La mayoría de las religiones que han tenido su origen en la india (como el hinduismo y el budismo), ponen de manifiesto a través de su fe, una determinada cosmovisión del mundo que les es común. Para ellas, el cosmos no es permanente ni creado y en su cima, se hallan los cuatro reines de renacimiento absolutamente mental, carente de toda forma. Por debajo, se hallan los reinos de la forma pura, en donde viven los dioses. Por ejemplo, los dioses tienen una especial importancia en la vida ordinaria del budista, pero no son permanentes, a lo sumo, son eternos. Esto significa que los mismos dioses, sujetos al renacimiento, deben tratar de alcanzar la iluminación. En el nivel más bajo, está el reino del deseo, que consiste en los cielos, en los cuales viven los treinta y tres dioses védicos del hinduismo, incluído Indra, o Sakka para los budistas. En el mismo nivel viven los humanos, los animales y los asuras (dioses celosos). Y por debajo de todos, viven los fantasmas hambientos (pretas) y los infiernos. Así, los mandalas son representaciones esqsuemáticas de los mundos ideales asociadas por lo general a un Buda en particular. En este sentido son esenciales para la práctica de la meditación tántrica en la cual el prácticamente aprende a visualizar los reinos celestiales de Buda. Los cosmogramas pintados o tallados en piedra, pueden ser también elaborados a base de arena y tierra. Se los considera polos de energía física y se diferencian del mundo profano para la celebración de determinados ritos, incuso el canto de los mantras. Si bien éstos representan el marocosmos del cosmos, representan también en microcosmos de la propia energía del practicante. Para el hinuísmo, la deidad es fuente de toda existencia y se la compra con una araña en el centro de su tela, de donde son emitidas todas las cosas y dentro de la cual todas son absorbidas
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