lunes, 10 de enero de 2011

Bienvenido, Mister Li

ALBERT CANO Durante la última semana, las secciones de Economía de los diarios parecían un remake de Bienvenido Mister Marshall. Pero, a diferencia de la película de Berlanga, esta vez "no recibíamos con alegría" a los americanos? si no "al chino", como dijo coloquialmente ZP antes de ver al viceprimer ministro, Li Keqiang.

Y es que, ante el mal estado de nuestra economía, la ayuda oriental es bien recibida. Sea en forma de acuerdos comerciales para incrementar nuestra presencia en China, atrayendo inversiones y, sobre todo (tal como anunció el propio Li en un artículo en El País), comprometiéndose a la compra de deuda pública española, para frenar el apetito de los malvados especuladores.

En cualquier caso, es un paso más dentro del desplazamiento del poder geopolítico mundial. Tras sus masivas inversiones en Latinoamérica y en África (en busca de materias primas, para mantener el enorme crecimiento de los últimos años), China ha establecido una cabeza de puente en los países en peor estado de la eurozona, que reciben a sus mandatarios sin reproche alguno.

Las primeras contrapartidas son visibles (y asumibles): cada vez que se ha visitado a países necesitados (Portugal, Grecia o, ahora, España), no ha habido ruedas de prensa, para no incomodar al invitado (¿alguien se acuerda de las violaciones de los derechos humanos? ¿alguien sabe algo del Tibet y el Dalai Lama?).

La incógnita es a largo plazo, si aumenta la dependencia china de países como el nuestro. Por ejemplo, entre miembros de nuestra élite económica empieza a haber una creciente fascinación por la eficacia de su capitalismo autoritario, con escasos derechos sociales, horarios interminables y sueldos ínfimos. Esperemos que no se sustituya el cobro en euros por? un cuenco de arroz al día.

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