Hay un dicho que dice, como espada flamígera, que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen, lo cual no deja de tener una altísimo grado de relatividad si consideramos como máxima que todos los pueblos merecen los mejores gobiernos; sin embargo, la lexicología y la filosofía no siempre se enfocan en situaciones que evalúan adecuadamente las cosas. En México todos los mexicanos pretendemos tener los mejores gobiernos; no es así, pero no es porque el pueblo no quiera sino porque nuestros gobernantes encuentran siempre la forma de evadir sus obligaciones éticas para con sus mandantes los ciudadanos. La moralidad tiene un peso específico en muchos regímenes del planeta; tal es el caso del régimen todavía comunista de los chinos, que desde la llegada al poder de Mao Tse Tung iniciaron la persecución de los ciudadanos que estaban y están apegados a una creencia mística o religiosa como los que practican el budismo, el confucianismo, el taoísmo y hasta el Feng shui ya que desde aquel entonces Mao Tse Tung implantó la idea de que la religión es el opio de los pueblos, afirmación sumamente cuestionable ante las ideas que han existido en muchas partes de Occidente y otras tantas de Oriente mismo. El caso es que los chinos exigen que la burocracia gubernamental observe conductas intachables en el ejercicio de su ministerio, aun sin disponer de códigos religiosos sino con atención a la doctrina del marxismo leninismo que, como todos sabemos, en la actualidad en la propia China representa una añoranza, dada la inserción del mercado chino en casi cualquier parte del mundo. En este tenor quiero citar una nota periodística que se publicó el día 2 de junio de 2007 en el periódico "El Universal" con el cintillo: "prohíben a funcionarios chinos tener amantes", profundizando en los pormenores de la noticia en cuanto a la penalidad que corresponde al ilícito de tener un o una amante en las tierras de Confucio, que es nada menos que la pena capital, pagar con la vida misma los devaneos derivados de la concupiscencia carnal de los funcionarios de la administración pública, además de la aplicación de la misma pena a los funcionarios corruptos como le sucedió a un ex director de la administración estatal de alimentos y fármacos chino, según la noticia, que fue condenado a la pena de muerte con la aplicación de la norma que se comenta.
¿Qué se puede argumentar a favor o en contra de la medida?: todo, cualquier cantidad y orientación de las opiniones que se quieran expresar; siempre llegaremos a la conclusión de que hay distintas maneras de ver las cosas. Sabemos que en la actualidad una medida así en un país como México es impensable, mucho menos para los que tienen el monopolio del constructo normativo, que por supuesto que están lejos de diseñar una codificación que los enjuicie por conductas como las que se ven con mucha frecuencia en un altísimo porcentaje de políticos que al llegar al poder luego se deshacen de las parejas que habían tenido antes de ser famosos. Junto con la prohibición de tener amantes o contratar prostitutas, el gobierno chino prohíbe organizar reuniones supersticiosas o tomar drogas, abandonar sus familias o no dar un trato adecuado a las personas mayores, aunque desde luego los castigos sean variantes según la gravedad de los casos. El propósito de los chinos es recuperar la honorabilidad de las funciones gubernamentales; tal vez la idiosincrasia de la sociedad china sea congruente con las medidas que adopta para hacer prevalecer la imagen de los servidores públicos, pero los extremos siempre son criticables y más cuando se observan actitudes como la que el gobierno chino ha desplegado en contra del pueblo tibetano que claramente refiere una ideología distinta a la del pueblo chino, reflejando, con su dominio bélico sobre ellos, altos estándares de fundamentalismo y crueldad hacia una población ancestralmente pacífica como el pueblo que dirige desde el exilio en Dharamshala, India, el XIV Dalai Lama, Jetsun Jamphel Ngawang Lobsang Yeshe Tenzin Gyatzo desde 1959 en que sucedió la invasión de los chinos, al Tíbet cuando el Dalai Lama era aún un jovencito sin experiencia alguna en materia de política exterior, obligándolo a pedir refugio en la India, desde donde despliega su filosofía de la no violencia y la práctica de las virtudes como la compasión mediante la bodichita y el cultivo de todas las virtudes de los seres humanos como instrumentos para sobrellevar la interdependencia en la búsqueda de la iluminación. Es indudable que el pueblo chino ha dejado de ser ejemplo como lo fue con los gigantes de la filosofía y la espiritualidad como Lao Tsé y Confucio que han sido soterrados de la cultura tradicionalmente cultivadora de la conciencia con el misticismo que llegó hasta el exterior del imperio chino, a infinidad de seres humanos que nos encontramos envueltos en esta vida de sufrimiento ocasionado por la ignorancia de las profundidades de la conciencia, que se ha venido reproduciendo generación tras generación. La implantación de la pena de muerte en China para los funcionarios que incurran en adulterio y otras manifestaciones de corrupción pone en la superficie que el sistema de valores en aquel país está en plena decadencia.
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