El Dalai Lama ha vuelto a convertirse en el centro de las protestas del Gobierno chino, en esta ocasión muy disgustado, según ha hecho saber hoy, por el galardón que el líder espiritual tibetano va a recibir en Italia.
Según ha declarado hoy en rueda de prensa la portavoz del Ministerio de Exteriores, Jiang Yu, la decisión del Roma de designar al Dalai Lama como "ciudadano honorario" de la ciudad, tal y como se hizo público ayer, "hiere profundamente los sentimientos del pueblo chino".
"Esperamos que Italia preste atención a la enorme preocupación de China y tome medidas inmediatas y efectiva para acabar con este impacto negativo y mantengan el desarrollo saludable y estable de las relaciones bilaterales", manifestó la portavoz.
"Tíbet es parte inseparable de China. El asunto tibetano es puramente interno", agregó Jiang, que volvió a insistir en que el Dalai Lama "no es una simple figura religiosa", sino que "desde hace tiempo es un político exiliado implicado en actividades políticas secesionistas".
El reconocimiento de Roma al Dalai Lama se produce justo cuando las relaciones de China con Francia continúan renqueando, tras el encuentro del presidente galo, Nicolas Sarkozy, con el líder tibetano en Polonia, el año pasado.
Pekín, en represalia, decidió cancelar poco después, y de forma repentina, la undécima cumbre con la UE que debía haberse celebrado en Lyon, y no incluyó una parada en Francia durante la gira europea de su primer ministro, Wen Jiabao, en China.
El ex primer ministro francés, Jean-Pierre Raffarin, se encuentra de visita en el país asiático para asistir al 45 aniversario del establecimiento de lazos diplomáticos y con el plan de intentar poner fin a uno de los peores momentos en las relaciones con China.
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