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jueves, 29 de diciembre de 2011

la codicia de las personas

Dalai Lama atribuye crisis global a codicia y falta de razonamiento Leído 23 veces
Miércoles, 28 de Diciembre de 2011 08:57
INDIA.- El líder espiritual de los budistas Dalai Lama destacó entre las principales causas de la crisis global a la excesiva codicia de las personas que actúan para obtener un resultado inmediato y no piensan en las consecuencias a largo plazo.

“Al hablar con empresarios y economistas concluyo que una de las causas de la crisis es avaricia excesiva. La otra, la falta de una concepción integral de lo que está pasando.

Las personas piensan sólo en los resultados inmediatos y no se ocupan de las consecuencias a largo plazo”, dijo Dalai Lama en una entrevista a RIA Novosti en su residencia en Dharamsala.

En vísperas del Año Nuevo el líder budista ofreció conferencias a 1.500 peregrinos budistas rusos y miles de budistas de otros países desde su residencia.

Dalai Lama pidió a sus seguidores que aprendan a pensar en la humanidad como en un organismo integral.

“Actualmente, 7 mil millones de personas habitan la Tierra…Nuestro planeta es único para todos. Las fronteras que nos separan en los mapas políticos son secundarias”, dijo Dalai Lama.

El líder espiritual destacó también el creciente número de budistas en Rusia, en particular en Buriatia, Tuvá, Kalmukia.

“La causa principal de nuestros problemas son las emociones. ¿Y cómo dominarlas? El budismo propone usar con eficiencia las capacidades intelectuales para transformar las emociones negativas, así que es importante estudiar el budismo”, concluyó el líder.

El budismo es una de las cuatro religiones tradicionales más importantes de Rusia. Según el Centro de la cultura tibetana de Moscú, más de un millón de los rusos son budistas. Andina.

martes, 25 de octubre de 2011

El alto precio que paga Europa por su amistad con China

25.10.2011 TOM ORLIK 
Bastan sólo dos cumbres para poner de relieve el posible precio del apoyo de China a la renqueante situación de Europa. En 2008, una embravecida China canceló su reunión anual con la UE, hecho considerado como un desaire político, ante el encuentro del presidente francés Nicolas Sarkozy con el Dalai Lama.
En esta ocasión, son los europeos los que han pospuesto el encuentro, en principio previsto para el martes, porque ya están bastante ocupados intentando abordar una crisis de deuda que va in crescendo.
Lo que probablemente no estuviera claro hace tres años, aunque ahora parezca evidente, es que el equilibrio de poder está cambiando. El fuerte nivel de endeudamiento de la UE, y la boyante economía de China ponen de manifiesto este cambio. El primer ministro chino, Wen Jiabao y otros dirigentes del país han realizado varias visitas por el continente prometiendo apoyo a Grecia, España e Italia cuando lo requieran.
Pero, más allá de unos pocos datos inconclusos, y de los comentarios de las autoridades europeas que tienen especial interés en hablar de la reactivación de las compras, no queda claro que las compras de deuda europea por parte de China se hayan incrementado. El State Administration of Foreign Exchange, el organismo administrativo encargado de elaborar normas y reglamentos que rigen las actividades del mercado de divisas, y la gestión de las reservas internacionales, da más importancia a la seguridad que a la rentabilidad.
No parece probable que el gigante asiático vaya a comprar una cantidad importante de la deuda emitida por los países europeos con más problemas. Si a Europa le interesa la liquidez de China, tendrá que colocar activos reales, o concesiones políticas, encima de la mesa. El proceso ya está en marcha. En julio de 2010, la naviera estatal china Cosco, firmó un acuerdo de alquiler a 35 años de un puerto griego por 4.200 millones de dólares (3.022 millones de euros). Para una gran nación comercial, pocas cosas hay más estratégicas que un puerto.
Aparte del comercio, China tiene otros intereses con Bruselas. La designación como economía de mercado según las reglas de la Organización Mundial de Comercio podría encabezar la lista –ésta limitaría la capacidad de Europa para tomar medidas contra los chinos en materia comercial–. Wen ya ha dejado caer que el apoyo de China a una Europa endeudada estaría vinculado a un cambio de actitud de la UE en este sentido.
Una posibilidad más lejana sería el final del embargo europeo sobre la venta de armas a China, vigente desde hace 22 años, tras el derramamiento de sangre de Tiananmen en 1989. Pero las críticas de Europa hacia China por su trayectoria en materia de derechos humanos son menos fuertes ahora. La prensa europea llegó incluso a publicar a finales de 2010 que la jefa de la diplomacia, Catherine Ashton, había animado a los estados miembros a reconsiderar el embargo.
A medida que avance la crisis de la deuda europea, y que la presencia de China siga afianzándose, incluso lo antes impensable podría ponerse sobre la mesa.
Lea el artículo original publicado en The Wall Street Journal Europe

Más información en www.europe.wsj.com

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domingo, 24 de enero de 2010

De la planificación central al mercado: China y Rusia

22 enero 2010
De la planificación central al mercado: China y Rusia

Por Ángel Martín Oro

Instituto Juan de Mariana

La economía china plantea algunas cuestiones de extremo interés teórico, y también práctico. Su enorme tamaño y creciente influencia económica y geopolítica convierten el desempeño social y económico de China en un tema muy relevante a nivel global.

En primer lugar está la cuestión de cómo una economía totalmente arruinada por la planificación central pudo llevar a cabo una transición –al menos, relativamente, si la comparamos con Rusia u otros países excomunista–- exitosa hacia una especie de capitalismo.

Acerca de las causas de la divergencia entre las transiciones rusa y china, algunos apuntan a que en el primer caso tuvo lugar un proceso de reforma repentino y rupturista –la terapia del shock–, mientras que en el segundo se llevó a cabo un proceso de reforma gradual. Aunque esta tesis puede ser cierta –de hecho, sería complementaria a la siguiente–, otros estudiosos señalan al diferente modelo respecto a la descentralización versus centralización en el proceso de transición como variable explicativa clave.

Así, Rusia habría experimentado con un modelo centralizado desde arriba (top-down), acometiendo reformas ambiciosas en las instituciones formales (leyes, regulaciones, etc.), pero fallando en ajustar esas instituciones a lo prevaleciente en las normas culturales y sociales de la población. Unas normas que tras 70 años de experimento comunista, estaban totalmente desligadas a las normas esenciales de un sistema capitalista de libre mercado, como es la propiedad privada y el cumplimiento de los contratos. Además, la confianza entre unos y otros era muy reducida, lo que hace muy difícil la cooperación social beneficiosa.

El comunismo significó mucho más que la miseria económica y la muerte de millones de personas; también significó la erosión de los valores individuales y de responsabilidad, necesarios para el buen funcionamiento de una economía de mercado. Por ello, la transición rusa no solo requería de reformas como liberalizaciones de precios y privatizaciones –instituciones de jure–, sino también de cambios radicales en las actitudes sociales –de facto– de los individuos de a pie, de los políticos y de los grandes gestores-burócratas. Cambios que, por otra parte, no suelen ocurrir de la noche a la mañana.

En definitiva, Rusia en su proceso de transición habría experimentado importantes cambios en las instituciones formales, pero muy pocos en las informales.

En cambio, China habría seguido un proceso contrario: buena parte de las reformas habrían surgido descentralizadamente desde abajo (bottom-up), y el Gobierno no habría tenido más que permitir ese proceso, ajustando paulatinamente las instituciones formales a las nuevas circunstancias, o simplemente dejando hacer.

Este fenómeno se ilustra excelentemente en el inicio de un reciente artículo de la Hoover Institution, titulado How China Won and Russia Lost. En noviembre de 1978, algunos campesinos chinos, que veían cómo el sistema agrícola de tipo comunista les era gravemente perjudicial, decidieron secretamente dividir la tierra comunal entre varias familias individuales, para que éstas cultivaran la tierra de forma privada, y pudieran quedarse con el sobrante tras cumplir con las cuotas estatales. Tales comportamientos eran ilegales, e incurrían en graves riesgos.

Las acciones de estos valientes agricultores (verdaderos "buscadores" en la terminología de William Easterly en The White Man’s Burden) se extendieron a lo largo y ancho de los poblados de campesinos de China, en un proceso espontáneo de imitación de las estrategias más exitosas, llevadas a cabo por los agentes más intrépidos y perspicaces. Y así es cómo comenzó de forma auténtica el proceso de transición chino, según esta tesis: de forma descentralizada y espontánea.

Solo fue un mes después, concretamente en diciembre de 1978, cuando comenzó el proceso de reformas liberalizadoras y aperturistas formales, "la caída de la Muralla China". El timing no es en absoluto baladí.

Esta tesis sobre la divergencia entre estos dos caminos, defendida, por ejemplo, por Easterly en el mencionado libro, viene a confirmar varias cosas: la importancia que tiene la distinción entre instituciones formales de jure e informales de facto en el análisis institucional (enfatizada por la investigación del economista de la George Mason University Peter Boettke y su círculo); y los mejores resultados que proporcionan las soluciones descentralizadas, en las que se permite que la información y el conocimiento relevante y útil para la actividad económica, emerja de los individuos para ser usado de manera productiva. Cuestiones ambas sobre las que he tratado en otros artículos.

Por supuesto, la reforma china es incompleta, el proceso de reformas sigue abierto y persisten importantes dosis de represión económica –sin contar con la gravísima represión de las libertades civiles y otros aspectos–, gran cantidad de empresas públicas, un sector bancario nacionalizado, etc., además de cruciales retos y problemas graves como el medioambiental o la actual coyuntura . No seré yo quien defienda un excesivo optimismo sobre China en el corto plazo.

Pero lo que el caso chino puede enseñarnos es que avances en la libertad económica de los individuos pueden significar verdaderos y Grandes Saltos Adelante ; irónicamente, todo lo contrario de lo que intentó Mao bajo ese mismo nombre. Una lección que ofrece algo de luz en un panorama económico global muy negativo. Y una lección que nos puede dar algunas esperanzas sobre el futuro de países extremadamente pobres como Haití.

Publicado por Gabriel Gasave el 22 enero 2010 | Enlace permanente

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jueves, 5 de noviembre de 2009

Estados Unidos y Europa acusan a China

Bruselas y Washington. DPA La Unión Europea (UE) y Estados Unidos llamaron ayer a la Organización Mundial del Comercio (OMC) a tomar medidas en contra de las restricciones a la exportación aplicadas por China a materias primas usadas en las industrias del acero, el aluminio y química.
La iniciativa cuenta también con el apoyo de México.
La decisión de acudir al mecanismo de solución de disputas de la OMC se produjo después de varios intentos infructuosos por resolver el tema con conversaciones a lo largo del verano (boreal) en Ginebra, según dijeron funcionarios en Bruselas y Washington.
“Las restricciones de China sobre las materias primeras distorsionan la competencia y aumentan los precios globales, volviendo las condiciones de nuestras empresas aún más difíciles en este clima económico”, afirmó la comisionada de Comercio, Catherine Ashton.
“Lamento que el proceso de consulta formal y el significativo compromiso de la ONU en este tema no haya llevado a una solución amigable, que hubiera sido nuestro curso de acción preferido”, dijo Ashton.
China limita la exportación de nueve materias primas que son críticas para la producción de acero, aluminio y químicos, empleados para la fabricación de cientos de productos diferentes.
La UE y Estados Unidos creen que esto está dando a las empresas chinas una ventaja injusta.
Debbie Mesloh, portavoz del representante de Comercio de Estados Unidos, Ron Kirk, dijo que las restricciones se convirtieron en “condiciones preferenciales” para las industrias chinas

domingo, 1 de noviembre de 2009

l mal comportamiento de China se está convirtiendo en una amenaza cada vez mayor para el resto de la economía mundial

Las autoridades monetarias suelen hablar en clave, de modo que cuando Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal, hablaba hace poco sobre Asia, los desequilibrios internacionales y la crisis financiera, no criticó específicamente la horrible política monetaria china.

    China

    China

    A FONDO

    Capital:
    Pekín.
    Gobierno:
    República comunista.
    Población:
    1,330,044,544 (est. 2008)

La noticia en otros webs

Ni falta que hacía: todo el mundo podía leer entre líneas. El mal comportamiento de China se está convirtiendo en una amenaza cada vez mayor para el resto de la economía mundial. Ahora la única duda es si el mundo (y en concreto, Estados Unidos) va a hacer algo al respecto.

Algunos antecedentes: el valor de la moneda china, a diferencia, por ejemplo, del de la libra esterlina, no está determinado por la oferta y la demanda. En lugar de eso, las autoridades chinas alcanzan su objetivo comprando o vendiendo su moneda en el mercado de divisas extranjeras, una política que ha sido posible gracias a las restricciones impuestas a la capacidad de los inversores extranjeros para meter y sacar su dinero del país.

Una política así no es necesariamente mala, especialmente en un país todavía pobre cuyo sistema financiero podría muy fácilmente verse desestabilizado por los flujos cambiantes del capital especulativo. De hecho, el sistema le vino bien a China durante la crisis financiera de Asia a finales de los años noventa. La pregunta crucial, sin embargo, es si el valor fijado para el yuan es razonable.

Hasta el año 2001, aproximadamente, se podía sostener que sí lo era: la posición comercial general de China no estaba demasiado desequilibrada. Sin embargo, a partir de ese año, la política de mantener fijo el valor del yuan respecto al dólar empezó a resultar cada vez más extraña. Ante todo, el dólar se devaluó, especialmente frente al euro, por lo que, al mantener fijo el valor del yuan frente al dólar, las autoridades chinas estaban devaluando de hecho su moneda frente a las de los demás. Mientras tanto, la productividad del sector de la exportación chino aumentó drásticamente; este hecho, combinado con la devaluación de facto, hizo que los productos chinos se abaratasen exageradamente en los mercados mundiales.

La consecuencia ha sido un superávit comercial chino enorme. Si se hubiese impuesto la dinámica de la oferta y la demanda, el valor de la moneda china se habría disparado. Pero las autoridades chinas no dejaron que subiese. Lo mantuvieron bajo vendiendo cantidades inmensas de la moneda y comprando a cambio una enorme reserva de activos extranjeros, principalmente en moneda estadounidense, que actualmente valen unos 2,1 billones de dólares.

Muchos economistas, incluido yo mismo, creemos que la frenética compra de activos por parte de China contribuyó a inflar la burbuja inmobiliaria, lo que allanó el camino hacia la crisis financiera. Pero es posible que la insistencia de China en mantener fijo el cambio del yuan respecto al dólar, incluso cuando el dólar se devalúa, esté haciendo todavía más daño ahora.

Aunque muchos pájaros de mal agüero han hablado de las nefastas consecuencias de la caída del dólar, esa bajada es en realidad natural y deseable. Estados Unidos necesita un dólar más débil para reducir su déficit comercial, y está consiguiendo ese dólar más débil ahora que los nerviosos inversores que acudieron en masa a la supuesta seguridad de la deuda estadounidense en el momento cumbre de la crisis han empezado a invertir su dinero en otras cosas.

Pero China ha seguido manteniendo su moneda vinculada al dólar, lo que significa que un país con un enorme superávit comercial y una economía que se recupera rápidamente, un país cuya moneda debería estar revaluándose, en realidad está urdiendo una gran devaluación.

Y eso es algo especialmente malo en un momento en que la economía mundial sigue profundamente deprimida debido a una demanda general insuficiente. Al empeñarse en una política de debilitamiento de su moneda, China está absorbiendo parte de esa demanda insuficiente impidiendo que llegue a otros países, y eso está perjudicando al crecimiento en casi todo el mundo. Las principales víctimas, por cierto, probablemente sean los trabajadores de otros países pobres. En épocas normales, yo sería uno de los primeros en negar las afirmaciones de que China está robando los puestos de trabajo de otra gente, pero ahora mismo es la pura verdad.

Entonces, ¿qué vamos a hacer? Las autoridades estadounidenses se han mostrado extremadamente prudentes a la hora de hacer frente al problema chino, hasta el punto de que, la semana pasada, el Departamento del Tesoro, a pesar de expresar su "preocupación", certificaba en un informe obligatorio al Congreso que China no está -repito, no está- manipulando su moneda. Están de broma, ¿verdad?

El hecho es que, ahora mismo, esta prudencia tiene poco sentido. Supongamos que los chinos fuesen a hacer lo que Wall Street y Washington parecen temer y empezasen a vender parte de su reserva de dólares. En la situación actual, esto realmente ayudaría a la economía estadounidense, ya que haría que sus exportaciones fuesen más competitivas.

De hecho, algunos países, entre los que destaca Suiza, han estado tratando de ayudar a sus economías vendiendo su moneda en el mercado de divisas extranjero. Estados Unidos no puede hacerlo, principalmente por motivos diplomáticos; pero si los chinos deciden hacerlo en nuestro nombre, deberíamos enviarles una nota de agradecimiento.

El caso es que, con la economía mundial todavía en situación precaria, no se puede tolerar que países importantes pongan en práctica políticas que los benefician a ellos a costa de perjudicar a otros. Hay que hacer algo respecto a la moneda de China. -

Paul Krugman es profesor de Economía en la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía 2008. © New York Times Service, 2008. Traducción de News Clips.