El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien prepara su reelección al mando de la organización internacional, no dijo una sola palabra sobre los casos de arresto y de desaparición de intelectuales y artistas ocurridos en China estas últimas semanas.
En las semanas siguientes, Ban presentará muy probablemente su candidatura a la reelección para ejercer un segundo mandato al frente de la ONU. Para lograrlo, necesitaría del apoyo de cinco países miembro permanentes del Consejo de Seguridad, entre ellos, China.
El portavoz de la ONU, Fahran Haq, interrogado dos veces sobre la posición de Ban en cuanto a los arrestos y desapariciones en China, dijo que iba a "verificar" y prometió una respuesta en breve.
Este silencio persistente contrasta con las declaraciones particularmente duras y directas que Ban Ki-moon ha hecho sobre Costa de Marfil y Libia. Sin embargo, no es la primera vez que Ban muestra una extrema prudencia en cuanto a los derechos humanos en China.
Durante su último viaje a China, en noviembre del año pasado, Ban estuvo obligado a reconocer que no habló con el presidente chino Hu Jintao, del encarcelamiento del premio Nobel de la paz Liu Xiaobo.
Tan sólo dijo haber discutido sobre los derechos humanos "con otras autoridades" chinas.
Decenas de opositores chinos fueron detenidos, confinados en arresto domiciliario o alejados de sus hogares durante las últimas semanas, puesto que China teme que se propaguen hasta su territorio las rebeliones del mundo árabe, según organizaciones de defensa de los derechos humanos.
La Unión Europea y los Estados Unidos se dijeron preocupados, especialmente por la reciente desaparición de Ai Weiwei, artista y crítico infatigable de las autoridades de Pekín.
Lejos del silencio de Ban Ki-moon, el Alto Comisionado de la ONU por los derechos humanos reaccionó el 8 de abril, cuando dijo que la "desaparición forzada es un crimen según la ley internacional (...) incluso las detenciones secretas de corta duración".
Philippe Bolopion, especialista de la ONU para la organización de los derechos humanos Human Rights Watch, criticó severamente el silencio de Ban.
"Si el secretario general quiere que su nueva determinación sobre los derechos humanos sea significativa, esta debe extenderse a la campaña de represión insoportable en China", dijo.
"Cualquiera que sea la presión que sufre por parte de un miembro permanente del Consejo de Seguridad, Ban no debería quedarse callado mientras que miles de abogados, de defensores de los derechos humanos y de militantes en internet son arrestados o han desaparecido", agregó Bolopion.
"Dado que la diplomacia tranquila fracasó en Pekín, es tiempo de que el secretario general hable fuerte y claro", concluyó.
Por su parte, Christopher Walker, director de estudios del centro de reflexión Freedom House, basado en Nueva York, estimó que "es justo decir que la ausencia de una respuesta consistente y audible frente a esta represión en China es inquietante".
La ausencia de respuesta "puede ser considerada por los dirigentes chinos como el hecho de que lo que hacen es aceptable", dijo.
Ciertos diplomáticos, que pidieron el anonimato, subrayaron que Ban Ki-moon quiere contar con el apoyo de China para su reelección.
De la misma forma en que lo hizo Ban, la gran mayoría de los jefes de Estado se han abstenido de comentar la represión en China, temiendo que esto les cause problemas con Pekín.
"El secretario general es conocido sin embargo por su compromiso con la protección de los civiles", aseguró un diplomático de la ONU que pidió el anonimato.
"No se debe reducir la cuestión a los derechos humanos en China, aunque es cierto que (Ban) podría expresar su opinión sobre el asunto", concluyó la misma fuente.
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