Meditación caminando
Caminar en meditación puede ser muy agradable. Andamos a pasos lentos, solos o con amigos, y si es posible en un bello entorno. La meditación nos permite apreciar realmente el caminar – no caminamos para llegar a algún lugar, sino por el simple hecho de caminar. El objetivo es permanecer en el instante presente, conscientes de nuestra respiración y del hecho de caminar, para poder saborear cada uno de nuestros pasos. Debemos olvidar nuestros problemas y angustias, no pensar ni en el pasado ni en el porvenir, y simplemente saborear el instante presente. Podemos practicar dando pasos lentos, tranquilos, con una media sonrisa en los labios y la paz en el corazón. Camina despacio, tranquilamente, como si fueras la persona más despreocupada y desocupada del mundo.Necesitas realmente poder caminar de este modo para obtener serenidad y desapego. No es difícil. Puedes hacerlo. Cualquiera puede hacerlo, a condición de ser un poco consciente y buscar sinceramente la serenidad, la paz y la alegría interior.
Caminar para no llegar nunca
En nuestra agitada vida diaria, a menudo nos parece que somos víctimas de una fuerza que nos empuja hacia adelante. A menudo debemos “correr”. Para ir a dónde, es algo que rara vez nos cuestionamos. Practicar la meditación caminando es como vagar sin objetivo alguno, sin intención de llegar a algún lugar en algún momento. El único objetivo de la meditación caminando es el de practicar la meditación caminando. Lo importante es caminar, no llegar. Esta práctica no es un medio, es en sí el fin y su realización. De cada uno de nuestros pasos brota la vida, la paz, la serenidad. Por tanto, no hay razón alguna para acelerar el paso. Más bien debemos ralentizarlo. Caminamos sin caminar, sin que nos atraiga destino alguno. Y es por esta razón por la que puede nacer en nuestros labios una media sonrisa.
Volver a la vida
Es muy importante entrar en contacto con las maravillas de la vida que tienen la capacidad de nutrirnos, de transformarnos. Es maravilloso poder caminar sobre la hierba, mirar los bellos árboles, contemplar las nubes, las colinas, las flores, escuchar los pájaros. Es realmente un milagro. Pero no tenemos tiempo para hacer las cosas de esta manera. No estamos realmente instalados en la vida real, vivimos en un mundo virtual. Cuando camines utiliza las técnicas de la marcha meditativa y cada paso te ayudará a entrar en un profundo contacto con la maravillosa vida que está ahí mismo. Cuando doy un paso respiro, y cada paso está coordinado con la respiración para estar realmente ahí y poder tocar la vida con mi cuerpo y mi espíritu. Utilizando mi cuerpo y mi respiración hago que mi espíritu regrese a mi cuerpo, y cuando cuerpo y espíritu se unen estoy realmente ahí en el aquí y el ahora. Camina de manera que puedas estar en contacto con la vida a cada paso.
Pasos relajados y tranquilos
En nuestra vida cotidiana nuestros pasos soportan el peso de nuestras angustias y miedos. A veces nuestra vida no es más que una sucesión de días, de meses, de años de preocupaciones. Por todo ello nuestros pasos no son pasos relajados. Sin embargo, el nuestro es un planeta magnífico. En torno a nosotros existen numerosos senderos con bellos recodos, flanqueados de avellanos; senderos perfumados entre los campos de trigo, claros verdes y frescos, sotobosques que lucen los colores del otoño; pero a menudo no nos damos tiempo para disfrutarlos ya que nuestro corazón no está abierto, y nuestros pasos no son relajados. Practicar la meditación caminando es reaprender a caminar con pasos relajados y tranquilos. Cuando teníamos dieciocho meses aprendimos a caminar con pasos tambaleantes. Ahora deberemos hacer de nuevo pequeños pasos vacilantes para practicar la meditación caminando. Pero tras unas cuantas semanas nuestros pasos volverán a ser estables, serenos y despreocupados.
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