bienestar, ayudarles, servirles, hacer más amigos, sonreír más... ¿el resultado? Cuando tú mismo necesites ayuda encontrarás a muchos que se brinden a dártela. Si por otro lado, descuidas el dar felicidad a los demás, en último término tú serás el perdedor. En la sociedad materialista de hoy en día, si tienes dinero y poder pareces tener muchos amigos. Pero no son amigos tuyos, son amigos de tu dinero y poder. Cuando pierdes tu fortuna e influencia resulta muy difícil encontrar a esa gente.


El problema está en que mientras las cosas en el mundo nos vayan bien, nos sentimos confiados, creemos que podemos arreglarnos por nosotros mismos y sentimos que necesitamos amigos, pero cuando nuestra situación y salud declinan, nos damos cuenta rápidamente de cuán equivocados estábamos.


Este es el momento en que aprendemos quién nos ayuda realmente y quién no nos es de ninguna utilidad. Así pues, para prepararnos para ese momento, para conseguir amigos auténticos que nos ayudarán cuando surja la necesidad debemos cultivar nosotros mismos el altruismo. Una sonrisa auténtica realmente nos crea una sensación de frescor y es, creo, única de los seres humanos. Si esas son las sonrisas que deseamos, entonces deberemos crear nosotros mismos las causa para que surjan”.

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