Las autoridades chinas han decidido lanzar un plan de ayudas para los monjes tibetanos. Gozarán de infraestructuras, así como de pensiones, asistencia sanitaria y las prestaciones sociales mínimas imprescindibles. El objetivo final de esta estrategia de Pekín es propiciar la estabilidad social y asfixiar las protestas en aquellas zonas donde se levantan los monasterios.
"El Gobierno realizará un esfuerzo para asegurar servicios públicos, incluidos transportes, electricidad, telecomunicaciones y televisión a los monasterios en Tibet", anunció el jefe del Partido Comunista en Tibet, Chen Quanguo en Lhasa el pasado fin de semana.
Este plan incluirá, asimismo, pensiones, asistencia sanitaria y servicios sociales para todos los monjes y monjas tibetanos, según el rotativo Global Times, perteneciente al grupo editorial del Diario del Pueblo, órgano oficial del Partido Comunista de China.
La inestabilidad social ha aumentado considerablemente en las zonas en las que los tibetanos son la etnia mayoritaria debido a la serie de inmolaciones que han tenido lugar en los últimos meses en la región al oeste de la provincia de Sichuan.
Al menos once monjes habrían intentado suicidarse en los últimos tiempos con el objetivo de llamar la atención sobre la causa tibetana. Al parecer, seis de ellos habrían fallecido, según la organización Free Tibet, con sede en Londres.
Esta situación explicaría que los mandatarios chinos hayan decidido lanzar un plan estratégico cuyo objetivo es rebajar la tensión social en las zonas colindantes a los monasterios, según señala Global Times.
La iniciativa se ajusta al guión del doble enfoque del palo y la zanahoria que desde siempre practica el Gobierno de Pekín en las regiones de población tibetana. Por un lado intenta mejorar la calidad de vida de sus habitantes y, por otra, castiga con severidad a los opositores al régimen.
Así, junto a la mejora de las condiciones de vida de los monjes, las autoridades chinas prevén implantar una serie de medidas regulatorias en los monasterios tibetanos. Para ello, las autoridades chinas han previsto establecer un comité de gestión en aquellos templos que cuenten con una comunidad superior a los veinte monjes con el fin de administrar la vida monacal y sus estudios religiosos y sociales. Esta actividad de vigilancia la llevarán a cabo uno o dos agente especiales, enviados por el gobierno local, en aquellos monasterios en los que la comunidad de habitantes sea inferior a los veinte monjes.
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