El aislamiento de las comarcas tradicionales de emigración en China y la construcción de una sociedad autónoma en los países de acogida
Para los inmigrantes chinos su mundo social de referencia no es España, sino la comunidad que construyen aquí junto a la de sus pueblos de origen. El análisis de los lazos existentes con sus pueblos y los efectos de la emigración internacional en China, proporciona algunas claves para desentrañar cómo viven aquí. Los qiaoxiang son las comarcas con una alta tasa de emigración internacional que tienen unas características específicas. De algún modo se encuentran al margen de la sociedad china, sus habitantes son en gran medida dependientes a nivel económico, social y cultural de aquellos que han emigrado. El modo de vida de los qiaoxiang les aleja y separa de las comarcas vecinas, dando lugar a una especie de islas dentro de China. Por otra parte, los inmigrantes en España construyen una comunidad relativamente aislada de la sociedad general, encapsulados en nichos económicos étnicos exclusivos. Disponen de unas expectativas, valores, prácticas y modo de organización social ajeno al mundo que les rodea.
Se produce así la confluencia de dos fenómenos, en China están al margen de la sociedad general y en España están al margen de la sociedad española. En esos márgenes construyen una comunidad peculiar que se alimenta del mismo proceso de emigración y se reproduce dentro de él. Los de allí viven pensando en irse al extranjero y los de aquí viven pensando en los que allí quedan. Los inmigrantes mantienen lazos estrechos con sus pueblos de origen: envían, donan e invierten dinero, vuelven de visita, para hacer negocios, etc. Al mismo tiempo patrocinan la emigración de miembros de su familia, amigos y vecinos. Para unos y otros el referente básico es emigrar, ser el propietario de un negocio propio, tener éxito económico, y destacarse por su riqueza y prestigio de los vecinos de su pueblo.
1. Al margen en China
1.1. El emigrante y su consideración social, del rechazo a la atracción
Históricamente, la imagen del emigrante en la cultura china tradicional, marcada por la ideología confuciana, es la de un individuo que abandona a sus padres, a sus ancestros, a su lugar de nacimiento, es decir alguien culpable de uno de los peores crímenes en la sociedad: el no cumplimiento de los deberes de la piedad filial (xiao). Junto al rechazo social de la emigración por el mero hecho de la movilidad espacial que aleja a la persona de sus raíces, se encuentra el rechazo al trabajo más habitual que desempeñan los primeros emigrantes, el comercio. El comercio ocupa el escalón más bajo en la clasificación ideal de los estratos ocupacionales en la sociedad confuciana. El comerciante, en una sociedad básicamente agraria, es visto como un parásito, alguien quien solo piensa en el beneficio, el lucro, sin realmente hacer ningún trabajo productivo.
El estado chino imperial no reconoce a sus súbditos en el extranjero hasta la segunda mitad del siglo XIX presionado por las potencias coloniales europeas. Antes, para el gobierno, quien se va de China o es un enviado imperial o es un desertor, traidor y enemigo de la patria. La prohibición expresa de abandonar China no queda abolida oficialmente hasta 1893, aunque ya en ese momento varios millones de chinos han emigrado por medio de contratos de trabajo dentro de un intenso tráfico de culíes que sustituye, y en cierto modo prorroga, la anterior esclavitud de la mano de obra africana en las colonias de las potencias europeas.
Hasta el siglo XX los emigrantes que vuelven a China corren el peligro de ser encarcelados, perseguidos y extorsionados por los funcionarios imperiales locales, intérpretes y ejecutores de la ortodoxia confuciana llena de prejuicios contra el comercio y la emigración. Los últimos años del imperio y el nacimiento de la República es una época marcada por el intento de reconocimiento y atracción de los emigrantes y de su capital para ambas causas. El Estado considera la posibilidad de sustituir la creciente intromisión y dependencia del capital extranjero por el capital chino de los emigrantes; los republicanos a su vez buscan la financiación de los emigrantes para sus actividades revolucionarias. Sun Yat Sen dice de ellos que son "la madre de la república".
Tras el triunfo del Partido Comunista y la instauración de la República Popular, la consideración oficial de los emigrantes atraviesa un periodo de gran ambigüedad que en algunos momentos es una reminiscencia del siglo XIX. Se prohibe emigrar, aquellos que lo hacen son considerados traidores y los familiares que quedan son perseguidos, denunciados, criticados, expropiados y acusados de ser capitalistas y espías. La revolución cultural es el momento de máxima tensión.
De forma casi solapada con su "criminalización" hay intentos de preservar su especial modo de vida dependiente de las divisas que llegan del extranjero en una sociedad cada vez más colectiva e igualitaria. Se elaboran una serie de leyes y decretos para su protección como una clase especial con unos determinados privilegios, es decir se les trata de excluir de la vida política cotidiana. Incluso se crean comunas especiales de emigrantes retornados que están marginadas. Este intento de preservación-aislamiento tiene una implatación desigual sumida a los vaivenes del poder, ora se respeta, ora se reprime.
La nueva política china de apertura al mundo exterior que comienza en 1979 trae de nuevo la consideración especial y protección de los privilegios de los emigrantes. Se pretende, una vez más, atraer su capital para que lo inviertan en China con motivos desarrollistas. El gobierno pide perdón por los errores cometidos con ellos en épocas anteriores. Ahora todos quieren emigrar, tener cualquier tipo de relación con el extranjero ya no es causa de persecución, sino un bien muy positivamente valorado, entre otras razones, porque para emigrar es necesario aducir un motivo justificado, como puede ser tener algún pariente en el extranjero.
Al igual que la China socialista limita y controla la emigración, la República China de Taiwan sólo en 1976 liberaliza el trámite de salida al extranjero por motivos turísticos que antes estaba prohibido. Una encuesta del Instituto de Etnología de la Academia Sínica de Taipei en 1989 muestra el rechazo tradicional del pueblo chino hacia la emigración. Aún existe una considerable proporción que considera a la emigración como "moralmente reprensible" y una "traición a la patria" (Hung, 1992: 72-73)
1.2. La vida en las comarcas de emigrantes (qiaoxiang)
Durante la República (1911-1949) comienza a perfilarse las características de los primeros qiaoxiang o comarcas con una alta tasa de emigración internacional. Son zonas con una gran carencia de mano de obra masculina y muy dependientes económicamente del dinero que llega del extranjero. Se construyen casas nuevas con un estilo occidental, incluso barrios o pueblos de nueva planta son habitados exclusivamente por los emigrantes retornados y los familiares dependientes de los emigrantes. Se construyen escuelas y hospitales con el dinero del extranjero. El nivel de vida sube, los ritos de paso -bodas y funerales- son cada vez más ostentosos y conspicuos. Los emigrantes invierten también en la creación de infraestructuras: caminos, carreteras, puentes, ferrocarril y en el desarrollo del sector servicios e industrial local.
Las familias dependientes de los emigrantes con frecuencia son propietarias de tierra que dan en arriendo, lo cual les supone su clasificación, en la reforma agraria (1950-53), como campesinos ricos y terratenientes, categorías "malas" que les convierten en un posterior objeto de persecución y crítica. Los qiaoxiang son deficitarios en la producción de grano en parte por la carencia de mano de obra y en parte porque la que hay se niega a cultivarlo, prefiriendo su compra en el mercado negro que florece especialmente en estas comarcas.
Actualmente los dependientes de los emigrantes tienen un nivel de vida y de consumo muy por encima de sus vecinos. Esto ha dado lugar a una creciente polarización social entre familias con emigrantes y familias sin emigrantes. En el momento en que se produce la apertura al exterior de China, los emigrantes tratan de ayudar a salir a sus parientes, y los que no tienen parientes emigrantes, tratan también de emigrar utilizando todo tipo de medios, incluida la salida ilegal. Existe una fiebre que ha contagiado a toda la población, todos desean emigrar porque la emigración se considera el medio preferente de movilidad social ascendente (Woon, 1990).
Se alteran las tradicionales estrategias matrimoniales. La categoría preferente de pareja pasa a ser la del emigrante. Casarse es cada vez más caro porque el estándar del gasto para hacer una boda apropiada lo establecen los emigrantes que disponen de mucho más dinero que los no emigrantes. El prestigio lo da la riqueza y la riqueza la proporciona la emigración. Ante los vaivenes políticos sufridos por China, incluso la clase más privilegiada formada por los cuadros y funcionarios del estado, la mayoría miembros del Partido Comunista, están actualmente considerando la emigración como un medio de salvaguardia por lo que pueda suceder en un futuro, y si no son ellos mismos, serán sus hijos quienes vayan al extranjero para establecerse allí.
Los qiaoxiang están al margen dentro de China. El emigrante es una categoría marginal, o bien es perseguido o bien se le reconocen privilegios y características especiales, en ambos casos quedan fuera de lo "normal", de la norma. El emigrante está excluido dentro de China.
2. Al margen en España
Los emigrantes chinos, donde quieran que van, crean unas comunidades propias y aisladas de la sociedad general donde reinan sus propios valores y formas de organización social (Crissman, 1967). No es un fenómeno nuevo. Los paises del sudeste asiático tienen una larga tradición de emigración china y los chinos se han convertido en una minoría étnica con un mayor o menor peso demográfico y económico dentro de cada nación. Lo común a todas ellas es el relativo aislamiento de la comunidad china dentro de la sociedad general.
Es habitual que los chinos inmigrantes pasen a ocupar unos nichos ocupacionales allá donde van que acaban siendo exclusivos y excluyentes. Además, conforme se van estableciendo, desarrollan una serie de negocios étnicos de servicios con una clientela únicamente china. En el caso de Europa durante la década de los veinte y treinta una gran proporción de chinos son buhoneros que van de pueblo en pueblo vendiendo pequeñas mercancías, alrededor de los buhoneros se crean negocios que les ayudan y prestan servicios: posadas, casas de comidas, lavanderías, sastrerías, peluquerías, tiendas de comida, tiendas de productos al por mayor, empresas de importación de productos de China y Japón, industria marroquinera, etc. Después de la Segunda Guerra Mundial comienza su progresiva instalación en el sector de la hostelería, los restaurantes chinos, que siguen complementándose con una gran variedad de negocios étnicos que les permiten ser autosuficientes.
La autosuficiencia y el aislamiento es la característica clave de las comunidades chinas en Europa. Muchos chinos después de llevar más de veinte años trabajando en Europa no entienden ni hablan las lenguas europeas porque simplemente no lo necesitan (Watson, 1975). Trabajan en empresas chinas, sus compañeros de trabajo son chinos y sus hábitos de ocio no salen de la comunidad china. Aunque viven en Europa leen periódicos y libros chinos, escuchan música china y ven películas de video en chino, además, claro está, comen comida china, van a cantar a karaokes chinos, juegan en casas de juego chinas, se abastecen en tiendas chinas, viajan por medio de agencias de viaje chinas, disponen de instituciones de crédito chinas, etc. A la hora de casarse se prefiere a alguien de dentro de la misma comunidad o en todo caso se vuelve a China a buscar pareja. Los matrimonios mixtos no son muy bien considerados y cuando ocurren están impregnados de un gran pragmatismo (conseguir la nacionalidad, por ejemplo).
Los chinos para hacer frente a su establecimiento en una sociedad extraña recurren a la creación de asociaciones voluntarias que les facilitan su "integración", entendida como establecimiento, algunos estudiosos chinos del tema utilizan el término "colonización". Estas asociaciones se convierten en el vehículo del poder y autoridad dentro de la comunidad china, son su organización política. Sus líderes son los miembros más destacados de la comunidad por su riqueza y prestigio. Estas asociaciones pueden ser de protección, de caridad para los necesitados, gremiales, culturales, políticas, etc. A menudo el objeto oficial y formal no abarca en realidad todo su ámbito de actividad.
La comunidad china en cada pais de Europa presenta una gran heterogeneidad, está muy segmentada. En España predominan los procedentes del sur de la provincia de Zhejiang, de dos comarcas vecinas, Qingtian y Wenzhou, que representan el 70% de todos los inmigrantes chinos. Las asociaciones son su gobierno "informal" y reflejan el balance de poder entre los distintos segmentos de la comunidad china. Proporcionan y promocionan un sentimiento de identidad frente a otras asociaciones y frente a la sociedad huésped. En ocasiones ellas mismas ofrecen al mismo tiempo clases de español a los recién llegados y clases de chino a los niños nacidos en España y escolarizados en el sistema educativo español. Tratan tanto de que la identidad china no se pierda, como de facilitar el desarrollo de sus negocios.
El trabajo en los restaurantes obliga a la dispersión espacial, hace falta un mínimo de 8.000 habitantes para que un restaurante sea rentable, por lo tanto deben alejarse unos de otros y no entrar en competencia directa. Esta dispersión residencial aparentemente facilitaría la integración en la sociedad huésped, pero no es una consecuencia necesaria. Los chinos a pesar de su dispersión, mantienen unas redes con lazos de unión muy fuertes. Por estos vínculos discurre información, capital, trabajo, afecto y seguridad.
Los chinos valoran muy positivamente el ahorro, la frugalidad, el trabajo duro. Su interés es pasar lo más desapercibido posible de la sociedad general en la medida en que la atención de la opinión pública puede ir en detrimento de su negocios como ha pasado en España durante el invierno de 1993 tras la "matanza de Gandía". El silencio es su mejor arma, su principal estrategia de "integración". En general, prefieren depender de ellos mismos, el autoaislamiento, antes que ser estigmatizados como minoría étnica con un estatus especial que le de derecho a ciertos privilegios de la sociedad de bienestar.
Durante la década de los ochenta en Holanda se produce un debate sobre si los chinos deben o no ser clasificados como minoría étnica, para algunos sectores chinos esto conlleva una serie de beneficios, pero la opinión general final es la de no admitir esa etiqueta (Pieke, 1988; Pieke y Benton, 1995). Los chinos son muy celosos de su intimidad. En cierto modo nosotros seguimos siendo "bárbaros" para ellos en la medida en que no compartimos su "cultura" que tiene una historia mucho más larga que la occidental. Los chinos están muy orgullosos de ser chinos, se consideran una cultura superior (Dikötter, 1992), ellos nos "colonizan", viven entre nosotros, pero no con nosotros y no es algo que les importe especialmente. Estar en occidente tiene beneficios económicos, pero también los peligros de la pérdida de identidad, lo cual preocupa mucho a la generación mayor y al mismo estado chino.
Los inmigrantes chinos durante mucho tiempo se han considerado a sí mismos como "emigrantes temporales". El mismo término que utilizan para designarse a sí mismos, huaqiao, posee esa connotación. A pesar de que lleven mucho tiempo en el extranjero, incluso varias generaciones, todavía no abandonan su idea del retorno, desean volver aunque solo sea de visita, para estar una vez más en el lugar donde reposan sus ancestros. Su asimilación e integración en el extranjero no implica necesariamente el abandono total de su identidad china.
En España se consideran "invitados" o "huéspedes", y de acuerdo a la etiqueta china, su conducta trata de no molestar ni exigir nada a sus anfitriones, de respetar sus reglas cuando están en contacto, de mantenerse al margen y no interferir. Dentro de su comunidad se sienten libres para imponer sus propios códigos morales y de conducta, de sancionar con sus propias "leyes" sin interferencias del exterior.
3. Construcción de una comunidad transnacional. De la Chinatown a la Europa sin fronteras
La idiosincracia de la emigración china y el resultado que produce es la creación de una sociedad que está doblemente al margen y vive para sí misma, una sociedad que no conoce fronteras, que se instala y se reproduce en los mismos márgenes, una sociedad autosuficiente, propia y exclusiva.
La capacidad de soportar duras condiciones de trabajo y el extraordinario espíritu de ahorro sorprende a occidente. La estrategia de postergación de la satisfacción inmediata solo se entiende dentro del contexto de los valores de los inmigrantes chinos. Ahorran para invertir en la apertura de un negocio propio, para que sus hijos estudien y logren un trabajo mejor remunerado, para que el futuro sea mejor y la familia se perpetúe, para lograr "cara" y prestigio dentro de su comunidad.
Los chinos están repartidos por todo el mundo. Es una emigración fundamentalmente económica, buscando unas mejores condiciones de vida. Los chinos desarrollan y construyen una sociedad transnacional, transterritorial, de algún modo emigran, como arguye Pieke (1995), a una "extensión de su comunidad de origen" que reconstruyen en el extranjero. Los chinos no cortan las relaciones con su "madre patria". A través de la historia han pasado por momentos de un mayor o menor aislamiento, incomunicación y desprotección, pero siempre continua siendo su referencia y refugio. Antes de la República Popular, la ideología del retorno está omnipresente, el ideal del emigrante es volver a su pueblo de origen después de varios años en el extranjero y haber logrado el éxito económico, para invertir en tierra, disfrutar de una vejez sin problemas económicos y desplegar toda su riqueza en sus funerales, casas nuevas, etc. La emigración no corta con las raíces, "las hojas cuando caen vuelven a la raíz".
El contacto de los que están fuera con los que quedan dentro es muy intenso, solo aminorado cuando razones políticas mayores lo desfomenta. Los de fuera envían a sus hijos para que pasen su infancia con sus abuelos que están en China, bien porque libera a ambos padres para trabajar, porque en China la educación y crianza de los niños puede ser más barata que en el extranjero, o porque los padres desean que sus hijos reciban una educación estrictamente china y no pierdan así su identidad.
Los inmigrantes también envían dinero a sus parientes en China con una periodicidad relativa dependiendo del grado de parentesco y de las circunstancias económicas que tengan. Vuelven de visita a China siempre que pueden por motivos tanto familiares como de negocios y salud, muchos desean retornar al jubilarse para pasar los últimos años de su vida. Donan dinero para la construcción de escuelas, hospitales, parques públicos, infraestrustura; invierten en la construcción de casas, hoteles, fábricas, tiendas, empresas de servicios, etc. Van a China para casarse con parejas que les han buscado sus parientes y amigos.
La cadena de emigración llega un momento en que se automantiene, aunque los factores del inicio de la emigración tanto en un polo como en otro hayan desaparecido o cambiado. Por ejemplo la pobreza y el hambre en las comarcas de emigrantes en China y la falta de mano de obra y facilidad apertura de negocios en los países occidentales. La lógica de la cadena basada en que la emigración es un modo de lograr el éxito económico y de ascensión social alimenta la continuidad de las corrientes migratorias.
Las divisas recibidas del extranjero permiten un alto nivel de vida. Los jóvenes desean irse al extranjero a probar fortuna. Aquellos que ya tienen parientes lo tienen más fácil, igualmente los hijos de los más ricos y de los funcionarios del gobierno disfrutan de una mayor facilidad para emigrar. El resto de la sociedad intenta por todos los medios posibles, incluyendo los ilegales, dar el salto al extranjero, para una vez establecido, poder estar a la altura de sus vecinos ya emigrantes.
La sociedad transnacional está compuesta de multitud de redes sociales, familiares y económicas. Las redes son más complejas de lo que aparentemente indica la polarización China-Europa. Por una parte el polo del origen no es un territorio claramente definido: ¿hasta donde abarca China? El problema de la "chinidad", de la identidad es clave. Muchos de los chinos inmigrantes en realidad llegan aquí tras un proceso de reemigración, por ejemplo hay chinos que vienen de Taiwan que proceden de diversas partes del continente, otros que vienen de Hong Kong han nacido en la provincia de Guangdong. Muchos vietnamitas son de origen étnico chino. Actualmente llegan chinos de Singapur y también de Malasia.
Curiosamente los primeros chino-españoles son chino-filipinos. Tanto los que vienen de Taiwan, como de Hong Kong, Singapur e incluso Vietnam son étnicamente chinos, tienen en común muchos rasgos culturales de identidad china, aunque entre ellos se distingan entre sí y tengan muy claro donde está la frontera de su ámbito de pertenencia. Aquello que desde fuera parece una unidad, China, desde dentro es muy diverso. Incluso los que proceden del "continente" -la República Popular-, muestran una heterogeneidad considerable, hablando dialectos totalmente incomprensibles entre sí: cantoneses, fujianeses, zhejiangneses del sur, shanghaineses, pekineses, sichuaneses, shangdongneses etc.
En cuanto al polo de Europa, la distribución y dispersión de cada segmento concreto de la comunidad china es muy compleja. Tomando como referencia España podemos observar una serie de fenómenos que se entrecruzan: frente a la concentración de familias en una Chinatown, hay familias que disponen de cadenas de restaurantes dispersas dentro de una ciudad o en diversos pueblos de una provincia o en diversas provincias, más aún hay familias que disponen de redes de negocios que traspasan la frontera española, por ejemplo la situación de cinco hermanos repartidos en cinco países: Holanda, Bélgica, Francia, Italia, España. Este caso extremo es más habitual que extraño.
El sentimiento de familia y unidad no desaparece a pesar de la dispersión geográfica, las visitas entre ellos son habituales, así como los intercambios de información, capital y trabajo, sin dejar de fomentar una estrecha relación con su pueblo de origen en China. Envían divisas al mismo tiempo que se abastecen de nueva mano de obra en ellos. Los vínculos son claves para prosperar y para conseguir mayores beneficios dentro de esta comunidad transnacional que se alimenta a sí misma.
Tal vez sea mejor antes que hablar de una comunidad china en conjunto, de los múltiples segmentos que la conforman y dentro de ellos de las familias que la componen. Las fronteras dialectales dentro de la comunidad china son más significativas que las fronteras nacionales entre países de Occidente. Para ellos las barreras de las naciones-estado europeas no existen, la movilidad de individuos y capital es muy alta, son un ejemplo a seguir de ciudadano europeo, más aún son los primeros europeos de una Europa sin fronteras.
La comunidad china que está doblemente al margen se caracteriza por una serie de redes sociales y asociaciones voluntarias que canalizan el poder y el prestigio. Su "marginalidad" es al mismo tiempo su gran fuerza para el desarrollo y promoción de sus intereses. Son muy flexibles a los cambios estructurales, fácilmente adaptable a las nuevas circunstancias. El efecto indeseable es su aislamiento y encapsulamiento de la sociedad general. Saber hasta qué punto es su deseo o una consecuencia de factores macroestructurales de discriminación en la sociedad huésped, a veces es difícil de precisar.
España es un país que solo muy recientemente ha elaborado una política de inmigración, la Ley de Extranjería de 1985 reformada en 1991. Nos encontramos con una situación nueva, la llegada de inmigrantes. En España, en principio, no se excluye a nadie de ningún aspecto económico y social por su raza. La historia de la presencia china en España es larga y está relacionada con la de otros paises de Europa, es decir, chinos residentes en el Reino Unido, Holanda, Francia, etc. vienen a España a abrir restaurantes de comida china como una prolongación y extensión de su establecimiento en aquellos paises. El desarrollo de los restaurantes en parte se debe a inversiones de capital y mano de obra de otros chinos europeos, no es exclusivamente un desarrollo endógeno de los chinos en España aislados de sus parientes en Europa.
La segunda generación de chinos en España es relativamente pequeña y esta compuesta por chinos que ocupan diferentes posiciones sociales, por una parte hay hijos de los profesionales que vienen vía Taiwan a partir de 1949, su nivel educativo suele ser alto y están integrados en la vida social española desempeñando todo tipo de ocupaciones profesionales y a menudo se han casado con ciudadanos-as españoles-as. Otros son los descendientes de aquellos chinos residentes desde los años veinte y treinta, buhoneros, acróbatas de circo, etc. que luego pasan a ser propietarios de restaurantes, y sus hijos que continúan en los negocios de los padres, los amplían y abren otros nuevos.
Existe también una segunda generación compuesta por niños, hijos de inmigrantes llegados en los ochenta, algunos son enviados a China a pasar su infancia allí y otros son escolarizados en el sistema educativo español. Muchos inmigrantes jóvenes solteros recién llegados se caracterizan porque tienen un nivel educativo bastante superior al de la anterior generación, tienen mayor interés por aprender español en contra de cómo pensaba la anterior generación y desean integrarse rápidamente y prosperar en la sociedad general dejando a un lado la comunidad china y sus instituciones. La ideología del retorno y las expectativas de los nuevos inmigrantes varía con respecto a la anterior.
4. Sobre márgenes y centros
La idea de margen implica que existe un centro, que el poder centralizado excluye a los que están lejos de él. Dentro de China mismo podemos encontrar muchos grupos y comunidades marginales y marginados, el caso prototípico son las minorías nacionales, pueblos racial y culturalmente distintos a la mayoría Han que se encuentran dentro del territorio chino, a veces en zonas largamente colonizadas y otras en zonas de más reciente asimilación (Tibet, por ejemplo). Por otra parte, existe una tensión tradicional entre el poder del centro y la periferia a distintos niveles dentro del estado chino: capital frente a provincias, capital de la provincia frente a distritos, capital del distrito frente a aldeas. Cuanto más lejos e incomunicado se esté del centro del poder, más libertad de acción y autonomía se disfrutará. La historia de China es una sucesión de fragmentaciones y reunificaciones. De autonomías efectivas y sometimientos formales, de aparente respeto al centro y constante violación de sus directrices.
En el extranjero los chinos adoptan un perfil sociopolítico bajo conscientes de su situación en las estructuras sociales donde residen. En el sudeste asiático comienzan siendo mano de obra en las nuevas plantaciones de los potencias coloniales europeas para poco a poco ocupar el rol de intermediarios comerciales entre los pueblos nativos y los colonos europeos. En sus manos se concentra el comercio a pequeña escala. Desde su posición marginal llegan a controlar las finanzas de varios países asiáticos. Su integración siempre será relativa.
Los primeros chinos en Europa son marineros y buhoneros, una población marginal constantemente marginada y segregada durante las décadas de los veinte y treinta. Las dificultades y hostilidades del medio donde viven les conduce a crear una serie de nichos y negocios étnicos que les proporcionan una cierta seguridad y autonomía frente a la sociedad general, elaborando y desarrollando una serie de estrategias que les ayudan a superar su marginación y les facilitan su prosperidad. Su aislamiento y autodependencia es tanto fruto de la segregación como conducta deliberadamente perseguida de protección y movilidad social.
Los nichos económicos desempeñados por los chinos varían en el tiempo y el espacio, las lavanderías de EEUU, Reino Unido, los buhoneros en Europa, la industria de la piel en Italia y Francia y posteriormente el predominio de los restaurantes de comida china y la industria de la confección. Estar al margen facilita su prosperidad, son más libres de interferencias exteriores, en la medida en que el conocimiento de su modo de vida y prácticas aumenta entre la sociedad general se ven sometidos a nuevos y crecientes controles que limitan su anterior libertad de hacer que le proporciona el anonimato. Tal vez ellos no quieran que otros les conozcan porque eso les puede obligar a cambiar sus reglas del juego ajenas a la sociedad que les rodea. Los chinos siguen pensando que cuanto más lejos esté el poder central de sus vidas, más libres serán. Estar al margen tiene sus ventajas.
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Joaquín Beltrán Antolín
Texto facilitado por la Fundación SER.GI
sergi@eps.udg.es
www.fundaciosergi.org
Aportado por el autor en la Escuela de Verano sobre Interculturalidad
organizada anualmente por la fundación en Girona (Cataluña/España)
14/09/1995
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