En los días previos a que el comité le confiriera el Premio Nobel de la Paz de 2009 a Barack Obama, el presidente de EU tenía un mensaje para un laureado anterior del Premio Nobel de la Paz: Desaparece.
Desde 1991, el Dalai Lama ha recibido audiencia presidencial durante cada una de sus 10 visitas a Washington. El presidente H.W. Bush se reunió con el líder espiritual del pueblo tibetano, al igual que lo hizo Bill Clinton y George W. Bush.
Pero, no Barack Obama. El presidente que ha encontrado el tiempo para aceptar el consejo literario de Hugo Chávez, compartir el té con Vladimir V. Putin y hacer una genuflexión ante el Rey Abdulá no quiso abrir un espacio para este de paz con reconocimiento internacional.
No debido a que Obama no pudiera abrirle un espacio al Dalai Lama en su agotadora agenda con los medios. Obama sencillamente no quería ofender al gobierno comunista de China, mismo que invadió Tíbet en 1950 y sigue reclamando la soberanía sobre el territorio.
Unos cuantos días antes del desaire al Dalai Lama, la administración Obama tenía otro mensaje para el Centro de Documentación de Derechos humanos en Irán: Hasta la vista. Con recursos del Departamento de Estado de EU, este centro ha documentado a lo largo de cinco años los espurios juicios, casos de intimidación, tortura y asesinatos de activistas por la democracia en Irán. Pero, ya no más. El Departamento de Estado bajo Obama, inesperadamente, acabó con los recursos para dicho centro.
No debido a que la persecución de disidentes iraníes haya terminado. El gobierno iraní ya escaló su violenta supresión del movimiento por la reforma democrática desde las discutidas elecciones presidenciales efectuadas en junio. Obama sencillamente no deseaba ofender al gobierno extremista del Presidente Mahmoud Ahmadineyad.
En una inquietante demostración de consistencia, el asesor especial de Obama para Rusia, Michael McFaul, pronunció un mensaje la semana pasada ante sitiados activistas por los derechos humanos en Rusia y el pueblo aturdido por los proyectiles en Chechenia: Arrivederci. Estados Unidos va a reducir sus críticas en público al registro de Rusia en el área de derechos humanos.
Lo anterior no debido a que las inoportunas muertes de detractores de Putin y trabajadores chechenos por los derechos humanos hayan cesado. No es así. "Nosotros no queremos desempeñar un papel de acusador", citó el diario ruso Kommersant las palabras de McFaul. "El estilo de este presidente de EU no consiste en apuntar con dedo amenazador. âl tiene un enfoque diferente".
¿Qué ocurre aquí? ¿Acaso Obama ha decidido que los derechos humanos ya no tienen importancia y que Estados Unidos ya no debería ser su defensor entre las naciones? No exactamente, aunque en su deseo por distinguir a la presente administración de la anterior, Obama y sus asesores están articulando políticas mucho más cercanas a Henry Kissinger y Pat Buchanan que Franklin Roosevelt y Harry Truman.
El problema mayor es que el equipo de Obama trabaja bajo la misma fantasía que los cinco integrantes del comité del Premio de la Paz. Ellos creen que la paz es meramente la ausencia de guerra. Lo que es más, creen que la paz consiste en evitar el enfrentamiento; incluso con respecto a temas tan elementales como los derechos humanos.
Si la historia del siglo XX nos enseñó algo, es que las palabras de paz carecen de significado para gobiernos cuyos reclamos sobre la legitimidad descansan en la violencia. El Pacto Kellog-Briand, negociado por un secretario de estado de EU en 1928, tuvo la "visión" -- tomando prestada una palabra del comité del Nobel -- de prohibir la guerra. Alemania, Italia, Japón y la Unión Soviética estaban entre sus signatarios.
A fin de lograr el progreso de la paz, de proteger los valiosísimos derechos consagrados en la Carta Universal de los Derechos Humanos, incluso hombres y mujeres de paz deben estar preparados para encarar a los agresores, y estar preparado para ir ocasionalmente a la guerra.
Una laureada con el Nobel de la Paz, Shirin Ebadi, salió de Irán antes de las elecciones presidenciales de junio y la consiguiente represión gubernamental. No ha vuelto. En una entrevista con Reuters la semana pasada, ella lamentó el ojo ciego que Estados Unidos ha ofrecido hacia los derechos humanos, para luego ofrecer sus observaciones acerca de la paz y sus esperanzas por el Presidente Obama:
"La paz no equivale a la falta de guerra. La paz es una serie de circunstancias que permiten a los seres humanos vivir en libertad y con dignidad. Yo abrigo la esperanza que el Premio Nobel contribuya a conducir este pensamiento para que se enfoque más en la definición de la paz". "Inshallah" es la expresión islámica en farsi y árabe para expresar "Dios mediante".
JONATHAN GURWITZ; C.2009 San Antonio Express-News / Distribuido por The New York Times News Service Elespectador.com
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