domingo, 23 de mayo de 2010

bajan las vocaciones religiosas ?


Más de 60.000 novicios han sido ordenados este fin de semana en una ceremonia multitudinaria para evitar el declive del budismo en Tailandia, donde el número de vocaciones religiosas se ha reducido drásticamente debido al consumismo y hedonismo propios de la modernidad.

La solemne ceremonia, en la que estaban representados 330 templos de todo el país, tuvo lugar en el centro de la Fundación Dhammakaya, un enorme complejo religioso construido sobre 400 hectáreas y situado a unos 42 kilómetros al norte de Bangkok.

"Antiguamente, todos los tailandeses se ordenaban como novicios durante tres meses para aprender los preceptos del budismo, pero hoy muchos jóvenes no siguen esta tradición, no están formados y caen demasiado pronto en la bebida y otros malos hábitos", señaló a Efe Prah Sanitwong, director de comunicación de la fundación.

El objetivo de la ceremonia era lograr la ordenación de 100.000 novicios, pero el número de vocaciones ha resultado insuficiente, a pesar de los esfuerzos realizados por los organizadores.

Los 60.000 participantes, quienes durante meses han seguido una vida austera dedicada a la meditación y el estudio, decidirán en los próximos días si retoman sus vidas seculares o dan el paso definitivo para convertirse en monjes.

Los neófitos, ataviados con las túnicas de color azafrán, descalzos y con la cabeza y las cejas rapadas, tomaron parte en diferentes ritos que comenzaron a las seis de la madrugada y se alargaron durante doce horas.

Para recibir las bendiciones al final de la ceremonia, los novicios desfilaron ordenadamente hasta ocupar media plaza en torno a la pagoda Dhammakaya, una monumental construcción en forma de disco y con una cúpula dorada que alberga en su interior reliquias de Buda.

Tailandia, con una población de más de 60 millones de personas, cuenta con unos 300.000 monjes de la escuela Theravada, la principal corriente budista en el país.

Sin embargo, 6.000 de los 34.000 templos repartidos a lo largo de toda la nación se encuentran desocupados por la falta de religiosos.

"La función de los monjes es muy importante para preservar la cohesión de la comunidad y los valores budistas que vertebran la sociedad tailandesa", explicó Sanitwong.

La esperanza del monje tailandés es que este tipo de ceremonias, que volverá repetirse en junio, servirá de revulsivo para volver a dotar de vigor a las vocaciones religiosas.

Entre los novicios había un estadounidense y un británico, que como otros muchos extranjeros occidentales han encontrado en el budismo una nueva forma de vida.

"Yo antes era católico, pero empecé a practicar la meditación en el centro que la Fundación Dhammakaya tiene en California y me fui involucrando más hasta que decidí convertirme, lo que me ha ayudado a mejorar como persona", afirmó el estadounidense Rollan Knudson.

"Después de graduarme en la Universidad, me dediqué a hacer cine independiente en España y luego me inicié en el mundo de los negocios, pero había perdido todo contacto espiritual", sostuvo Knudson.

Otro de los participantes en la ceremonia, GanOchir, de Mongolia, manifestó que su intención es, tras cuatro años de vida monástica, ordenarse como monje y volver en el futuro a su país para ayudar a construir una sociedad más justa.

"Pasé dos años en el Tíbet, donde se practica el budismo Mahayana, pero allí no existía tanta disciplina en el estudio como en los templos tailandeses y mezclaban la religión con creencias mágicas", sentenció.

Algunos sectores de la sociedad tailandesa abogan porque se permita la ordenación superior de las mujeres para resolver la carencia de vocaciones.

Las féminas tienen permitido un tipo de ordenación menor, en la que llevan una vida monástica, visten hábitos blancos y hasta se rapan la cabeza y las cejas, pero no pueden enseñar doctrina o dirigir rituales.

"Ese es otro debate, la tradición de las bikhuni (monjas de ordenación superior) se extinguió en Tailandia hace mucho tiempo y no se puede recuperar porque tienen que ser ordenadas por otra bikhuni", concluyó Sanitwong.

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