viernes, 25 de marzo de 2011

"Nadie puede sustituir al Dalái Lama, aunque solo sea en la política"


Lobsang Sangay nació en un pequeño campo de refugiados tibetanos al norte de India. Su padre vendió una de sus dos vacas para que estudiara en una ciudad más grande en los Himalayas y en Nueva Delhi. Fue becado para estudiar en la Universidad de Harvard, donde se doctoró en Estudios Legales del Este de Asia, y es investigador y profesor.
 "Nadie puede sustituir al Dalái Lama, aunque solo sea en la política"

El domingo pasado los tibetanos en el exilio votaron por tres candidatos a primer ministro, que tendrá todos los poderes terrenales a los que el Dalái Lama ha renunciado, aunque este seguirá siendo el líder espiritual. El resultado de las elecciones, en las que los tibetanos se han volcado por considerarlas trascendentales, se dará a conocer a finales de abril.

Pero se cree que Sangay ganará: en las primarias tuvo más votos que los otros dos candidatos juntos. Sus principales partidarios son los jóvenes y los monjes que ven como ventajas su juventud (43 años), su educación y su proyección internacional, aunque se le achaca no tener experiencia en la administración en el exilio. Él se considera "secular, pero respetuoso de la religión". Está casado y tiene una hija de seis años. Recibe a EL PAÍS en la habitación de su sencillo hotel de Dharamsala, la sede del Gobierno en el exilio. Se quita los zapatos y sube los pies al sillón mientras bebe té de jengibre con miel y limón.

Pregunta. ¿Cómo es posible sustituir al Dalái Lama, aunque sea solo en la política?

Respuesta. Nadie puede hacerlo, es una tarea imposible, ni debemos intentarlo. El Dalái Lama es, y siempre será, nuestro líder. Pero la autoridad política que sea cedida por él, debe ser ejercitada de la mejor manera posible.

P. ¿Por qué el Dalái Lama deja el poder político?

R. Está tratando de abrir un espacio para que un líder electo se vaya creando un perfil y se convierta en el portavoz global de los tibetanos. La transición puede suceder de un día para otro, pero la evolución del líder electo va a llevar un tiempo. El primer ministro tiene que poner los cimientos de la credibilidad política.

P. ¿Por qué hay tanta resistencia a que el Dalái deje el poder?

R. Siempre ha habido resistencia, es muy difícil digerirlo emocionalmente. Si se mira atrás, en la historia de 50 años en el exilio -es sobre lo que escribí mi tesis-, el Dalái ha ido cediendo poco a poco el poder. Cuando creó el Parlamento, una Constitución democrática y la cláusula que dice que incluso el Dalái Lama puede ser destituido, la gente siempre se ha resistido a los cambios. Pero en perspectiva las cosas han funcionado. Esta es una transición radical, pero confío en que, como siempre, él estará en lo correcto.

P. ¿Cuál es el legado político del Dalái Lama?

R. Es muy visionario y brillante. De las comunidades de refugiados en el mundo, los tibetanos son los más organizados, eficientes y efectivos con su Gobierno. Tenemos un Parlamento, un sistema judicial y buena administración. También, nuestra causa se ha vuelto global gracias a él.

P. De ser elegido primer ministro, ¿será legítimo su gobierno dentro de Tíbet, donde los tibetanos no han podido votar?

R. El Dalái Lama es el líder indiscutible de los tibetanos, dentro y fuera. Al ceder su autoridad política, también está extendiendo su legitimidad al primer ministro electo. Por otra parte, los tibetanos dentro y fuera están conectados: muchos van y vienen.

P. Se le achaca no tener experiencia en la administración en el exilio...

R. Sí, es cierto, pero el cargo no se basa solo en eso. Las cinco responsabilidades del primer ministro son: entender la situación en Tíbet, abogar y buscar apoyo internacional, entender a China y su gente, ser agradecido con India (donde está la administración en el exilio y el mayor número de exiliados) y continuar con la relación y, finalmente, la administración. Tengo ventaja en cuatro y medio de los puntos: administrativamente me apoyaré en siete ministros y otros funcionarios.

P. ¿Tiene miedo a que la relación con India cambie?

R. No creo que ocurra. India y China tienen una relación compleja. Nueva Delhi seguirá apoyando a los tibetanos porque toma la causa muy seriamente. En el ámbito internacional, con la agresividad de China, se verá que la causa tibetana es una causa justa.

P. ¿Cree que Tíbet podrá ser independiente?

R. Si no crees, no debes luchar por ello. Es posible: hasta hace unos meses se creía que Hosni Mubarak moriría en el poder en Egipto, o, antes, era imposible creer en la desintegración de la Unión Soviética.

P. Pero Pekín no reconoce otro interlocutor que el Dalai Lama y no al Gobierno en el exilio...

R. Es el punto donde estamos estancados. Los tibetanos siempre hemos dicho que dialogaremos cuando sea, donde sea. Es un movimiento no violento, que se debe resolver con diálogo. Pekín tiene que moderar su política y abrirse al diálogo.

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