Sólo son unas chispas las que han dado el salto de Cercano Oriente a China. Pero ya el revolucinario Mao Tse Tung advertía en su día: "Una chispa puede desencadenar un incendio". El poderoso aparato de seguridad chino reaccionó por ello de inmediato cuando un llamamiento anónimo comenzó a circular por Internet exhortando a una "revolución de los jazmines" en China al igual que en otros países árabes. Decenas de miles de agentes fueron alertados el fin de semana en las grandes ciudades del país para aplastar cualquier germen de rebelión.
Era la primera vez que un llamamiento de protestas en Internet llevaba a acciones coordinadas en varias ciudades y a una movilización tan masiva de las fuerzas de seguridad. El "Global Times", el órgano del Partido Comunista en habla inglesa, minimizó hoy el proceso sin precedentes asegurando que "sólo un puñado" de personas siguieron el llamamiento. "Estas personas son como los mendigos en las calles - nunca desaparecen mientras el resto del país avanza", criticó el diario. En general, afirmó el rotativo oficialista, en el extranjero se presta demasiada atención a las protestas inspiradas en la "revolución de los jazmines".
Sin embargo, si alguien ha seguido el llamamiento a las protestas son seguramente la policía y las fuerzas estatales de seguridad, ambas inquietas. Incluso un día después de las movilizaciones, amplios dispositivos policiales continuaban patrullando por las calles y la plaza de Tiananmen (de la Paz Celestial). En muchos otros lugares podían verse coches de policía. Hasta fueron movilizados miembros del comité de vecinos con pulseras rojas.
"Debemos intentar desactivar conflictos y disturbios cuando se encuentran todavía en su fase inicial", dijo el miembro del politburó Zhou Yongkang, responsable del aparato de seguridad.
"Las protestas del jazmín son en el fondo efecto de la gran transformación en Cercano Oriente", dijo a dpa Nicholas Bequelin, experto de la organización de defensa de los derechos humanos Human Rights Watch. Las acciones individuales de ayer domingo difícilmente pueden compararse con las revueltas en Egipto y otros países árabes, sostuvo. "Son más un desafío simbólico al régimen que un verdadero intento de organizar un levantamiento popular".
Aun así, en China hay un fuerte debate sobre los "valores globales" en todas las capas sociales e incluso dentro del gobierno. "China no es imune a ello, pese a toda la censura", dijo Bequelin. La cúpula está nerviosa, porque fundamenta su legitimidad en el crecimiento económico y el país resulta cada vez más difícil de gobernar. "Desde el punto de vista de las fuerzas de seguridad no es una desventaja movilizar excesivamente a la policía, pero en cualquier caso es malo cuando se pierde el control sobre tales incidentes".
Los líderes comunistas han aprendido la lección del movimiento democrático y de la masacre de Pekín del 5 de junio de 1989 de intervenir inmediatamente contra cualquier reivindicación popular. Aunque las demandas en favor de democracia y libertad se reprimieron entonces con violencia, éstas no han desaparecido sino que han cobrado nueva fuerza con el fuerte despunte económico. Y en la actual era de Internet es cada vez más difícil mantener a raya el deseo de participación ciudadana y justicia.
El hecho de que precisamente la flor del jazmín se haya convertido en símbolo de libertad en China parece una ironía de la historia. "Molihua", la vieja canción sobre la flor del jazmín de la dinastía Qing, es considerada casi como un himno nacional no oficial y se dio a conocer en Occidente con la ópera "Turandot" de Giacomo Puccini.
Durante los Juegos Olímpicos de 2008 en Pekín se pudo escuchar en una versión modificada en las ceremonias de entrega de premios. "Ninguna flor es más bella", reza la letra en un paralelismo no intencionado con el actual desarrollo de los acontecimientos en China. "Si la agarro, tengo que temer que el jardinero me regañe".
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