jueves, 12 de agosto de 2010

el viaje a Lashi


2 EL VIAJE A LASHI

Reverencia a los gurús

Una vez, cuando el gran Maestro de yoga Jetsun Milarepa moraba en la ermita del Valle Enjoyado, pensó: "Debo obe­decer las órdenes de mi gurú e irme a la montaña nevada de Lashi para practicar la meditación. Saldré pues de este lugar".

Milarepa llegó a Nya Non Tsar Ma, paso a la montaña nevada de Lashi, donde la gente de Tsar Ma tenía una fiesta y bebía. En sus charlas alguien dijo: "¿Sabían ustedes que actual­mente vive un gran yogui llamado Milarepa? Vive siempre solo en las montañas nevadas, en lugares remotos e inhabitables observando disciplinas ascéticas que nadie más que un perfecto budista puede lograr. ¿Han oído ustedes de él?" Mientras así alababan al Jet­sun, Milarepa llegó a la puerta. Una bella joven llamada Lesebum, ataviada con ricos ornamentos, le dio la bienvenida preguntán­dole: "¿Quién eres y de dónde vienes?" "Querida anfitriona", replicó Milarepa: "Yo soy el yogui Milarepa, que siempre mora en los sitios ignotos de las montañas. Vengo aquí a pedir comida". "Con gusto te daré algo", dijo la joven. "¿Pero de veras eres tú Milarepa?" Él contestó: "No hay ninguna razón para que yo te mienta". La joven, encantada, corrió adentro de la casa con la noticia y llamó a los jara­neros diciéndoles: "¿Hablaban ustedes de un yogui famoso que vive lejos? Pues bien, allí está en la puerta".

Todos corrieron a la puerta, algunos hicieron reverencias al Jetsun, otros le preguntaron diversas cosas. Todos se enteraron de que él era Milarepa y lo invitaron con gran respeto y reverencia, dándole comida. La anfitriona, joven rica, llamada Shindormo, le ofreció su hospitalidad y le preguntó: "Reverendo, ¿puedo preguntaros adonde vais?" Milarepa respondió: "Voy camino a la mon­taña nevada de Lashi a practicar meditación". La joven le dijo: "Esperamos nos otorgues la gracia de quedarte en Dreloon Joomoo y bendecir el lugar. Te proveeremos de todo el alimento necesario sin que tengas que hacer esfuerzo alguno de tu parte". Entre los huéspedes había un Maestro llamado Shaja Guna, quien dijo a Milarepa: "Si fueras tan amable de quedarte aquí en Dreloon, valle de los fantasmas, te ayudarías a ti y a nosotros. Yo haré lo mejor que pueda por servirte". Un parroquiano exclamó: "¡Qué maravilloso sería que pudiésemos tener al gran yogui Milarepa con nosotros! Tengo una buena hacienda ganadera, pero los demonios y fantasmas se han vuelto tan atrevidos que ahora aparecen hasta de día. Son tan malvados que ni yo mismo quiero ir por las cer­canías del lugar. A ti imploro por tu bondad y gracia, que la visites pronto". Todos los invitados hicieron reverencias ante el Jetsun ro­gándole que fuera a la hacienda.

Milarepa replicó: "Iré en seguida, no por tu hacienda o ga­nado sino por obedecer a mi gurú".

"Estamos satisfechos con tu promesa de ir", dijeron ellos. "Aho­ra te prepararemos el mejor alimento y arreglaremos lo necesario para tu partida." Milarepa dijo entonces: "Estoy acostumbrado á la soledad, vivo en una ermita y no necesito ni compañía ni ali­mento. Pero les ruego acepten mi gratitud por su generosidad. Prime­ro deseo ir solo a la hacienda. Luego ustedes podrán venir y ver lo que ha pasado". Cuando Milarepa llegó al pie de la montaña, los subhombres crearon alucinaciones ¿terroríficas con objeto de hosti­lizarlo. El sendero que trepaba hasta el pico parecía llegar al cielo y se estremecía y ondulaba. Rodaban truenos embravecidos, brilla­ban los relámpagos golpeando todo alrededor, y la montaña, a ambos lados, temblaba y se sacudía.

El río se volvió de pronto un gran torrente desbordándose en las orillas y convirtiendo el valle en un vasto lago llamado, años después, "Lago de los Demonios". Milarepa subió, hizo un ademán y de inmediato bajaron las aguas. Fue a la parte baja del valle. Los demonios estremecieron ambos lados de la montaña y cayeron rocas como lluvia. Luego la Diosa de la Colina construyó un sen­dero para el Jetsun el cual corría como serpiente a lo largo de la cordillera. Este sendero se llamó luego "Sendero de la Diosa de la Co­lina" o "Serranía de la Dakini". Así, Milarepa venció a todos los de­monios menores, pero los más grandes y poderosos, enojados por el fracaso, se reunieron al final del "Sendero de la Diosa de la Co­lina" para desencadenar un nuevo ataque. Milarepa concentró su mente e hizo otro ademán místico para dominarlos. De pronto todas las visiones malévolas desaparecieron. La huella de un pie suyo quedó impresa en la roca sobre la cual sé paró. Caminó apenas unos pocos pasos y ya el cielo estaba despejado. Con ánimo exaltado se sentó luego en la cumbre de la colina y entró en el samadhi de la Misericordia, y una compasión inmensurable hacia todos los seres surgió en su corazón. Debido a esto, Milarepa experimentó gran des­arrollo espiritual y gran inspiración. Más tarde ese lugar donde él se sentó fue llamado "Colina de la Misericordia".

Luego Milarepa fue a la orilla del río (literalmente Río Bue­no), donde practicó la Yoga del Río Fluente (samadhi).

En el décimo día de la luna de otoño del Año del Tigre de Fuego, un demonio de Nepal llamado Bha Ro, el cual capitaneaba una gran armada demoniaca o un ejército de demonios, invadió el cielo y el Valle del Buen Río, desafiando a Milarepa. Los demonios transportaron las montañas y las lanzaron contra el Jetsun, atacándolo con truenos y lluvia de lanzas. Gritáronle y abusaron de él con tretas: "¡Te mataremos! ¡Te amarraremos y te cortaremos en pedazos!" Y así y así. También aparecieron en formas horribles y espantosas para atemorizarlo. Sospechando o intuyendo el propósito del demoníaco ejército, Milarepa cantó La Verdad del Karma:

Me refugio en los gurús misericordiosos

y ante ellos rindo homenaje.

Con mirajes e ilusiones,

ustedes, demonios de ambos sexos,

pueden crear estos terrores fantásticos.

Ustedes, pobres Ah Tsa Ma, fantasmas hambrientos,

nunca podrán dañarme.

Debido a que vuestro pasado karma maligno

ha madurado, han recibido

en esta vida cuerpos demoníacos

y vagan por siempre en los cielos

con mentes y cuerpos deformes.

Impulsados por las terribles Klesas

tienen las mentes alimentadas con pensamientos hostiles y malvados, vuestras palabras y vuestros actos son malignos y destructivos.

Gritan ustedes: "¡Mátenlo! ¡Agárrenlo! ¡Golpéenlo! ¡Córtenlo en pedazos!"

Soy un yogui libre de pensamientos, que sabe que no hay tal cosa como mente.

Camino valiente como un león

sin temer las acciones, tal como los bravos;

mi cuerpo está fundido con el del Buda,

mis palabras son como las verdades del Tathagata,

mi mente está absorta en el Reino de la Gran Luz.

Veo claramente la naturaleza vacía de los Seis Grupos,

Yogui como éste, ignora los abusos de fantasmas hambrientos.

Si es válida la ley de causa y efecto,

y uno comete los actos que merece,

la fuerza del karma ya maduro los lanzará

al sendero miserable de abajo,

donde hay sufrimiento y pena.

Es triste y lamentable que ustedes, fantasmas y demonios,

no entiendan la verdad.

Yo, el yogui que mira llanamente, Milarepa,

predico a ustedes el canto del dharma.

Todas las criaturas que vienen por alimentos

¡son mis padres y mis madres!

Afligir a quienes debemos gratitud

¡es realmente sin sentido y tonto!

¿No seria un acto feliz y alegre

que ustedes renunciaran a los pensamientos malvados?

Si se retiran a practicar las diez virtudes,

recuerden esto y estudien su significado,

considérenlo con cuidado y atención.

Los demonios se mofaron de Milarepa: "Tu divagación no nos embauca. Nos rehusamos a dejar nuestras magias y a dejarte libre". Entonces multiplicaron sus armas sobrenaturales y aumentaron la fuerza de sus ejércitos demoníacos para afligirlo. Milarepa consi­deró un momento el asunto y luego dijo: "¡Escúchenme, oh, uste­des, ejército de demonios! Por la gracia de mi gurú he llegado a ser un yogui que ha realizado plenamente la última verdad. Para mí las aflicciones y obstrucciones originadas por demonios son las glorias de la mente de un yogui. Mientras mayores sean las aflicciones, más adelantaré en el sendero bodhi. Ahora escuchen mi canto de Los Seis Ornamentos:

Ofrezco mi reverencia a Marpa el Traductor.

Yo, que veo la esencia última del ser,

entono el canto de los Seis Ornamentos.

Ustedes, demonios perversos aquí reunidos,

abran sus oídos y escuchen mi canto atentamente.

Al lado de la montaña central Sumeru,

el cielo brilla azul sobre el Continente del Sur,

el firmamento es belleza de la tierra,

el cielo azul es su ornamento.

Arriba sobre el gran árbol del Sumeru,

relumbran los brillantes rayos del Sol y de la Luna

alumbrando los cuatro Continentes.

Con amor y compasión, el rey Naga

esgrime su poder milagroso,

desde el inmenso cielo, deja caer la lluvia.

Éste es el adorno de la tierra.

Del gran océano surge vapor

llenando el vasto cielo;

allí se forman las grandes nubes.

Una ley causal rige las transformaciones de los elementos.

En pleno verano aparecen los arco iris sobre las planicies

descansando gentilmente en las colinas.

De planicies y montañas

es el arco iris belleza y adorno.

Al Oeste, cuando la lluvia cae sobre el frío océano,

arbustos y árboles florecen en la tierra.

Para toda criatura del continente

ésta es belleza y adorno.

Yo, el yogui que desea permanecer en soledad,

medito en el vacío de la mente.

Ustedes, demonios celosos, aterrorizados

por el poder de mi concentración

se ven forzados a practicar la magia.

De un yogui, los conjuros demoníacos

son belleza y adorno.

Ustedes, subhombres, ¡escúchenme con atención!

¿Saben quién soy yo?,

soy el yogui Milarepa;

de mi corazón surge

la flor de la mente iluminada;

con clara voz canto para ustedes esta alegoría,

con palabras sinceras predico para ustedes el dharma.

Con el corazón misericordioso les doy esta advertencia:

si en vuestros corazones germina la voluntad-bodhi,

aunque ustedes no ayuden a los demás,

sepan que con la renuncia a las diez maldades

obtendrán alegría y liberación.

Si ustedes siguen mis enseñanzas,

sus logros aumentarán grandemente;

si ahora practican el dharma,

un gozo perdurable los envolverá.

Muchos demonios fueron convertidos por el canto, tornándose respetuosos y llenos de fe hacia Milarepa. Cesando el hechizo malig­no, dijeron: "En verdad, eres un gran yogui con maravillosos poderes. Sin tu explicación de la verdad y la revelación de tus milagrosos poderes, nunca hubiéramos entendido. Por lo tanto, ya no te moles­taremos. También estamos agradecidos por tu prédica sobre la ver­dad del karma.

"Hablando con franqueza, tenemos inteligencia e ignorancia limi­tadas. Nuestras mentes están cubiertas del lodazal de la tozudez u obstinación de los pensamientos habituales. Te rogamos pues nos enseñes una lección profunda en significado, de gran ayuda y de simple comprensión y observancia". Milarepa cantó entonces El Canto de las Siete Verdades:

A ti, Marpa el Traductor, mi reverencia;

te ruego incrementes en mí la mente-bodhi.

Sea cual fuere la belleza de un canto,

será solamente un sonido para aquellos

que no captan la verdad.

Si una parábola no está acorde con la enseñanza del Buda,

a pesar de la mucha elocuencia que pueda tener

no pasará de ser sólo un simple eco.

Si uno no practica el dharma,

aunque se proclame muy erudito en la doctrina,

sólo será un autoengañado.

Vivir en soledad es aprisionarse a sí mismo,

si uno no practica la instrucción de la Transmisión Oral.

Trabajar en el campo no es sino un castigo,

si uno descuida la enseñanza del Buda.

Para aquellos que no guardan su moral,

las oraciones son sólo deseos.

Para quienes no practican lo que predican,

la oratoria es una pérfida mentira.

Evitar las malas acciones amengua en sí los pecados;

hacer .buenas obras es ganar méritos.

Permanezcan en soledad y mediten a solas.

El mucho hablar no es de ningún provecho.

¡Sigan mi canto y practiquen el dharma!

Pronto surgió la fe en todos los que escuchaban a Milarepa y le demostraron su gran respeto. Reverenciándolo, lo circunvalaron muchas veces. Muchos regresaron después a sus casas. Pero el jefe de los demonios, Bha Ro, y algunos de sus seguidores no quisieron irse. Una vez más invocaron visiones terroríficas para atemorizar a Milarepa. Mas él los conminó con el canto en que se narra la verdad del bien y del mal:

Me inclino a los pies del misericordioso Marpa.

Ustedes, demonios perniciosos, ¿están aún con ánimo airado?

Vuestros cuerpos pueden volar al cielo fácilmente,

pero vuestras mentes están habitualmente llenas de pensamientos

dañinos.

Muestran ustedes sus colmillos mortíferos para espantar a tos otros.

Pero pueden estar seguros que al afligirlos sólo a ustedes mismos causan conflicto.

La ley del karma no falla nunca en su función,

nadie escapa a su madurez;

ustedes sólo están ocasionando conflicto en ustedes mismos,

¡fantasmas hambrientos, confusos y pecadores!,

sólo siento piedad y compasión por ustedes.

Como siempre han sido pecadores,

el ser malvados es natural en ustedes.

Como el karma de matar los ata,

apetecen carne y sangre como alimentos.

Por quitar la vida a otros,

nacen como fantasmas hambrientos.

Vuestros actos pecaminosos os conducen

a las profundidades del más bajo sendero.

¡Aléjense, amigos míos, de la trampa de ese karma,

y traten de obtener la verdadera felicidad que

está más allá de toda esperanza y todo temor!

Los demonios mofándose dijeron: "Tu eficiente personificación de un predicador que conoce acuciosamente la doctrina es muy impresionante, pero ¿qué convicción has obtenido con la práctica del dharma?" Milarepa replicó con El Canto de la Certeza Perfecta:

Reverencia a Marpa el Perfecto.

Yo soy el yogui que percibe la última verdad.

En el origen de lo no nacido, obtuve por vez primera la certeza;

en el sendero de la no extinción, lentamente perfeccioné mi poder;

con símbolos y palabras plenas de significado

fluyendo de mi gran compasión

entono ahora este canto,

desde el reino absoluto de la esencia del dharma.

Debido a que vuestro karma maligno ha creado

ceguera densa y obstrucción impenetrable,

ustedes no pueden entender el significado de la verdad última.

Escuchen, por lo tanto, la verdad conveniente.

¡En los antiguos e inmaculados Sutras

todos los Budas del pasado han advertido

repetidamente la eterna verdad del karma!

Cada ser sensible es vuestro propio pariente,

ésta es una verdad eterna que nunca falla.

Escuchen atentamente la enseñanza de la compasión.

Yo, el yogui, que evoluciono por medio de mis prácticas,

sé que los obstáculos externos son sólo sombras chinescas.

Y el mundo fantasmal,

un juego mágico de la mente increada.

Al mirar hacia adentro en la mente, se ve

la naturaleza de ella, sin sustancia, intrínsecamente vacía.

Mediante la meditación en soledad, se obtiene la gracia

de la sucesión de los gurús y la enseñanza

del gran Naropa.

La verdad interna del Buda

debe ser el objeto de meditación.

Por la misericordiosa instrucción de mi gurú

entendí el abstruso significado interno del Tantra.

Mediante la práctica de la yoga que alumbra y perfecciona

se engendra el poder vital,

y se realiza la razón interna del microcosmo.

Por eso no temo los obstáculos ilusorios

del mundo exterior.

Pertenezco al gran linaje divino,

junto con inmensurables yoguis, tan vastos como el espacio.

Si, en su propia mente, uno reflexiona

sobre el estado original de la mente,

los pensamientos ilusorios se disolverán por sí solos

en el reino del Dharmadhatu;

no habrá ni quien cause aflicción ni quien sea afligido.

Un estudio exhaustivo de los Sutras

no podrá enseñarnos más que esto.

Jefe y subordinados demoniacos ofrecieron sus calaveras a Milarepa, haciéndole reverencias y circunvalándolo muchas veces. Prometieron traerle alimento suficiente para un mes y desvanecié­ronse en los cielos como arco iris. A la mañana siguiente cuando salía el Sol, el demonio Bha Ro trajo de Mon muchos fantasmas de sexo femenino muy elegantes, así como una numerosa comitiva.

Todos portaban copas enjoyadas llenas de vino y bandejas de cobre con muchos alimentos diferentes, incluyendo arroz y carne, los cuales ofrecieron al Jetsun. Prometiendo de ahí en adelante servirle y obedecerle, se postraron ante él repetidas veces, y luego desapare­cieron. Uno de los demonios, llamado Jarbo Ton Drem, era el jefe de muchos devas.

Con esta experiencia, Milarepa obtuvo gran progreso yóguico. Permaneció allí por un mes, alegre y animoso, sin las torturas del hambre. Un día (cuando ya había pasado el mes) Milarepa recordó un lugar en Lashi renombrado por sus aguas benéficas y decidió ir allí. De camino llegó a una explanada donde flore­cían los tarayes (o tamariscos). En medio de aquella planicie había una roca con un bordo encima; allá arriba se sentó Mi­larepa por un rato y muchas diosas aparecieron inclinándose ante él y sirviéndole viandas apetecibles. Una de las diosas dejó sus dos pies impresos en la roca y luego desapareció como arco iris. Cuando Milarepa continuó su camino, una hueste de demonios se reunió y conjuró para impresionarlo con visiones de grandes órganos feme­ninos, los cuales aparecieron en el camino. Entonces el Jetsun con­centró su mente y expuso su pene erecto con un gesto peculiar. Si­guió adelante y después de la momentánea aparición de otros nueve órganos femeninos, llegó a un lugar donde había una roca en medio con forma de vagina, quintaesencia de la región. Entonces él insertó en el hueco de la roca una piedra de forma fálica (acto simbólico con lo cual dispersó las imágenes lascivas creadas por los demonios. Este lugar fue llamado "Ladgu Lungu".

Cuando Milarepa llegó a media planicie, el demonio Bha Ro vino a darle la bienvenida. Le preparó un sitio para predicar y ofre­ció al Jetsun muchas ofrendas y servicios pidiéndole que le diera ense­ñanzas budistas. Milarepa dio conferencias comprensibles sobre karma y así, el demonio se fundió en una gran roca que estaba frente al asiento de la prédica. Milarepa, con el ánimo muy alegre, perma­neció en esa planicie central durante un mes, luego viajó hacia Nya Non Tsar Ma. Allí dijo a la gente que en verdad aquella planicie había sido un sitio infame antes que él dominara a los demo­nios y transformara la región en lugar propicio para practicar el dharma. También les dijo que quería, tan pronto como fuera po­sible, regresar allí a meditar.



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