domingo, 24 de abril de 2011

Tibetanos indefensos frente a la democracia

Internacional
Tibetanos indefensos frente a la democracia
Cambios. La renuncia del Dalai Lama como guía político obligó a los teocráticos a votar

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EL PAÍS DE MADRID Y AFP

En los próximos días se conocen los resultados de la elección del primer ministro tibetano tras la renuncia del Dalai Lama al cargo. Mientras unos se cuestionan cómo harán sin él, otros creen que la medida los ayudará a crecer.

El Dalai Lama ha ido preparando a los exiliados para que estén listos para la democracia, coinciden los expertos. "Y si ahora él cree que estamos listos para dar el gran salto, no tenemos otra opción que hacerlo. Si nos caemos tendremos que levantarnos y volver a saltar. Estamos en buenas manos mientras siga vivo el Dalai", comenta un funcionario del gobierno que no quiere ser citado.

En su opinión, el premio Nobel de la Paz está promoviendo una "democracia a la inversa": normalmente son los pueblos los que la exigen a los líderes autoritarios. En este caso, el Dalai, un líder benevolente, está forzando a la gente a que tome el poder. Así, en Dharamsala, sede del gobierno tibetano en el exilio, se dice que la decisión del líder es también una señal para los dictadores árabes que se aferran al poder.


El Dalai Lama quiere pasar de un sistema teocrático a uno cada vez más democrático, "que no dependa de un solo hombre". Abre así la puerta a que el cambio se aplique no sólo a él, sino a todos los que han sido la única cabeza política y espiritual del pueblo tibetano desde hace 369 años.

Quien fuera designado Dalai Lama cuando tenía tres años se tomó una semijubilación en 2001, cuando fue elegido por primera vez un primer ministro, con lo que el Parlamento ganó responsabilidades. "Han transcurrido diez años desde mi semijubilación. Ha llegado la hora de una jubilación completa", argumentó el líder pocos días antes de las elecciones del domingo 20 de marzo.

En Dharamsala eligen cada cinco años a sus representantes: un primer ministro y un Parlamento de 43 miembros. Aunque están regidos por las leyes de India, tienen jurisdicción sobre los tibetanos, sobre todo en asuntos de salud, educación, cultura y bienestar social. Ninguno de los candidatos a seguir al Dalai en política es religioso.

Uno de los considerados con más posibilidades de ser elegido es Lobsang Sangey, abogado e investigador en la Universidad de Harvard, que obtuvo más votos en las elecciones primarias que los otros dos candidatos juntos. Es el más joven, con 43 años, y se le reconoce una esmerada educación y una proyección internacional. Entre sus simpatizantes están principalmente los jóvenes y monjes que creen que tiene carisma y aportará nuevas ideas. Aunque también reconocen que le falta experiencia en la administración y que no habla chino.

Los otros candidatos, Tenzin Tethong, experto en estudios tibetanos por la Universidad de Stanford, y Tashi Wangdi, funcionario de la actual Administración, tienen experiencia en el gobierno en el exilio, pero son considerados más conservadores.

Los RETOS. Sea quien sea el elegido, le esperan tiempos difíciles. El portavoz del Parlamento admite que la pérdida de su máximo representante puede afectar de forma decisiva las relaciones con China, que permanecen estancadas, ya que Beijing no reconoce a ningún otro interlocutor. Por otra parte, al no estar reconocido el gobierno oficialmente, un nuevo líder podría no ser recibido por los dirigentes internacionales. Está claro que se abre un período de transición política.

Sobre el próximo primer ministro recaerán todos los poderes políticos que antes correspondían al Dalai Lama, incluso el poder de nombrar o destituir cargos públicos y el de aprobar las resoluciones del Parlamento para que se conviertan en leyes.

Pero, ¿está listo el sistema político tibetano en el exilio para llenar el vacío que dejará el Dalai Lama? "Es una pregunta muy difícil. No lo sé. Al menos yo no lo estoy", reconoce Rinpoche, el actual primer ministro, aparentemente abrumado. "Hasta el momento no hay nadie que pueda reemplazarlo, ni siquiera en la política", dice.

Pero no todos los tibetanos piensan de la misma manera. Todos reconocen que el líder budista representa la unidad de la comunidad fuera y dentro del Tíbet, donde sus seguidores arriesgan la vida sólo por tener una de sus fotos, pero a pesar de ese mayoritario respeto, la parte más progresista de la comunidad cree que su retiro de la vida política redundará a la larga "en bien de los tibetanos".

Tiene ya 76 años. Y aunque goza de buena salud, y él mismo ha previsto vivir hasta los 113 años, cada vez se teme más su muerte. El principal reto es formar una segunda línea de dirigentes políticos.

"No es justo que dejemos todo el trabajo al Dalai, que ha sido el mejor líder que podríamos tener, pero está envejeciendo. Esta es la lucha de una nación y todos debemos asumir responsabilidades. Debemos irnos preparando para tomar las riendas en el momento en que él no esté. ¿Hasta cuándo seguiremos posponiéndolo?", se pregunta Tsewang Rigzin, al frente del Congreso de la Juventud Tibetana, con 35.000 afiliados.

Pero también hay una minoría de tibetanos que, tras vivir toda su vida en el exilio, han perdido la esperanza. Es el caso del joven Sangye Dhundup, para quien las elecciones son en realidad una ilusión.

"Nuestro gobierno existe sólo en la imaginación porque en realidad no tenemos país", dice amargamente. Este estudiante de literatura inglesa asegura que no votó y que tampoco lo hicieron sus amigos porque creen que carece de sentido. Dicen que el futuro del Tíbet en realidad depende de la voluntad de China, y que nueve rondas de diálogo entre Beijing y los enviados del Dalai se han saldado sin ningún fruto.

Incertidumbre y pesar respecto al futuro religioso del régimen
El Dalai Lama es un cargo vitalicio y el actual seguirá siendo el líder espiritual de los tibetanos hasta que muera. De hecho, ya aseguró que, aunque se retire de la esfera política, continuará "sirviendo a la causa de Tíbet".

Pero todavía no se sabe quién lo sustituirá en el plano religioso una vez que deje este mundo. Según las creencias budistas, hay que esperar a que encuentren una nueva reencarnación del Dalai Lama -éste puede reencarnar antes de que muera el actual-, que es buscado según las indicaciones del guía espiritual. El XIV Dalai Lama confirmó que su sucesor renacerá en "un país libre", o sea, fuera del Tíbet. Además, el Dalai comentó que podría ser mujer y que puede no renacer una próxima vez si no es necesario.

Otro escenario posible es la aparición de dos Dalai Lama, uno elegido por los exiliados y otro por los que están en China. "Tras la muerte de nuestro líder nadie sabe que pasará. Todo es muy complicado", reconoce con pesar el monje Ven Bagdro, que expresa un sentimiento de incertidumbre. EL PAÍS DE MADRID

El País Digital

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