El guía espiritual del budismo tibetano, Dalai Lama, que fue entronizado como jefe político del Tibet a los cuatro años y debió huir tras la ocupación china, recibió al luchador argentino por los DDHH y Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel.
Pisó ayer por cuarta vez suelo argentino su Santidad Tenzin Gyatso, el decimocuarto Dalai Lama, guía del pueblo del Tíbet pero mundialmente conocido como referente espiritual del budismo tibetano.
Máxima autoridad de esa religión, acaba de ceder (el 8 de agosto pasado) su liderazgo político a Lobsang Sanjay, de 43 años, un abogado recibido en Harvard que fue ungido con el cargo de primer ministro del gobierno tibetano en el exilio (cuya sede está en Dharamsala, India). Gyatso, quien sigue siendo, no obstante, el guía espiritual de los tibetanos, en su cuarta visita a la Argentina será condecorado como Huésped Ilustre de la Nación. Y si bien trascendió que Mauricio Macri, le entregaría la Medalla de Honor, fuentes del gobierno porteño aclararon que ese acto no está en su agenda.
Hijo de una familia numerosa, el Dalai Lama nació en la provincia tibetana de Ambdo, en el verano de 1935. Fue identificado y entronizado como jefe espiritual y político del Tíbet cuando tenía sólo cuatro años. Completó su educación budista poco antes de tener que huir de la ocupación de su país por China, en 1959. Desde entonces ha sido un constante defensor del derecho del pueblo tibetano a la autodeterminación. Pero sin dudas su popularidad mundial la logró a través de sus enseñanzas sobre la compasión y la comprensión.
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