La vida de Nicholas Vreeland parece el argumento de un libro de autoayuda. Este hijo de un diplomático norteamericano decidió hace 25 años dejarlo todo y hacerse monje budista. Antes, su juventud había transcurrido entre 'liberal colleges' de París y Nueva York, viajes por Marruecos y Europa. «Disfrutaba de las maravillas de de la vida». Hasta que en 1973, durante un largo periplo por la India, Nepal y Bután, se sintió atraído por el budismo. A su vuelta a Nueva York ya había tomado la decisión de convertirse en monje, pero dejó madurar la idea unos años: «Estuve dándole vueltas a la decisión; sentí que debía resistir un año, dos años, tres años antes de tomar una resolución firme.» Finalmente, en 1985 ingresó en el monasterio de Rato Dratsang, en el sur de la India.
Y es su residencia en Rato Drasang lo que trae a Vreeland a nuestras pantallas. Expliquémonos: en los últimos años, Rato Drasang ha pasado de alojar 12 a 120 monjes, y acoge a un número cada vez mayor de refugiados tibetanos. Para que nos entendamos: el lugar está desbordado. Y para ayudar a mejorar y ampliar sus instalaciones, Vreeland ha puesto su talento artístico y sus contactos pijos al servicio de su comunidad y comenzó a vender ediciones limitadas de sus exquisitas fotografías, que previamente son expuestas al público bajo el título 'Fotos para Rato'.
Cada una de estas instantáneas tiene un precio de mil dólares, y muestran imágenes delicadas e íntimas de la vida monacal budista; estampas de paisajes indios en los que suelen aparecer, en íntima comunicación, animales, personas y árboles. Una de las fotos capta una escena de estudio con dos jóvenes novicios que ocultan su rostro a la cámara mientras se afanan en escribir.
Y esto, ¿es muy piadoso?
En cualquier caso, la muestra, que inició su recorrido en Nueva York, se inauguró esta semana en Nueva Delhi. Después, continuará su viaje por Londres, París, Roma y otras capitales. Pero entre todos estos lugares, la India ocupa un lugar especial para este atípico monje budista: «Siento un enorme amor hacia la India; elegí convertirme en monje para aprender, pero el simple hecho de vivir en este país constituye un aprendizaje continuo y extraordinario. La India te obliga a aceptar la vida tal y como es», explica.
Es difícil adivinar algún vestigio del refinado nieto de un mito de la alta costura en este hombre de cabeza rapada que emerge de una túnica de color rojo oscuro, «el color de la sabiduría, pues en el monasterio de Rato nos dedicamos a estudiar el mundo a través de la lógica».
La abuela de Nicholas, Diana Vreeland, se hizo famosa por su columna sobre moda en la revista 'HarperŽs Bazaar', con una serie de artículos en los que proponía desmitificar la alta costura y perder el miedo a ser vulgar. Se titulaba «¿Por qué no?». Nicholas Vreeland dice que, siendo monje, él también se pregunta el porqué de muchas cosas, incluso de las más vulgares. ¿Por qué no hacer dinero a costa de la Nikon?
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