Cofre de los deseos: la leyenda del monje Bön
Cuenta una leyenda tibetana datada en el primer reinado de la Dinastía de los 30 Reyes, cuando el rey o gran señor Nyakhi Tsampo gobernaba el Tíbet, que un joven monje de la antigua religión Bön reveló el modo de hacer realidad un deseo...
La leyenda del joven monje Bön nos remonta al siglo II a.C. La religión Bön tiene raíces antiquísimas y es de tradición chamánica y animista (se considera a los objetos y elementos de la naturaleza como poseedores de alma). Predecesora del Budismo Tibetano -representado por el Dalai Lama-, es actualmente reconocida como la quinta escuela de éste. Nuestro monje pertenecía a un monasterio, hoy desaparecido, de la zona de Wangbur, en el corazón del Tíbet, allí donde, según aseguraban sus moradores- había existido un océano (quizás pueda tener alguna relación con El Diluvio Universal). Este joven Bön, tras meditar sobre una de las bases chamánicas de su religión -aquella que proclama que un deseo puede hacerse realidad siempre que compartas un secreto y que lo desees de corazón- creó el cofre de los deseos.
...al joven monje, instruido en las doctrinas Bön, se le ocurrió realizar un artefacto de plata (metal mágico para los antiguos tibetanos y para otras civilizaciones ancestrales) de forma cilíndrica, alargado, con un tapón enroscado en la parte superior y con una anilla que permitiera su uso como colgante, para así poder llevarlo siempre cerca del corazón. Escribió en un pequeño pergamino un deseo, un único deseo que deseaba sinceramente, y, en su revés, escribió un secreto que únicamente él conocía; lo introdujo dentro de su colgante, al que llamó cofre de los deseos, y fue a contarle su creación al monje superior de su monasterio, en Wangbur...
Al introducir un secreto que sólo el poseedor del cofre de los deseos conoce, se dotaría de alma propia al colgante, y esta alma quedaría directamente ligada a la persona que hubiera escrito el secreto. El deseo, como nos da a entender la leyenda, debe ser único y de corazón; al permanecer siempre junto a quien lo ha escrito, se acentuaría la capacidad, llamémosla espiritual o mágica, de que se pueda cumplir. Este "poder" espiritual se realzaría al llevar el cofre cerca del corazón.
...el monje superior se mofó, pero cuenta la leyenda que el joven Bön realmente demostró que su deseo se cumplió, ya que lo que había escrito en el cofre era su deseo de llegar a ser algún día el monje superior del monasterio de Wangbur, y así fue. Quizás, la perseverencia, o llevarlo colgado de su cuello para no olvidarse de su deseo, o quién sabe si la magia mística o -ocaso- la mera casualidad le llevó a ver cumplido su deseo...
El cofre de los deseos es un colgante elaborado en plata de ley, cilíndrico y con una tapa. La leyenda dice que debe introducirse un papelito en su interior. En una cara del papelito se escribe un deseo, sólo uno. Tiene que ser algo que se desee de corazón, y, al escribirlo, debemos evitar un redactado complejo; se aconseja sencillez, claridad y el mayor grado de concreción posible. El secreto no tiene que ser conocido por nadie, y, por supuesto, nadie puede leer lo que se escribe en el cofre de los deseos.
...continúa la leyenda relatándonos que el joven monje, siendo ya monje superior, volvió a hacer uso del cofre de los deseos. La causa fue que el gobernador de la zona de Wangbur no veía con buenos ojos a los monjes de tradición Bön y empezó a coartar sus libertades y a imponerles severos castigos. Nuestro monje deseó que el gobernador desapareciera; no ha llegado hasta nuestra época cómo aconteció, pero lo cierto es que, en una cacería, así ocurrió. La historia corrió como la pólvora por todo el Tíbet; cuando llegó a oídos del rey, éste mandó apresar al monje, pero el monje se desvaneció sin dejar rastro alguno y no sin antes divulgar sus conocimientos sobre el cofre de los deseos entre todos los monjes del monasterio, información que rápidamente se extendió en el Tíbet por todos los monasterios de tradición Bön. Nunca se supo dónde se escondió el monje, pero cuenta la leyenda que el último deseo que escribió en su colgante cofre de los deseos fue poder ver la luna lo más cerca posible...
El ciclo lunar es de veintiocho días. Según la leyenda, el cofre de los deseos debe bañarse con los rayos de luna en la etapa de plenilunio o luna llena -esto es, justo a la mitad del mes lunar- y cada tres meses después de que hayamos escrito el deseo.
Una vez que se cumpla el deseo, debe destruirse el papelito prendiéndole fuego, sin que nadie lo pueda leer. El cofre podrá volver a ser utilizado con un nuevo deseo si el anterior se ha cumplido, y el fuego guardará para siempre el secreto. Después de utilizado, puede ser regalado o transferido a otra persona como colgante -como joya- pero no para su uso como cofre de los deseos, ya que, según cuenta la leyenda, es intrasferible como tal.
La leyenda del joven monje Bön nos remonta al siglo II a.C. La religión Bön tiene raíces antiquísimas y es de tradición chamánica y animista (se considera a los objetos y elementos de la naturaleza como poseedores de alma). Predecesora del Budismo Tibetano -representado por el Dalai Lama-, es actualmente reconocida como la quinta escuela de éste. Nuestro monje pertenecía a un monasterio, hoy desaparecido, de la zona de Wangbur, en el corazón del Tíbet, allí donde, según aseguraban sus moradores- había existido un océano (quizás pueda tener alguna relación con El Diluvio Universal). Este joven Bön, tras meditar sobre una de las bases chamánicas de su religión -aquella que proclama que un deseo puede hacerse realidad siempre que compartas un secreto y que lo desees de corazón- creó el cofre de los deseos.
...al joven monje, instruido en las doctrinas Bön, se le ocurrió realizar un artefacto de plata (metal mágico para los antiguos tibetanos y para otras civilizaciones ancestrales) de forma cilíndrica, alargado, con un tapón enroscado en la parte superior y con una anilla que permitiera su uso como colgante, para así poder llevarlo siempre cerca del corazón. Escribió en un pequeño pergamino un deseo, un único deseo que deseaba sinceramente, y, en su revés, escribió un secreto que únicamente él conocía; lo introdujo dentro de su colgante, al que llamó cofre de los deseos, y fue a contarle su creación al monje superior de su monasterio, en Wangbur...
Al introducir un secreto que sólo el poseedor del cofre de los deseos conoce, se dotaría de alma propia al colgante, y esta alma quedaría directamente ligada a la persona que hubiera escrito el secreto. El deseo, como nos da a entender la leyenda, debe ser único y de corazón; al permanecer siempre junto a quien lo ha escrito, se acentuaría la capacidad, llamémosla espiritual o mágica, de que se pueda cumplir. Este "poder" espiritual se realzaría al llevar el cofre cerca del corazón.
...el monje superior se mofó, pero cuenta la leyenda que el joven Bön realmente demostró que su deseo se cumplió, ya que lo que había escrito en el cofre era su deseo de llegar a ser algún día el monje superior del monasterio de Wangbur, y así fue. Quizás, la perseverencia, o llevarlo colgado de su cuello para no olvidarse de su deseo, o quién sabe si la magia mística o -ocaso- la mera casualidad le llevó a ver cumplido su deseo...
El cofre de los deseos es un colgante elaborado en plata de ley, cilíndrico y con una tapa. La leyenda dice que debe introducirse un papelito en su interior. En una cara del papelito se escribe un deseo, sólo uno. Tiene que ser algo que se desee de corazón, y, al escribirlo, debemos evitar un redactado complejo; se aconseja sencillez, claridad y el mayor grado de concreción posible. El secreto no tiene que ser conocido por nadie, y, por supuesto, nadie puede leer lo que se escribe en el cofre de los deseos.
...continúa la leyenda relatándonos que el joven monje, siendo ya monje superior, volvió a hacer uso del cofre de los deseos. La causa fue que el gobernador de la zona de Wangbur no veía con buenos ojos a los monjes de tradición Bön y empezó a coartar sus libertades y a imponerles severos castigos. Nuestro monje deseó que el gobernador desapareciera; no ha llegado hasta nuestra época cómo aconteció, pero lo cierto es que, en una cacería, así ocurrió. La historia corrió como la pólvora por todo el Tíbet; cuando llegó a oídos del rey, éste mandó apresar al monje, pero el monje se desvaneció sin dejar rastro alguno y no sin antes divulgar sus conocimientos sobre el cofre de los deseos entre todos los monjes del monasterio, información que rápidamente se extendió en el Tíbet por todos los monasterios de tradición Bön. Nunca se supo dónde se escondió el monje, pero cuenta la leyenda que el último deseo que escribió en su colgante cofre de los deseos fue poder ver la luna lo más cerca posible...
El ciclo lunar es de veintiocho días. Según la leyenda, el cofre de los deseos debe bañarse con los rayos de luna en la etapa de plenilunio o luna llena -esto es, justo a la mitad del mes lunar- y cada tres meses después de que hayamos escrito el deseo.
Una vez que se cumpla el deseo, debe destruirse el papelito prendiéndole fuego, sin que nadie lo pueda leer. El cofre podrá volver a ser utilizado con un nuevo deseo si el anterior se ha cumplido, y el fuego guardará para siempre el secreto. Después de utilizado, puede ser regalado o transferido a otra persona como colgante -como joya- pero no para su uso como cofre de los deseos, ya que, según cuenta la leyenda, es intrasferible como tal.